Las maravillosas normas de una empresa comercial de grandes almacenes
No se cita el nombre de las grandes tiendas que dan estas normas a sus vendedores para el trato con los clientes.
1. Jamás debe salir de la tienda un cliente disgustado.
2. Está probado psicológicamente que la sonrisa se transmite por la voz. O sea, que la voz puede y debe sonreír lo mismo que el rostro.
3. Todos los empleados son como una familia comercial. Y velan, entre todos, por el bienestar y la prosperidad de la familia.
4. Nunca se hable muy fuerte. En voz baja, lenta y muy clara.
5. En la casa hay cafetería, a donde van a desayunar los empleados. Y se les ruega que vayan siempre solos. Así no pierden más tiempo del necesario para desayunar bien.
6. Todos los de la familia comercial lo compran todo allí mismo. Comprar en otro sitio es considerado como una traición a la casa.
7. Evítense las malas compañías. Rehúsese el trato de aquellas personas cuya influencia pudiere en algún modo ser nociva.
8. Por amigos que sean entre ellos los vendedores, delante de un cliente han de tratarse siempre de usted.
9. Lo mejor para un vendedor es un cliente difícil. Con el trato de los clientes fáciles, no se aprende nada; con el trato de los difíciles, si el cliente sale satisfecho de la compra, siempre se ha aprendido algo.
10. Nunca se pregunte: ¿Qué desea usted? Espérese que el cliente sea el primero en hablar.
11. Es indispensable la voluntad de agradar. Trátese al cliente de tal forma que, si regresa, busque al mismo vendedor que le atendió la vez anterior.
12. Infórmese exactamente al cliente, sobre todo lo que desea saber, incluso sobre la calidad de la mercancía.
13. La técnica de un buen vendedor, en el amplio sentido de la palabra, es el arte de ser útil al prójimo.
14. Elimínense las palabras «malo» y «caro» en la conversación mantenida con el comprador.
15. No se haga ni la más pequeña referencia a si el comprador está gordo o delgado. Y si el comprador se lamenta de estar demasiado grueso, dígasele: ¿No será idea suya? Un cliente algo grueso, tratado como si no se le notara, está siempre dispuesto a comprar.
16. El final siempre el mismo: ¿Desea usted alguna otra cosa, señor? Y si el cliente dice que no: ¡Muchas gracias!
17. La empleada del ascensor, pregunta: ¿Sección, por favor?
Y cuando el ascensor esté lleno, dice: Perdón; no pueden subir más. Vuelvo enseguida. ¡Muchas gracias!
18. Conviene que los empleados lean la publicidad de la casa. Que comuniquen a la dirección todo aquello que los anuncios les sugieren.
Si los vendedores están al corriente de la publicidad, la casa ofrece un perfecto sincronismo entre lo que anuncia y lo que hace de veras.
Antología de maravillas y curiosidades, por Noel Clarasó.
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