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viernes, 1 de octubre de 2010

La felicidad y la riqueza: su origen.

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Felicidad y riqueza: ¿cuál es su origen?
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por Kauthilya y Thomas Cleary
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Kauthilya fue un filósofo de la India que fue en Occidente comparado con Aristóteles. El Dr. Thomas Cleary nos ilustra y comenta lo que este sabio de hace más de dos mil años nos dice sobre la felicidad y la riqueza.
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La raíz de la felicidad es la justicia;
la raíz de la justicia es la riqueza.
La raíz de la riqueza es la soberanía;
la raíz de la soberanía es el dominio de las facultades.
—Kauthilya.
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La raíz de la felicidad es la justicia, porque mal podemos ser felices si nos encontramos constantemente en situaciones de conflicto, si estamos constantemente en guardia, constantemente preocupados, constantemente urdiendo planes.
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Si somos tan desconsiderados y tan egoístas que ofendemos a los demás habitualmente, e incluso transgredimos sus derechos, las mismas fricciones y antagonismos que son consecuencia de la conducta injusta hacen imposible que podamos vivir una vida feliz.
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Además, tampoco es posible vivir una vida feliz si no existe un sentido del orden y de la justicia en el que puedan basar sus tratos mutuos los individuos y las comunidades, debido a la misma inseguridad y a las sospechas que suscitará tal situación de falta de confianza.
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La raíz de la justicia es la riqueza, porque, en condiciones de carestía y de necesidad abrumadoras, el instinto se impone a la inteligencia. Mencio, sabio chino que vivió hacia la misma época del filósofo indio Kauthilya, observó que en su época el fuego y el agua abundaban tanto que la gente los daba de balde; «si las judías y el trigo abundasen tanto, nadie dejaría de ser generoso», reflexionaba el sabio.
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Existe también otro motivo por el que la justicia está arraigada en la riqueza. «La pobreza hace enmudecer al hombre inteligente —dice el sabio sufí Hadrat Alí—, impidiéndole presentar sus alegaciones, y el pobre es forastero en su propio pueblo». Las personas que carecen de éxito tal como se entiende éste en las sociedades a las que pertenecen, no son respetadas, y les resulta difícil que el sistema social las trate con justicia. Al ser incapaces de protegerse a sí mismas, son incapaces por ello de proteger a los demás. En este sentido, a toda persona que asume una responsabilidad social, sobretodo si es responsable de otros, le resulta imprescindible alcanzar un grado razonable de prosperidad.
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No obstante, vemos todos los días que se necesita algo más que la riqueza material para gozar de seguridad y ejercer la justicia. Existen, sin duda, personas ricas que no por ello dejan de estar insatisfechas y de ser ambiciosas y expoliadoras. Por ello, en el sistema social tradicional ario, la educación moral se imparte antes del compromiso profesional.
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El sabio sufí Hadrat Alí dijo: «No hay riqueza como la inteligencia, y no hay pobreza como la ignorancia». El inteligente que no tiene riqueza material puede alcanzar lo material necesario aplicando dicha inteligencia, mientras que es fácil que el rico que no tiene inteligencia pierda las ventajas de que ya dispone por no aplicar la inteligencia a sus valoraciones y a sus prácticas.
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Así pues, la raíz de la riqueza no es la propia riqueza, sino aquello por lo que la riqueza se puede alcanzar honradamente y aplicar con justicia. El sabio dice, pues, que la raíz de la riqueza es la soberanía. Esto significa algo más que una esfera de influencia; significa la capacidad de aplicarse y de utilizar los recursos de manera autónoma, según los dictados de la inteligencia, de la manera más adecuada para la búsqueda del bienestar, de la justicia y de la felicidad.
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La soberanía comienza por el yo, por el dominio del yo, y esta soberanía se extiende al entorno social y material en proporción con el desarrollo interior de las facultades humanas. Por eso dice el sabio que la raíz de la soberanía es el control de las facultades. Esto tiene un significado doble: el autocontrol y la autoaplicación.
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El dominio de las facultades en forma de autocontrol es la raíz de la soberanía en el sentido de que permite al individuo trabajar en el mundo con un corazón optimista que no se desvía por atracciones o distracciones temporales. Los antiguos estrategas chinos hablaban de utilizar el deseo y la ira para manipular a los adversarios; los que han dominado sus propias facultades son unos ganadores en tal medida, en el sentido de que tales prácticas no pueden arruinarlos.
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El dominio de las facultades en forma de autoaplicación se encuentra también en la raíz de la soberanía, en el sentido de que el potencial interior es inútil si no se moviliza. Esta movilización del potencial interior debe corresponderse además, de algún modo, con un potencial exterior existente. Por otra parte, la capacidad de percibir, de aprehender y de emplear con eficacia esta correspondencia entre la posibilidad y la oportunidad forma parte integral del autodominio o dominio de las facultades.
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Del dominio de los sentidos, la soberanía; de la soberanía, la riqueza; de la riqueza, la justicia; y de la justicia, la felicidad. Éste es, en suma, el esbozo de todo el arte y ciencia de la riqueza.
Kauthilya y Thomas Cleary: «El arte de la riqueza». Traducción al español de Alejandro Pareja Rodríguez.

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