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jueves, 11 de agosto de 2011

Caza y secuestro de Adolf Eichmann.

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Caza y secuestro de 
Adolph Eichmann
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Relato auténtico de uno de los más sensacionales secuestros de la historia.
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Por Bela von Block
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.. EL desvalido individuo de orejas prominentes y avanzada calvicie, descendió del autobús y echó a andar por una calle poco iluminada de Buenos Aires. Exteriormente parecía tan despreocupado como cualquier otro obrero al final de una larga jornada, mas en realidad estaba alerta, como lo había estado noche y día durante más de quince años.
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.. No veía nada que le diera motivo de alarma. Hacia la mitad de la manzana un vagabundo estaba sentado en un cajón. Quince metros más allá cuchicheaban dos comadres. Un poco más lejos, dos obreros se habían detenido a encender sus cigarrillos. En esto, entró en la calle un automóvil obscuro. Al verlo acercarse, el hombre de orejas prominentes se dirigió instintivamente hacia la casa a su izquierda. El coche frenó bruscamente, sus puertas se abrieron y cuatro hombres saltaron al pavimento. El sujeto intentó huir, pero fue inútil; estaba acorralado.
.. Guten Abend, Herr Obersturmbannführer!
.. Al oír el sarcástico saludo el interpelado abrió la boca, pero un violento golpe en la cabeza le  impidió proferir el grito. Se desplomó como un fardo y unas manos vigorosas arrojaron su cuerpo inerte al interior del coche. Los cuatro desconocidos subieron al vehículo, el conductor hizo un par de guiños con las luces, y el automóvil se alejó tan prestamente como había llegado. Así terminó la gran cacería humana. Adolf Eichmann, el hombre que había alardeado frecuentemente de ser «el verdugo de judíos número uno del mundo», había caído prisionero de la gente que más aborrecía, la gente que le había seguido implacablemente el rastro durante quince años.

Adolfo Eichmann cuando era teniente coronel de la SS.
.. En la segunda guerra mundial, el teniente coronel Adolf Eichmann de la SS, era jefe de la sección encargada de procurar la «solución final» de lo que los nazis llamaban «el problema judío». Era Eichmann quien tenía a su cargo los campos de muerte, las cámaras de gas, los crematorios, y quien decretaba deportaciones y ejecuciones en masa. Por orden suya se había dado muerte a unos seis millones de hombres, mujeres y niños. «¡Cuando termine mi misión no habrá más judíos en Europa!», había prometido en 1942 al jefe de la SS Heinrich Himmler.
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.. En mayo de 1945 las tropas estadounidenses habían capturado a Eichmann, pero ignoraban la identidad de su prisionero, que vestía un desharrapado y sucio uniforme de un cabo de la Luftwaffe, cuyos documentos de identificación también usaba. Para las tropas estadounidenses no era más que otro alemán destinado a un campamento de prisioneros de guerra. Eichmann no tardó en fugarse de la empalizada, y desaparecer.
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.. Después de la victoria, el nombre de Eichmann figuró casi a la cabeza de las listas de los criminales de guerra más buscados. Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y gran número de los otros países que habían luchado contra los nazis o padecido su dominación, emprendieron una gigantesca búsqueda para hallarle; pero, con el tiempo mermaron los esfuerzos, y casi toda la gente se olvidó de Adolfo Eichmann. No obstante, había algunos que le recordaban.
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.. Ya en junio de 1945, los refugiados judíos, particularmente los que habían ido a Palestina, tomaron medidas para asegurar de que no se interrumpieran las pesquisas en busca del criminal de guerra. Varios agentes, algunos de ellos miembros del servicio secreto de Israel, escudriñaron minuciosamente ambos hemisferios. Finalmente, sus actividades fueron coordinadas por una oficina central de Tel Aviv.
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.. Había algunas pistas. Adolfo Eichmann se había criado en Linz (Austria), donde vivían su esposa y sus hijos. Se envió a Linz un agente que compró una tiendecita situada cerca de la casa ocupada por la esposa del fugitivo. Allí debía mantener el agente-tendero una vigilancia constante. Todavía después de marcharse la señora Eichmann de Linz, el agente permaneció allí con la precaria esperanza de que el perseguido regresase a su ciudad natal.
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.. En diversas ocasiones recibieron avisos de que Eichmann estaba en Alemania occidental, Siria, Egipto, Turquía, España... Cada una de esas veces se siguió la pista, y en todas ellas fracasaron los sabuesos. En 1957, un agente descubrió a Eichmann en Buenos Aires, pero fue tan torpe que perdió su rastro. Y, a pesar de haber acudido allí a toda prisa más de veinte agentes adicionales que buscaron palmo a palmo por toda la ciudad durante tres meses, no volvieron a encontrar huella alguna.
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.. Después, en 1958, el gobierno de Alemania occidental estableció en Ludwigsburgo la Oficina Central de Causas por crímenes de guerra nacional-socialistas. Esta dependencia, dirigida por el Dr. Erwin Schüle como magistrado-jefe, auxiliado por otros ocho jueces alemanes occidentales, fue creada para compilar pruebas y preparar las causas contra todos los exnazis acusados de crímenes de guerra que no habían sido juzgados aún. Alemania occidental notificó a las autoridades israelíes que la oficina central cambiaría con ellas información sobre los criminales de guerra nazis.
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.. En 1959 se envió a Ludwigsburgo un selecto grupo de expertos agentes israelíes del servicio secreto, varios de los cuales eran originarios de Hungría. Esto era explicable, pues fue en Hungría donde Eichmann perpetró algunas de sus más horrendas atrocidades, enviando a las cámaras de gas y los crematorios a unos 450.000 húngaros de ascendencia judía. Uno de los agentes húngaros que fueron a Ludwigsburgo usaba el seudónimo de “Sandor Fekete”; sus padres, hermanos y hermanas habían sido muertos, y él había jurado vengar sus muertes y entregar a Adolfo Eichmann a la justicia. Durante varios años formó parte de un grupo que trabajaba en el caso.
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.. Estando en Alemania occidental, los israelíes se enteraron de fuente fidedigna, que Eichmann residía, efectivamente, en Buenos Aires. Consideraron esta indicación suficiente para justificar pesquisas en gran escala. Sandor Fekete y otro húngaro de ascendencia judía de 55 años de edad, cuyo seudónimo era “Lajos Molnar”, marcharon a Buenos Aires con otros cuatro hombres y una muchacha. Viajaron por separado, como turistas y hombres de negocios. Molnar había de ser particularmente útil, pues había visto varias veces a Eichmann en Budapest en 1944. Ni Fekete ni Molnar tenían rasgos judíos que pudiesen delatarlos, pues sus órdenes consistían en hacerse pasar por impenitentes nazis húngaros que habían huído antes de la llegada del ejército ruso, y ganar así acceso a las populosas colonias de nazis exiliados por propia voluntad, muchos de ellos criminales de guerra, que habían buscado refugio en la Argentina durante el régimen de Juan Perón.
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.. En Buenos Aires, Fekete y Molnar pronto establecieron contacto con los elementos nazis y gradualmente fueron aceptados por varios grupos; pero, aunque los expratriados hablaban sin ambages de sus propias hazañas durante la guerra, no hacían nunca ni la más pasajera mención de Eichmann.
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  Transcurrieron muchos meses, hasta que un día de enero de 1960, en una tertulia donde se bebió más de la cuenta, Molnar oyó una sola frase que le dio la primera clave precisa: «¡Pobre Eichmann! Haciendo piezas de automóviles, después de haber sido uno de los hombres más poderosos del Reich!»
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.. Inmediatamente, los agentes concentraron la busca en las fábricas de automóviles, atisbando la entrada y salida de los trabajadores. Un día vieron salir de la Mercedez-Benz de Buenos Aires a un hombre alto y enteco, de cara enjuta y orejas prominentes. Lo siguieron hasta un autobús que le condujo a otro sector de la ciudad. El agente no se arriesgó a ir más lejos. Aquello era suficiente por el momento; podría recobrar el rastro al día siguiente.
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.. Notificadas las autoridades israelíes por cablegrama cifrado, Fekete y sus compañeros recibieron aviso de que salían “refuerzos” para Buenos Aires: cerca de una veintena de agentes y “comandos”.
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.. Pero todavía quedaba mucho por hacer. Había que confirmar sin género alguno de duda la identidad de Eichmann. Seguido el sospechoso hasta su casa, una investigación cautelosa reveló que vivía bajo el nombre de “Ricardo Clement”. Al enseñarle a los vecinos unas fotografías de la esposa del fugitivo, tomadas en Austria, estos contestaron:
..Sí; la conocemos. Es la señora Clement.
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.. Mediante un soborno de gran cuantía y la promesa de una recompensa aun mayor se obtuvo la confirmación definitiva, dada por un sujeto que había tenido un gran puesto en la policía durante el régimen de Perón. «Clement es Eichmann», les dijo.
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.. En Israel se originó entonces un acalorado debate entre los jefes del gobierno, el servicio secreto y el ejército. Algunos opinaban que Eichmann debía ser asesinado sin más trámites. No obstante, la mayoría decidió que se le debía llevar a Israel, donde se le sometería a un juicio con todos los requisitos legales. Se daban cuenta, sin embargo, de que la captura y el traslado de Eichmann a Israel no podría realizarse legalmente, pues no existía entre los gobiernos de la Argentina e Israel un acuerdo para la extradición de criminales de guerra que vivieran en aquella nación. Había que secuestrarlo y sacarlo del país clandestinamente; pero ¿cómo hacerlo?
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.. Los propios argentinos proporcionaron sin darse cuenta la solución del problema. Para atraer turistas a las festividades del sesquicentenario de la Independencia, que se celebraría en mayo, el gobierno argentino resolvió dispensar de la mayoría de los requisitos de aduanas e inmigración a todos los aviones que aterrizasen en el país durante las fiestas. Gracias a esto, si secuestraban a Eichmann y lo ocultaban en un lugar secreto, podrían luego embarcarse en un avión comercial de Israel. Para dirigir toda la operación se envió a Buenos Aires un intrépido y aguerrido oficial de “comandos”.
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.. Ricardo Clement-Adolfo Eichmann había tenido la debilidad de dejarse dominar por el hábito. Tomaba siempre el mismo autobús, del que descendía en la misma esquina. Desde la parada del autobús hasta su casa recorría siempre el mismo trayecto, solo.
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.. Sandor Fekete y tres de los mejores “comandos” israelíes fueron designados para formar el pelotón encargado de efectuar el secuestro. Les auxiliarían varios miembros del grupo, como vigilantes y guardias. Otros llevarían automóviles adicionales por si se inutilizaba el que conduciría al nazi, o para interceptar el tráfico en caso de persecución. Y algunos más prepararían el escondrijo  (una granja a varios kilómetros de Buenos Aires) donde se recluiría a Eichmann hasta que llegase el momento de ponerlo a bordo del avión para transportarlo a Israel.
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.. Se dispuso dar el golpe el miércoles 11 de mayo de 1960. El avión no llegaría a Israel hasta unos días después, pero los “comandos” consideraron necesario obrar sin más demora.
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.. Los israelíes tuvieron suerte. El 11 de mayo resultó un día desapacible y lluvioso. En las calles habría menos gente que de ordinario.
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.. A última hora de la tarde dejó de llover. Todo estaba listo. Finalmente cesó el trabajo en la fábrica Mercedez-Benz, y los obreros empezaron a desfilar por la puerta. Uno de ellos era Eichmann, alias Ricardo Clement. Ocupó su lugar en la fila que aguardaba el autobús y subió cuando le llegó el turno.
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.. Detrás de él subió un agente israelí con traje común de faena. Una linda mujer de cutis aceitunado, que parecía esperar a su marido a la salida del trabajo, se dirigió al teléfono público más próximo.
.. Ya va en el autobús dijo, y colgó en seguida.
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.. Dos automóviles siguieron el autobús a prudente distancia, sin perderlo de vista un instante. Todo estaba perfectamente coordinado. Ricardo Clement bajó del vehículo y echó a andar hacia su casa. Entonces un automóvil dobló la esquina de la calle por donde él iba y se detuvo a su lado. Los “comandos” salieron de un salto y cercaron a su presa. Uno de ellos descargó con gran fuerza una cachiporra sobre el cráneo de Eichmann. Cuando este recobró el conocimiento, ya estaba en la casa de campo, rodeado de más de una docena de agentes israelíes.
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.. El aspecto físico de Eichmann había cambiado algo, pero el nazi seguía siendo el mismo cobarde de siempre.
.. ¡No me maten! ¡Por favor, no me maten! imploró.
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.. Los israelíes no tenían intención alguna de hacerlo; pero no se lo dijeron. En aquel momento Sandor Fekete tuvo una inspiración.
.. Tiene usted una posibilidad de salvar la vida le dijo. Firme una carta declarando que va con nosotros voluntariamente, por su libre determinación, y le conduciremos a Israel para juzgarle por crímenes de guerra...

En Buenos Aires, durante el cautiverio, en mayo de 1960.
.. Eichmann escribió la carta. En los días siguientes ofreció escribir más cartas y facilitar información sobre otros criminales de guerra fugitivos. Ofreció traicionar a sus antiguos camaradas, a sus amigos. Ofreció cualquier cosa; prometió todo lo que quisieran. Cada vez que hablaba, cualquier cosa que decía, era recogida por un magnetófono, amén de un taquígrafo.
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.. El 19 de mayo de 196o, un avión turboreactor Britannia de la línea aérea El Al recibió permiso para aterrizar en Buenos Aires. Las festividades de la Independencia argentina ya habían comenzado.
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.. Hacia la medianoche del día siguiente, el avión se elevaba otra vez con su máxima capacidad de combustible y un manifiesto en el que figuraban diecinueve tripulantes. En el aeropuerto nadie contó ni controló cuántas personas iban a bordo.
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.. El 23 de mayo de 1960, Adolfo Eichmann compareció ante un tribunal de Tel Aviv-Jaffa, en Israel. Se le encausó bajo la ley israelí que gobierna el procesamiento y condena de los criminales de guerra nazis y sus colaboradores.

Durante el juicio en Israel.
.. El cargo específico formulado contra él fue el haber ordenado el exterminio de 6.000.000 de hombres, mujeres y niños judíos. Eichmann indicó que basaría su defensa en el principio de «Befehl ist Befehl», axioma militar alemán que proclama que «órdenes son órdenes». Alegó que no hizo sino cumplir las órdenes de sus superiores y, por tanto, no podía hacérsele responsable de ninguna de sus acciones. Esta fue también la táctica de defensa de que emplearon Hans Frank, Wilhelm Frick, el coronel-general Alfred Jodl, el jefe de la Gestapo Ernst Kaltenbrunner, el mariscal de campo Wilhelm Keitel, Alfred Rosenberg, Fritz Sauckel, Arthur Seyss-Inquart, Julius Streichel y el ministro de Negocios extranjeros nazi, Joachim von Ribbentrop, en los procesos internacionales de 1946 por crímenes de guerra, que tuvieron lugar en Ñurenberg. Pero esa defensa no les sirvió de nada. Fueron declarados culpables de crímenes de guerra y ajusticiados.
.. «Selecciones» del Reader’s Digest, tomo XL, núm. 241.


Información complementaria
.. El artículo precedente fue escrito pocos meses después del secuestro de Eichmann, pero antes de la sentencia, por lo cual se añaden los datos faltantes y relevantes.
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.. El juicio terminó el 15 de diciembre de 1961. Se le condenó a muerte, a ser ahorcado desnudo. Lo ejecutaron el 31 de mayo de 1962. Sus últimas palabras antes de morir, fueron: «¡Larga vida a Alemania! ¡Larga vida a Austria! ¡Larga vida a Argentina! Éstos son los países con lo que más me identifico y nunca los olvidaré. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy preparado».
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.. Su cuerpo fue incinerado y las cenizas arrojadas al mar Mediterráneo, para evitar que su tumba fuese visitada por partidarios al nazismo.

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