Aclaraciones

Apreciado lector:

¡Gracias por visitar la bitácora!

Todos los artículos de esta bitácora son de interés permanente; es decir, no pierden valor ni envejecen con el paso del tiempo.

Podrá usted leer todos y cada uno de los artículos publicados en esta bitácora viendo el ÍNDICE DE ARTÍCULOS Y TEMAS, ubicado en la columna derecha. Allí aparecen los títulos de todos los artículos publicados aquí, y pinchando en cada uno de ellos se podrá leer el artículo correspondiente.

Los artículos de esta bitácora NO son copias de otros artículos de otras páginas de internet, excepto si se dice lo contrario. Casi todos ellos no son de la web, sino de publicaciones impresas.

Todos o casi todos los artículos aquí publicados han aparecido por primera vez en internet en este sitio. Aunque se han publicado antes en libros y revistas, todos o casi todos ellos son una novedad en internet.

Los artículos publicados aquí son transcripciones de libros y revistas cuya calidad y seriedad son incuestionables.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Peligros de la gasolina.

 Palabras clave: peligros de la gasolina cuidado con la gasolina exploxión de gasolina riesgos de la gasolina precauciones con la gasolina bencina nafta incendio quemaduras bomberos

¡Cuidado con la gasolina!

Por Paul W. Kearney

     En un pueblo del estado de Nueva York, una señora, ejemplar por su economía, echó en una paila un poco de gasolina para limpiar una blusa. Tomó, primero, sus precauciones: abrió de par en par las ventanas de la cocina, para ventilarla bien, y se cercioró de que no hubiera fuego descubierto. Mientras restregaba la blusa, su criada bajó al sótano para regular la caldera de la calefacción y dejó la puerta entreabierta. Antes de que la sirvienta llegara otra vez a la cocina, hubo una explosión violenta que destruyó la casa, mató a cuatro de las personas que estaban en ella y dejó gravemente heridas a tres.

     A causa de la inflamabilidad de sus vapores y del poco cuidado con que comúnmente se usa, la gasolina produce muchísimos incendios en los Estados Unidos. Muy interesante e instructivo es el experimento que se hace a menudo en la escuela de bomberos del Departamento de Incendios de Nueva York, para demostrar lo peligroso que es este volátil líquido. Un bombero pone un puñado de estopa ligeramente humedecida con gasolina, en el extremo superior de una canal inclinada de acero, de unos seis metros de largo. Se coloca un encendedor de cigarrillos en el extremo inferior. Como a los 30 segundos aparece repentinamente, alrededor del encendedor, una llama poco más o menos del tamaño del puño de una persona. Con sorprendente rapidez, la llama corre hacia arriba por la canal hasta la estopa, que comienza a arder. Aunque la cantidad de gasolina empleada en el experimento no pasa de una cucharada, y aunque ni una gota corra hacia abajo por al canal, una llamita a seis metros de distancia basta para inflamarla. Y como lo mismo puede ocurrir a veinte o a cien metros de distancia, conviene no usar para nada en la casa gasolina, ni bencina, ni nafta. Por muchas precauciones que se tomen, siempre hay peligro.

     El experimento de los bomberos pone de manifiesto por qué existe tal peligro. Aun a temperaturas ordinarias, la gasolina emite vapores invisibles más pesados que el aire. Cuando en la cocina, por ejemplo, se abre un bote de gasolina, los vapores, forzados hacia el exterior por la propia, salen, bajan hacia el suelo, se acumulan, y poco a poco se diseminan por todas partes, sobre todo cuando hay corrientes de aire. Si en la cocina hay llamas o brasas, se repite lo del mencionado experimento: los vapores se encienden, transmiten la llama al bote, y éste no solamente se enciende, sino que hace explosión, lanzando llamas de calor intensísimo que en un instante incendian toda materia combustible que tocan. Aún antes de la explosión, los vapores inflamados queman como un hierro candente.
     Lo que el experimento no pone de manifiesto es que el vapor de la gasolina, mezclado con aire en ciertas proporciones, es un formidable explosivo de tanta potencia como la dinamita, o más. Si se tiene en cuenta que unas pocas cucharadas basta para impulsar cuesta arriba un automóvil pesado, fácil es comprender que no se necesita mucha para convertir en añicos a una persona.

     Quizás alguien diga: «Así puede ser; pero eso a mí no me atañe, pues nunca uso gasolina cerca de una llama descubierta».

     Bueno; pero no se olvide que a veces salta la liebre donde menos se espera. Veamos lo que le sucedió a una madre de familia que estaba limpiando algo con gasolina. Anochecía. Su hija entró en la cocina. Viendo que estaba un poco obscura, accionó el interruptor para encender la lámpara eléctrica. Instantáneamente se produjo una explosión que derribó la pared y lanzó a las dos mujeres fuera de la casa, a una distancia de diez metros de la cocina. En el interruptor había saltado la liebre: ¡una chispa!

     Vaya otro ejemplo: Hace algunos años, en Richmond, una confiada señora empezó a limpiar vigorosamente con gasolina y estropajo de alambre los suelos encerados. Poco después sonó la alarma en el cuartel de bomberos más cercano. Cuando éstos llegaron, encontraron la casa ardiendo por todas partes. Salvaron a la mujer y a su marido, sacándolos por una ventana. Un niñito que estaba en otro cuarto pereció en las llamas.

     Podrían citarse un sinnúmero de casos semejantes a éstos; como aquél en que el calor de un incendio inflamó los vapores de un receptáculo de gasolina situado a cien metros de distancia, y causó una terrible explosión; o aquellos en que el roce de un zapato en el suelo de una habitación, o el frotamiento de dos guantes impregnados de gasolina, o el mero trasiego de gasolina de una vasija a otra, ha producido una chispa de que han resultado serias explosiones con pérdida de muchas vidas (*).

     Naturalmente, muchas personas, sobre todo muchas amas de casa, se dan cuenta, hasta cierto punto, de los peligros de la gasolina, pero continúan empleándola para limpiar, diciendo que siempre toman «las precauciones necesarias». Esto es poco más que hablar a tontas y a locas. Quizás en ciento de estas personas no haya una que sepan cuáles son «las precauciones necesarias», ni mucho menos el modo de tomarlas. Es claro que la gasolina no puede usarse para limpiar sin que se vaporice. El líquido es muy volátil, y tan pronto como se destapa el recipiente que lo contiene, los vapores empiezan a mezclarse con el aire. Según la Dirección de Minas de los Estados Unidos, tres y medio litros de gasolina en un recipiente destapado bastan para hacer inflamable todo el aire de un cuarto de siete metros de largo, por tres de ancho y tres de alto. En un cuarto pequeño, una taza del líquido puede ser suficiente para causar una explosión desastrosa.

     Cuando el aire contiene cierta proporción de humedad, una ligera chispa que salte de una alfombra o del lomo de un gato basta para encender y hacer estallar los vapores de gasolina. Los grandes establecimientos de limpieza en seco tienen costosos aparatos automáticos para medir la humedad del aire y aumentarla cuando disminuye hasta una cifra peligrosa. Interesante sería preguntar a la señora de casa y a otras personas que toman todas «las precauciones necesarias», cómo miden y regulan la humedad del aire.

     No se olvide que un entierro, por modesto que sea, cuesta más que hacer limpiar la ropa en seco en una tintorería.

     Sin embargo, para los que persistan en limpiar la ropa en casa, hay multitud de preparaciones inofensivas. Los Laboratorios de los Aseguradores de los Estados Unidos, enumeran como dieciocho de ellas que son incombustibles y, por tanto, inexplosivas.

     Vese por lo dicho que la gasolina es traicionera y peligrosa. Hasta hace pocos años, en la ciudad de Nueva York ocurrían diariamente, por término medio, dieciséis incendios causados por descuido o ignorancia en el empleo de la gasolina. Del 90 por ciento de estos incendios tenían la culpa señoras de casa, que, a fin de hacer ahorros mal entendidos, persistían en jugar con esa dinamita invisible.

     ¿Cómo evitar el peligro? Pues la cosa no puede ser más sencilla. No lleve usted nunca a casa gasolina, nafta ni bencina para limpiar. Está bien que empleemos gasolina en el coche, donde un mecanismo casi perfecto neutraliza sus peligros. Pero en la cocina y en el lavadero de casa... ¡ni soñando!
     «Selecciones» del Reader’s Digest, tomo VIII, núm. 48. Condensado por el R. D. de la revista «The Family Circle».
_________________
(*) El trasiego de gasolina desarrolla electricidad estática. Si ambos recipientes son metálicos, antes de efectuar el trasiego es necesario unirlos eléctricamente por medio de un cable, para evitar la chispa y la consecuente explosión. —Sherlock.

No hay comentarios: