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domingo, 2 de diciembre de 2012

El secreto de los platillos volantes


El secreto
 de los platillos volantes

Por Henry J. Taylor

    Sin revelar secreto militar alguno, puedo asegurar que los platillos volantes existen en realidad. Los hay de varias formas y dimensiones. Varían en tamaño, según informes fidedignos, desde pequeños discos blancos de cincuenta centímetros de diámetro y quince de espesor (como el que se halló en la bahía de Galveston, estado de Tejas) hasta los de 76 metros de diámetro, lo cual es un tamaño muy grande.

    Casi todos tienen figura circular, aunque los hay de varias otras formas. Algunos son planos con los bordes inclinados hacia arriba, como platillos dulceros; otros tienen en el centro una protuberancia que parece un pastel. De estos últimos se tomaron fotografías cerca de Wildwood, estado de Nueva Jersey, y en otros sitios.

    Algunos son dirigibles; otros no. Ninguno de ellos emite luz, humo ni sonido, ni da señales de que lleve mecanismo propulsor.

    Pueden permanecer estacionarios en el aire por un momento y luego partir en cualquier dirección, tambaleándose y acelerándose perezosamente, según informan varios pilotos de las líneas aéreas de los Estados Unidos, hasta adquirir casi la velocidad del relámpago. Sin embargo, son completamente inofensivos.

    No hay duda de que como el 90 por ciento de los platillos volantes que al parecer se han visto son producto de la imaginación o de la confusión. Empero, los nueve que vieron en la costa occidental de los Estados Unidos el capitán E. J. Smith, de la United Airlines, su copiloto y su cabinero, eran verdaderos. También lo fueron los cinco discos que vio Fred M. Johnson virando en curva ascendente sobre los montes de las Cascadas, en el estado de Oregón. También lo era el platillo de treinta metros de diámetro que se vio en Nuevo Méjico la mañana despejada de un domingo de abril de 1949, volando a grande altura. También lo era el disco de unos setenta y seis metros de diámetro que vieron los policías del estado de Kentucky volando por sobre la población de Madisonville el 7 de enero de 1948.

    Los platillos volantes son parte de un gran proyecto experimental que ha venido progresando en los Estados Unidos desde mediados de la década de 1940. Ha pasado por varias etapas de desarrollo.

    Los meses en que los particulares ha visto más platillos en el aire durante la primera etapa del proyecto, ha sido julio de 1947, enero de 1948 y abril de 1950. Los platillos han ido aumentando de tamaño en cada etapa. Vuelan a alturas de 300 a 9.000 metros, y a veces más alto.
Platillo volante construído por la Fuerza Aérea estadounidense.
    Yo sé para qué se usan los platillos volantes, pero hasta ahora son un secreto militar importante. Cuando la Fuerza Aérea de los Estados Unidos crea que conviene dar la correspondiente información al público y lo haga, ello será una noticia maravillosa. Creo que, mientras tanto, nadie debe meterse a explicar para qué son.

    En mis esfuerzos por cerciorarme de si los platillos volantes existían o no, y en caso de que existiesen, averiguar si provenían de Rusia, me vi desconcertado por las descripciones contradictorias de testigos oculares, hasta que descubrí que en el cielo hay ahora verdaderamente no un misterio sino dos.

    En una de mis radiodifusiones de hace pocos meses señalé la diferencia entre el verdadero platillo volante y un objeto llameante en forma de cigarro de unos treinta metros de largo que varios pilotos escrupulosos de las líneas aéreas comerciales aseveraban haber visto volando a gran altura, y el cual, si existe, ha de ser realmente aterrador.

    El hecho es que sí existe. Sin embargo, no es un disco volante ni nada que lo parezca. Es el misterio aéreo número dos. Vuela de noche, rugiendo y lanzando llamas por unas aberturas cuadradas del fuselaje semejantes a ventanas. No tiene alas. En seguida se da la descripción que de él hacen dos empleados confiables de la Eastern Airlines: el capitán Clarence S. Chiles, y el piloto John B. Whitted. Su informe oficial concuerda con las descripciones de lo visto sobre Jackson, estado de Misisipi; de lo que observaron dos pilotos de la Chicago & Southern Airlines cerca de Menfhis, estado de Ténesi, y de lo que se vio en la ciudad de Washington. Todas éstas son descripciones verídicas.

    Chiles y Whitted iban volando por sobre Montgomery, estado de Alabama. Era la 1,45 de una noche clara de luna, con unas pocas nubes desparramadas.

    «De repente dice el capitán Chiles apareció arriba un objeto  brillante  que se movía con gran rapidez y que se lanzó hacia nosotros. Viramos a la izquierda. El objeto viró bruscamente también, y pasó a cosa de doscientos metros por encima de nuestro avión.

  «Aquel objeto era de forma de cigarro, medía cerca de treinta metros de longitud y no tenía alas. Era tan brillante como una luz de magnesio. Arrojaba por el escape llamas de color rojo anaranjado. Por todo el borde del fuselaje emitía una luz intensa semejante a la de las lámparas fluorescentes.

    «El objeto se empinó y penetró en las nubes con increíble velocidad. La perturbación debida a su chorro de llamas sacudió nuestro Douglas DC-3, de la Eastern Airlines».

    Este es el informe firmado por el capitán Chiles y el piloto Whitted. Ambos son hombres perfectamente confiables, según ha dicho el capitán Eddie Rickenbacker.

    El pavoroso aparato no era un platillo volante, ni tenía realmente forma de cigarro. Era casi circular; pero cualquier objeto de esa forma, cuando se mueve a tal velocidad parece alargarse en la dirección del movimiento. A diferencia de los platillos volantes, el aparato llevaba gente a bordo.

    Era éste un avión experimental de combate de la armada de los Estados Unidos; un enorme avión de chorro de velocidad portentosa y figura de disco un poco achatado. En el borde del cuerpo del aparato hay una serie de lumbreras de motores de chorro que rodean las llamas emitidas por los escapes. Visto de noche el avión parece un disco llameante que surca el aire. Su velocidad máxima es todavía un secreto que a mí no se me permite revelar.

    Este disco no vino ni de Rusia ni de Marte; vino de Patuxent, estado de Maryland. Así lo declara la armada, y yo estoy autorizado para anunciarlo al público. Pero los detalles no deben darlos a conocer sino las autoridades militares de los Estados Unidos.

    Si alguien encontrare un platillo volante (lo cual sucede rara vez, porque casi todos están hechos de material que se disgrega en el aire y desaparece al cabo de un tiempo determinado), verá estarcida en él en letras negras la misma advertencia que llevaba estarcida el platillo original hallado en Tejas; a saber:

SECRETO MILITAR DE LAS
FUERZAS AÉREAS DE LOS
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
(y un número)
QUIEN DAÑARE ESTE PROYECTIL O
REVELARE SUS DETALLES O EL LUGAR DONDE
ESTÁ, SERÁ PROCESADO POR EL
GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS.
TELEFONÉESE EN SEGUIDA, A COSTA NUESTRA.
(Aquí un número de teléfono y la dirección de una base aérea de los Estados Unidos).
NO ES EXPLOSIVO.

    En resumen: los platillos volantes sí existen y son pertenencia de los Estados Unidos. Una buena noticia para todo el mundo.
    «Selecciones» del Reader's Digest, tomo XX, N.° 118. (De una emisión radiofónica realizada en los Estados Unidos).

2 comentarios:

Leo dijo...

Hola Alejandro, voy a compartir esto sobre todo para esos crédulos de extraterrestres y cosas así y esos otros del 21-12-2012.

Un cordial Saludo

Sherlock dijo...

¡Gracias por tu comentario, Leo, y por compartir o difundir este artículo!

Un cordial saludo.