El
Credo de Rockefeller
Hace poco se descubrió en el jardín central del Centro Rockefeller, en Nueva York, un monumento a la memoria de su fundador, John D. Rockefeller. Allí, grabado en una lápida de mármol verde, está el Credo que rigió la vida del millonario y filántropo:
CREO en el valor supremo del individuo, en su derecho a la vida, a la libertad y a la busca de la felicidad.
CREO que todo derecho implica una responsabilidad; toda oportunidad, una obligación; toda posesión, un deber.
CREO que las leyes se hicieron para los hombres, y no éstos para aquéllas; que el gobierno debe ser el servidor del pueblo y no su amo.
CREO en la dignidad del trabajo, sea manual o intelectual; que la sociedad no le debe el sustento a ningún hombre, pero sí la oportunidad de ganarse la vida.
CREO que el ahorro es indispensable a la vida bien ordenada, y que la economía es la base fundamental de toda estructura monetaria sana, ya sea ésta gubernamental, comercial o particular.
CREO que la verdad y la justicia son fundamentos en cualquier sistema social perdurable.
CREO en la santidad de las promesas; en que la palabra empeñada vale más que cualquier fianza; y que el carácter (y no la posición económica, de autoridad o social) constituye el valor supremo.
CREO que el prestar servicios útiles es el deber común de la humanidad, y que sólo en el deber purificador del sacrificio se consume la escoria del egoísmo y se libera la grandeza del alma humana.
CREO en un Dios omnisapiente y bondadoso sea cual fuere el nombre por el que se le conozca; y que las realizaciones más altas del individuo, su mayor felicidad y su más amplia utilidad, se encuentran en vivir en armonía con la Divina Voluntad.
CREO que el amor es lo más grande que existe en el mundo; que sólo el amor puede dominar el odio; que el derecho puede triunfar y triunfará sobre la fuerza.
Estos son los principios, independientemente de
cómo estén formulados, que todos los hombres y mujeres buenos a través del
mundo, sin importar la raza o el credo, la educación, la posición social o la
ocupación, sostienen, y por los cuales muchos de ellos están sufriendo y
muriendo.
Estos son los
únicos principios sobre los cuales un nuevo mundo que reconozca la hermandad de
los seres humanos y la paternidad de Dios puede ser establecido.
John D. Rockefeller Jnr.
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Placa de mármol en que está escrito el Credo. |
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