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martes, 19 de junio de 2012

Los hunzas, pueblo de maravillosa longevidad


Los hunzas, pueblo de maravillosa longevidad

Resumen de un relato de R. B. publicado en una revista inglesa.

    ¿Quiénes son los hunzas?Hace más de dos  mil años, tres soldados desertaron del ejército de Alejandro Magno y buscaron refugio en las montañas del Himalaya. Llevaron con ellos algunas mujeres persas, y se instalaron en un valle a 2.800 metros sobre el nivel del mar, y a muchos kilómetros de distancia de cualquier otro valle habitado. Los descendientes de aquellos primeros pobladores son los hunzas actuales.

    El país fue hasta 1974 un principado. Cuenta con alrededor de los 20.000 habitantes. Queda aislado por el resto de las tierras habitadas por montañas inaccesibles. Sus habitantes tienen rasgos raciales distintos de los otros asiáticos. Nadie tiene coche en el diminuto país. No hay hoteles. No se conocen los periódicos, ni el tabaco, ni los impuestos, ni la policía, ni el dinero. Y lo que aun es más asombroso: no se conocen las enfermedades.

    Los hunzas viven normalmente bastante más de cien años, y hasta muy viejos trabajan lo mismo que los jóvenes y cruzan, a pie, largas distancias. Y los hombres pueden ser padres hasta alrededor de los noventa años de edad.

    Viaje alrededor de la más misteriosa longevidad.La longevidad de los hunzas es extraordinaria. Y lo más extraordinario es que casi todos los habitantes del valle son igualmente longevos.

    Cuando un hunza está enfermo, cosa muy rara, pues la única enfermedad que a veces sufren es una especie de gripe, le envuelven en una manta caliente y le tienden en el suelo, al aire libre y a la sombra. La fiebre no tarda en desaparecer y el enfermo recobra la salud.

    Los viejos tienen la mirada clara como los adolescentes, y las mujeres pueden tener hijos y criarlos dándoles el pecho a una edad mucho más avanzada que las otras mujeres del mundo. Cuando se les pregunta cuál es el camino para ir a algún determinado pueblo, dicen: «Está muy cerca». Y este muy cerca significa horas de marcha a través de abruptos desladeros.

    Las mujeres hunzas son bellas y conservan la esbeltez hasta por lo menos los cincuenta años, sin que haya existido jamas entre ellas el problema de mantener la línea. Las jovencitas realizan hazañas atléticas que dejarían atrás a las campeonas de occidente. Los hombres son bien parecidos y fuertes. Y ninguno de ellos, ni hombres ni mujeres, necesitan hacer nada que vivir su vida corriente para mantenerse siempre en forma.

    Desconocen las enfermedades.Todas las enfermedades clásicas son desconocidas en el valle de los hunzas. No hay un solo canceroso, un solo tuberculoso, un solo diabético. Y las enfermedades del corazón, que tanto estrago causan en el mundo entero, no existen. Incluso se ignora lo que es un diente cariado.

    Un médico escocés, un tal McCarrison, permaneció durante catorce años al norte de Cachemira, en un pueblo relativamente vecino de los hunzas. Anunció a los hunzas que acudiría si le llamaban. Y le llamaron sólo tres veces y las tres veces por fracturas óseas debidas a caídas; nada más.

    Este pueblo parece como protegido por una misteriosa influencia de la naturaleza, o por hábitos de existencia que han sabido vencer todas las miserias siológicas del cuerpo humano.

    ¿Cuál es el secreto?Pero, ¿cuál es el secreto que les permite no estar jamás enfermos?

    Sólo se puede hallar una explicación en su manera de vivir y, sobre todo, en su manera de alimentarse. Son un pueblo de una sobriedad excepcional. La razón de esta sobriedad es la pobreza del país. Comen poco, porque no tienen comida para comer más. Y todas las primaveras, desde que terminan el fruto de una cosecha hasta que pueden recolectar otra vez, pasan un período de hambre. ¿Puede ser este poco comer la causa de su ininterrumpida salud?

    El régimen alimenticio.Comen carne una sola vez por semana y únicamente en el período de prosperidad. En los períodos de hambre, que duran tres meses, nada de carne.

    La alimentación es predominantemente vegetariana, casi siempre en crudo, con predominio de frutas y de algún tipo de cereal. Supresión de todos los condimentos y las especies, a excepción de una pequeña cantidad de sal. Nada de alcohol, nada de vino, nada de café ni de té. No fuman y no toman excitantes ni golosinas de ninguna clase.

Hunzas. El que está delante es de otra etnia.
    La disciplina alimenticia es tan importante entre ellos, que a las mujeres se las juzga por el partido que saben sacar de los recursos naturales del país.

    Viven casi exclusivamente de frutas. Y dan una importancia denitiva al cultivo de los árboles y arbustos frutales. Un proverbio hunza dice: «Tu mujer se negará a seguirte allí donde no prosperen los albaricoqueros». El 90 por ciento de la población es analfabeta, pero dominan el arte de los injertos como una de las sabidurías en el cultivo de los frutales.

    Cultivan mucha variedad de frutas: cerezas, ciruelas, melocotones, albaricoques, moras, granadas, melones, peras, uvas, manzanas. Mientras es tiempo consumen los frutos frescos. Después los consumen secos y en conserva. Una parte de las manzanas y las uvas que maduran a nes de la buena estación, las guardan extendidas sobre paja y las van consumiendo durante los meses de invierno.

    De los albaricoqueros comen el fruto y la almendra o semilla. El albaricoque es como la fruta nacional. Y los albaricoques secos mezclados con cereales son el principal alimento, sobre todo durante el invierno. Antes de comer los albaricoques secos, los tienen un tiempo en agua y así se hinchan. También, junto con las moras, los mezclan a algunos cereales y los prensan en forma de panes.

    El pan y la leche.El pan de cereales está formado de unas tiras de pasta y, para hacerlas comestibles, las ponen al calor, sobre una parrilla. Este pan sin levadura, comido en fresco es muy sabroso. Y no deja de serlo comido ya seco, recalentado previamente. Los cerales (trigo, cebada) los comen en sopas y en una especie de polenta muy fortificante.

    Leche toman poca, por la escasez de ganado. La mantequilla no la usan, por la misma escasez de la leche. Las únicas grasas que toman son las vegetales de las almendras y las nueces.

    Las verduras y otros vegetales.Cultivan también patatas, coles, zanahorias y berenjenas. También tomates que los secan al sol y los guardan. Durante la escasez, «la primavera del hambre», como dicen ellos, esos tomates guardados les aseguran la alimentación, junto con otros vegetales también guardados secos. Los cuecen a fuego lento en una marmita bien cerrada y beben también el caldo.

    La primavera del hambre.Durante el buen tiempo preparan un alimento con la mezcla de frutos, principalmente albaricoques, machacados y prensados junto con el grano de algunos cereales. Los machacan en agua y guardan por separado la pasta y el agua. Lo primero que consumen, cuando ya se les ha terminado el alimento fresco, es la pasta que tenían guardada. Y terminada la pasta viven únicamente del agua donde machacaron la mezcla. Y algunas veces pasan bastante tiempo, hasta cosa de un mes, sin más alimento que este agua.

Conclusión.Y la mayoría de ellos viven más de cien años y nunca están enfermos. Puede influir el clima y también, al parecer, el agua; pero sin duda también influye mucho el régimen alimenticio y al sobriedad.

    ¿Qué dirían a todo esto nuestras sociedades gastronómicas organizadoras de concursos y campeonatos de comer, los entusiastas de nuestros platos típicos tan celebrados y nuestros condecorados mesoneros?
   Antología de maravillas y curiosidades, por Noel Clarasó.

martes, 12 de junio de 2012

Fuego líquido para uso casero.


Fuego líquido para uso casero

El nuevo adelanto: una sola fuente de energía
para cocinar y para otras faenas domésticas (*)

Por Frederick Tisdale

    En una casa moderna, lo corriente es que guisen con gas, empleen la hulla o el gasóleo para la calefacción y la electricidad para alimentar la nevera y hacer funcionar la aspiradora y otros utensilios domésticos.

    «¡Eso es tan anticuado como antieconómico!» le dirán a usted los técnicos.

    Según ellos, una sola fuente de energía basta para todo eso. Y el utilizarla evitaría el desperdicio de calor que es desperdicio de dinero—; simplificaría las reparaciones; aligeraría las faenas de la casa.

    De estar a lo que aseguran los técnicos que lo recomiendan, el «calor líquido» —sustancia nueva que preparan los laboratorios de la Fundación John B. Pierce— puede producir toda la energía que se necesita en una casa.

    En la generalidad de ellas se aprovecha apenas, por término medio, como el 55 por ciento de la energía caloríca de la hulla que se quema. En vista de este derroche, Orion O. Oaks, ingeniero de una compañía estadounidense de caloríferos, la American Radiator Company, se propuso, para remediarlo, hallar un líquido portador de calor capaz de resistir altas temperaturas sin vaporizarse y de «funcionar en la casa con rendimiento de cerca del 100 por ciento».

    La idea de Oaks entusiasmó a J. F. O’Brien, director de la Pierce, cuya misión es hacer investigaciones y estudios encaminados al mejoramiento de la vivienda. La Pierce entró a colaborar con los que buscaban la solución deseada, que se halló al n en unos laboratorios de Massachusetts, los de Arthur D. Little, en la ciudad de Cambridge. La fórmula del calor líquido es todavía un secreto. Lo único que se sabe es que entre los ingredientes que sirven de base guran dos substancias muy comunes: petróleo y arena. Su nombre técnico es «silicato de tetracresilo».

    El agua hierve y se vaporiza a la temperatura de 100 grados centígrados. El silicato de tetracresilo no se vaporiza antes de que la temperatura suba hasta 436° C., que es un poco más alta que la necesaria para fundir el cinc. A diferencia del vapor de agua, el calor líquido puede emplearse para transmitir altas temperaturas sin alta presión y sin peligro de explosiones. Funciona con desperdicio mínimo, pues en lugar de escapar después de llegar por las tuberías de abastecimiento a los puntos donde se usa, regresa a la caldera, donde se calienta de nuevo y se pone otra vez en circulación.

    A temperaturas ordinarias, el líquido tiene la apariencia y algunas de las propiedades del aceite lubricante para motores. Huele a fenol (propiedad muy útil cuando ocurren fugas). Su no inflamabilidad se demostró vaciando gran cantidad de él sobre hulla ardiendo, la cual no lo encendió. No es venenoso y no ataca los metales. Cuando se quiera, con él pueden obtenerse, para cocinar, temperaturas muy superiores a las obtenibles con gas o electricidad, lo cual mejora el sabor y aumenta el valor nutritivo de ciertos alimentos.

    La instalación que la Pierce tiene en Summit, población de Nueva Jersey, ha estado cociendo pasteles, calentando agua y haciendo hielo por medio del nuevo líquido desde hace muchos meses, y enseñándoles cómo se usa a muchos industriales que van allí a estudiarlo. Como la Pierce no es empresa de negocios, en las casas no podrá empezarse a usar el calor líquido antes de que lo pongan en el mercado fabricantes autorizados por ella.

    Las partes principales del equipo con que Oaks enseña el uso del líquido son una caldera y un horno de calefacción ordinarios. Oaks quema antracita en el horno, pero puede quemarse cualquier otro combustible. La caldera y las tuberías contienen, en vez de agua, como 230 litros de silicato de tetracresilo. En los Estados Unidos este silicato cuesta unos seis y medio dólares el litro; pero es probable que cuando se produzca en grande escala el coste baje a la quinta parte del actual. Si no se producen fugas, la dueña de casa no tendrá que echar a su mecanismo de calor líquido sino como cuatro litros de tetracresilo cada cuatro años. Muchos experimentos han demostrado que el líquido, lejos de deteriorarse, mejora con el uso.

    Después de salir de la caldera, el líquido pasa por un serpentín, en el cual calienta agua instantáneamente y la mantiene caliente. Así pues, no se necesita tanque de depósito. El líquido pasa luego por una gasa tubular y pone en actividad un frigoríco de Servel.

    La cocina para cocinar con calor líquido está provista de una tortera o plancha de asar, una lámina calentadora, un tostador de pan, cinco aberturas circulares en que encajan otras tantas ollas metálicas especiales, y dos hornos. El abastecimiento de líquido para las diferentes partes se gobierna por medio de grifos. Sin embargo, la cocina tiene un sistema de regulación automático tan sencillo como los usados en las cocinas eléctricas y de gas. Mediante materiales atérmanos, o malos conductores del calor, se impide que éste se disipe y por tanto se pierda.

    El último artefacto de la tubería de retorno del líquido es un pequeño calorífero cerca del cual hay un ventilador que pone en circulación suciente aire caliente para la calefacción de una casa de cinco aposentos. A la cañería maestra del líquido pueden unírsele tuberías secundarias para las máquinas de lavar platos y de planchar, secadores de ropa, aparatos de enfriamiento del aire, etc.

    «Todo eso es admirable —dirán muchos—; pero ¿cuánto costará?» El equipo necesario para el uso del calor líquido en una casa mediana costará poco más o menos lo que cuesta hoy en los Estados Unidos el que se emplea para los mismos nes; o sea, entre 5.000 y 7.000 dólares. En lo que más se ahorrará será en el combustible. Oaks asegura que el nuevo sistema reducirá a la mitad los gastos de calefacción y del funcionamiento de los artefactos a que el líquido se adapta.

    El calor líquido, y así lo reconoce Oaks, adolece de varias deciencias. Por ejemplo, el aislamiento atérmano necesario para cubrir la manguera que va a una plancha, sería demasiado grueso e incómodo. Si el combustible que se usa es hulla, habrá que mantener el fuego constantemente encendido, tanto en verano como en invierno. Sin embargo, en muchas casas se hace ahora lo mismo, a n de que siempre haya agua caliente. Además, con un alimentador mecánico del horno de calefacción puede aminorarse mucho el trabajo.

    El inventor tiene planes según los cuales toda casa situada en cualquier lugar donde haya combustible suciente, podrá disfrutar de grandes comodidades sin necesidad de valerse de la energía suministrada por las empresas de servicio público. Se necesitará una pequeña turbina de vapor de baja presión, de unos 7½ caballos de vapor, acoplada a un generador eléctrico de 5.000 vatios. El calor líquido producirá vapor para el turbogenerador. Semejante instalación de energía —dice Oaks— suministrará electricidad suciente para usos domésticos y para las necesidades agrícolas de una granja pequeña. Está seguro de que, en los Estados Unidos, su generador podrá producir electricidad a cincuenta céntimos por kilovatio-hora, poco más o menos.

    El calor líquido hallará probablemente aplicaciones útiles en las panaderías, lavanderías, restaurantes y otros establecimientos que necesitan calor y acogerán con entusiasmo este método de producirlo fácil y económicamente.
    «Selecciones» del Reader's Digest, tomo XI, núm. 66.

(*) El sistema es excelente y muy superior a todos los convencionales. No obstante, no se ha generalizado, y posiblemente sea porque algunos artefactos del sistema, en especial la cocina, sean más caros que los de los sistemas convencionales. Ello no es óbice para que alguna otra empresa pueda lanzarlo con éxito al mercado, en especial en los países desarrollados, con una adecuada mercadotecnia. Este artículo se ha publicado aquí, pues, a título de curiosidad.---Sherlock.