domingo, 7 de agosto de 2011

La ciencia de los porqués Noel Clarasó

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La ciencia de los porqués
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Cada uno, en definitiva, se ve reducido a sí mismo.
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Por Noel Clarasó
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.. NADA sucede en este mundo que no tenga una causa. Ésta es una verdad fundamental que todos sabemos, pero que no todos tenemos siempre presente. El que consigue posesionarse del sentido de esta verdad se acerca a la vida y la comprende, porque la vida no es más que una infinita sucesión de causas y efectos.
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.. El descubrimiento y el goce de la belleza es una gran cosa; pero el descubrimiento y la recepción constante de la ley de la causa y del efecto es, para el hombre común, de mucha más importancia que el arte. No todos estamos dotados para explicar y para comprender la belleza; pero todos estamos dotados para comprender que nada sucede en este mundo que no tenga su causa.
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.. Bueno, ¿y qué? ¿Pretendo hacer un descubrimiento con esto? No. Ni con esto ni con nada. Sólo pretendo ayudaros, sencillamente, a vivir un poco mejor. La ciencia de los porqués es la ciencia de la conformidad y de la enmienda. Veámoslo.
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.. Vais en una plataforma del tranvía, distraídos, y un ratero os roba el reloj. Os dais cuenta después. Y un chorro de indignación os inunda. Si obráis dominados por esta indignación os lamentaréis, explicaréis el caso a gritos a todo el mundo, hasta a los desconocidos (que aprovecharán la ocasión para pasar un buen rato; y si queréis convenceros pensad que sois uno de ellos y el robado es otro) y presentaréis una denuncia a la policía. Las consecuencias serán, probablemente, que además del reloj habréis perdido el tiempo y habréis aumentado el daño material con el daño moral de vuestra excitación.
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.. Si acudís a la ciencia de los porqués, pensaréis así: «Estamos en un mundo tal, donde algunos hombres, por causa de la herencia o del medio, se han pervertido y viven de lo que roban a otros... Y el ciudadano de la calle ha de tener, sobre todo en las apreturas, mucho cuidado con los rateros; ha de defenderse de ellos con atención, porque, en esto y en todo, cada uno, en definitiva, se ve reducido a sí mismo».
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.. La ciencia de los porqués elabora efecto y causa, y gracias a ellas pensaréis que os han robado porque un ladrón ha coincidido con un hombre distraído; y que hay ladrones porque la sociedad los crea y no es capaz de eliminarlos; y que... Y así sucesivamente acabaréis comprando otro reloj, sino con alegría al menos con cierta filosofía que excluye la amargura.
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.. La consideración de la causa y el efecto nos hace perder este aire absurdo de sorpresa e indignación que adopta tanta gente primitiva ante cualquier acontecimiento.
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.. Mucha gente vive en medio de la naturaleza humana, como en un país extranjero donde todo el mundo hable un lenguaje incomprensible, y donde prevalezcan costumbres insólitas e imprevistas.
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.. Hasta aquí por lo que se refiere a los actos ajenos; pero hay también los actos propios, que todos tienen su porqué. Obedecen a una causa que conviene averiguar en cada caso. ¿A quién acudiremos para averiguarla? Los otros no conocen las razones auténticas de nuestros actos. Nosotros, sí. No tenemos más remedio que acudir a nosotros mismos.
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.. Cuando intentamos justificar nuestros actos ante los demás decimos mentiras siempre. Somos así. Sin duda lo hacemos para salvar una reputación que estimamos un gracioso adorno de la vida social. Y no digo que nos equivoquemos.
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.. Pero nosotros mismos, con un poco de valor, podemos confesarnos la verdad. Pensemos: «¿Por qué he hecho tal cosa?», y contestemos con sinceridad, llegando al fondo, hasta averiguar el motivo real. Así adelantaremos en el conocimiento de nosotros mismos, destruiremos la causa de nuestra intemperancia y podremos corregirnos.
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.. Muchas veces nuestras intervenciones en la vida, fallan. Y nos damos cuenta del fallo. Si no nos damos cuenta, es que somos tontos y nada nos impide, entonces, estar contentos de nosotros mismos. Una vez, en broma, escribí: «No les debe de ir tan mal a los tontos, pues ninguno se queja de serlo». Y esto es una verdad como un templo. No; no les va mal, a veces. Pero la tontería es inimitable e inadquirible. El que la tiene la tiene, y el que no, se ve reducido a soportar su inteligencia.
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.. Cuando nos damos cuenta del fallo de una de nuestras intervenciones en la vida, si pretendemos mejorar hemos de poner los medios para evitar un fallo semejante en la próxima ocasión. Y el único medio seguro es averiguar la causa del fallo. ¿Por qué he cometido tal y cual torpeza? Nunca esta pregunta queda sin contestanción. Y, conocida la causa, ya tendremos un enemigo visible contra el que luchar.
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.. Unas veces fallamos por timidez, otras por osadía, otras por incomprensión, otras por falta de tacto, otras por decir verdad, otras por mentir... Y si, convencidos de que todo tiene su causa verdadera, averiguamos la de cada fallo, que es nuestra auténtica razón, conseguiremos en poco tiempo manejar con suma habilidad la timidez, la osadía, comprensión, el tacto, la verdad y la mentira, para el feliz éxito de todas nuestras intervenciones en la vida. ¿No os parece?
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.. No olvidéis que para el goce pleno de la vida, hemos de estar, en todo momento, contentos de nosotros mismos. Bueno, plenamente contentos, no. Una aproximación... ¿No sabéis que la vida buena se llena y se cumple toda con aproximaciones felices?
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No te entregues a lamentaciones inútiles; busca la causa del mal.
.. «Vive más, vive mejor», por Noel Clarasó.
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.. N. B.—Véase «Las consecuencias lógicas», por Noel Clarasó, y otros artículos del mismo autor, en esta bitácora. Véase el Índice de artículos en la columna derecha.

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