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lunes, 16 de abril de 2012

Japón (cómo son sus habitantes y cómo comportarse en ese país).

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JAPÓN
CÓMO SON SUS HABITANTES Y CÓMO COMPORTARSE EN ESE PAÍS
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Por James de Coquet y Kikou Yamata
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.. Fué en Amashidaté donde yo comprendí que el Japón era el país más educado y acogedor del mundo.
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.. Aquel lugar es encantador y de estilo completamente japonés. El hotel, rodeado de camelias rojas, está situado en una colina desde donde se divisa el mar a través de un bosque de pinos obscuros sabiamente alineados.
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.. Una comida típica.Cuando hube dejado mis zapatos en el vestíbulo, una joven sirvienta me acompañó hasta mi habitación, que estaba amueblada sencillamente y tenía una mesita baja en el centro, una lámpara y un ramo de flores. Siguiendo la costumbre de los hoteles japoneses, empecé a desnudarme. Según me iba quitando la ropa, la sirvienta la iba doblando cuidadosamente y la colocaba en un armario empotrado. Cuando me despojé de todo, me dio una yucata, el quimono de algodón, y viendo mi torpeza al ponerme el cinturón que debe ponerse sin atar, vino a ayudarme, sin poder ocultar la risa. Inmediatamente después me acompañó al ofuro.
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.. El ofuro es un baño rectangular de piedra, que se calienta con leña por la parte de abajo; de este modo el agua está siempre caliente. Todas las casas japonesas, hasta las más modestas, tienen su ofuro, y todos los de la casa se bañan todas las noches antes de cenar. La higiene aquí tiene un carácter ritual. El padre se baña el primero, después la madre, después los hijos y por último los criados. En los hoteles, como es natural, los viajeros se bañan según van llegando.
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.. De vuelta a mi habitación cambié mi yucata por un quimono de seda negra con algunos bordados blancos en la parte superior, y me puse a descansar unos momentos sobre los almohadones colocados junto a la mesa. Al poco rato me avisaron que la comida estaba servida. Esta tenía lugar en un cuarto igual al mío. En el Japón, las habitaciones no tienen un destino particular; todas tienen un carácter provisional; este cuarto servía de comedor porque había en el centro una mesa para diez o doce personas. Éramos solamente tres: nuestro anfitrión míster I., un ingeniero francés y yo. Se tiene la costumbre de que los hombres no coman sin compañía femenina; por lo tanto, había dos geishas y otras dos jóvenes cuya presencia no pude definir.
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.. La comida era excelente. Se componía de shachemy, o sea pescado crudo con salsa de soja; de tempura, o sea pescado frito; de algas secas, cogollos de bambú, sopa de crisantemos, pollo asado, arroz y un skiyaki, que es un ragú cocinado en un hornillo en presencia de los comensales y está compuesto por filetes de ternera muy delgaditos, puerros, setas y una verdura parecida por la forma a los macarrones.
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.. Las geishas nos servían en unos preciosos recipientes el sake caliente (especie de vino de arroz), y de cuando en cuando nosotros les devolvíamos la misma atención: llenar el vaso y ofrecerles bebida. Lo mismo hacíamos con las honorables cocineras y con las sirvientas.
Geisha tocando el samisén.
.. Por mi calidad de noble extranjero (el ingeniero era ya cliente antiguo), yo fuí objeto de más atención por parte de las geishas. Las dos me rodeaban, una tocando el samisén con una uña de marfil en el dedo medio, y la otra cantando viejas canciones del país. La que cantaba no valía mucho; en cambio la del samisén, bajo su mata de cabellos negros, tenía una cara muy fina; su piel parecía nácar o porcelana, y se tenía la impresión de que se hubiera rajado a la altura de los ojos y la línea subiera hasta las sienes. Podría haber salido de una estampa japonesa, y yo no cesaba de mirarla.
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.. Al final de la comida, las jóvenes que habían preparado el skiyaki bailaron con mucha gracia unas danzas, aunque sus menudos pasitos no denotaban grandes nociones de coreografía. No eran bonitas. Sus preciosos quimonos contrastaban con sus rojas mejillas, y tenían manos de campesinas. Cada diez minutos sorbían con la nariz en el Japón nadie se suena en público y estaban además algo gruesas.
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.. Esto es un defecto en un pueblo que consume poca carne  y muchos carbohidratos, lo que debería ser compensado con abundante ejercicio físico. Por esta razón los hombres son delgados y las mujeres más bien gruesas, si no trabajan.
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.. Después del baile llegaron los juegos de sociedad, que nunca faltan en una verdadera comida japonesa. Son juegos completamente anodinos. Los que se figuran que las geishas son mujeres perdidas están muy equivocados. Se sorprenderían al ver los juegos tan inocentes que ofrecen como distracción a los convidados. Uno de ellos consiste en hacer circular una vasija de mano en mano y echar en ella, al pasar, un poco de sake. Cuando se ha llenado, el primero que deja caer una gota es el que ha perdido. El castigo es bebérselo. Otro juego consiste en colocar en la boca de un vaso un papel de seda pegado. Todos deben hacer en él un agujerito con un cigarrillo encendido, y el que rompe el papel pierde. El castigo es como el anterior. Como usted puede ver, la comida en compañía de las geishas no puede ser más inocente.
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.. Cuando ya se hizo tarde trajeron la comida para nuestras dos compañeras, y sirvieron a cada una de ellas un plato de pescado frito o crudo, arroz y verdura. Las dos geishas comían con mucha distinción, sosteniendo los palillos por un extremo y no por el centro, como hacen las personas ordinarias, y sirviéndose de ellos como si se tratase de una horquilla y no de unas pinzas. Las bailarinas improvisadas no conocían bien del todo su manejo. La que estaba a mi lado comía con voracidad, y se llenaba la boca de arroz con los palillos, cosa que no debe hacerse. Después, con un mondadientes de madera, se dedicó a la limpieza de sus dientes..., ofreciendo un espectáculo desagradable.
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.. Como todo se acaba en este mundo, llegó también la hora de separarnos. Después de haber dado las gracias repetidas veces a nuestro anfitrión, le acompañamos hasta el vestíbulo, donde una sirvienta le puso los zapatos con un largo calzador de marfil. Yo sentí tener que despedirme de aquella bonita geisha, pues Mr. I., al bajar hacia Maizuru, dejó a estas dos jóvenes en la casa donde vivían con la mayor austeridad bajo la férula de una señora que las había comprado a sus padres cuando eran pequeñas, para enseñarles el arte de distraer y la manera de comportarse en sociedad. Di las buenas noches al ingeniero y cada uno se fué a su habitación, precedido por una sirvienta; la mía tenía un fuerte resfriado. Una vez en mi habitación me enseñó en lecho que mientras tanto me habían preparado. Era una esterilla extendida, sábanas, una manta y dos almohadas rellenas de salvado.
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.. «Mi tonta mujer está muy bien».La señora Katimimura (cuyo nombre es «señora Mil-Generaciones») encuentra en un salón a la señora Odashibuki, a quien sus íntimas llaman «Orgullo de la familia». La primera, que es bastante joven, viste un quimono amarillo con un gran pájaro bordado. La segunda, que ha pasado ya de los cuarenta, lleva un quimono de color de ceniza con florecillas bordadas, muy apropiado para su edad. No puede llevar colores demasiado vivos ni grandes dibujos bordados.
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.. La señora Katimimura, cumpliendo con su deber, saluda a la otra dama mayor de edad inclinándose profundamente y doblando ligeramente las rodillas. Es un movimiento muy gracioso que todas las mujeres del Japón aprenden desde niñas, y lo hacen perfectamente. La señora Odashibuki le corresponde a su vez con un saludo no menos ceremonioso: la señora Katimimura repite de nuevo el saludo, pero esta vez diciendo: «¿Cómo está su honorable dueño?» Entonces la señora Odashibuki se inclinará profundamente y no se pondrá derecha hasta que no haya dicho: «Está muy bien; gracias. ¿Y su señor dueño?» Después seguirán informándose sobre la salud de todos los parientes. En total harán cinco o seis reverencias cada una; desde luego, nunca menos de tres.
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.. El ceremonial de los hombres es el mismo, excepto la flexión de las rodillas y el diálogo.
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.. «¿Cómo está la muy honorable señora Mil-Generaciones?» preguntará, por ejemplo, el señor Odashibuki al señor Katimimura.
.. «Mi tonta mujer está muy bien; gracias». Y cuando su interlocutor le pregunte por su honorable y encantadora esposa, le contestará: «Mi vieja chatarra siempre molestando. Gracias».
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.. Por supuesto, esto no es más que una manera de hablar, ya que los dos maridos están muy orgullosos de sus esposas. Cuando hablan de sus hijos dicen igualmente: «los tontos de mis hijos», aunque los crean muy listos. Todo esto forma parte de la cortesía japonesa, que ensalza lo de los demás y rebaja lo propio.
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.. Etiqueta complicada.La etiqueta japonesa es tan complicada que a su lado la más exagerada de las nuestras haría muy mal papel.
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.. Todas las clases sociales saben cómo comportarse, ya que desde pequeños aprenden lo que se debe hacer en tal o cual circunstancia. El hombre de mundo y de alta sociedad sabía hasta hace poco que debía ir de chistera el día primero de año para hacer las visitas o dejar su tarjeta. El campesino sabe que si está invitado a comer en casa de unos amigos, no debe dejar ni un grano de arroz en su escudilla, porque esto equivaldría a una ofensa. La niña que ha recibido un pastel de regalo, no se lo comerá antes de diez minutos. Podrían pensar que tenía hambre y eso disgustaría a sus padres.
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.. En los países occidentales la buena educación consiste en demostrar una contrariedad que no siempre se siente. «Siento mucho no podérselo indicar», le contestará un inglés al que le hayan hecho una consulta. Sin embargo, muchas veces le tiene completamente sin cuidado que su interlocutor se pierda por las calles de Londres. En el Japón la buena educación consiste en disimular los verdaderos sentimientos para no disgustar a los demás. Por esta razón saben anunciar con una dulce sonrisa la muerte de un pariente.
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.. En incontable número de costumbres de este país está basado siempre en el dominio de sí mismo. Se diría que han sido inventadas para encerrar en un aro a un pueblo violento que estuviera todavía cerca de la naturaleza y conservara un poco de la crueldad de los años pretéritos. Tal vez su exquisita cortesía sea debido a esto. Si dos automovilistas se tropiezan en las calles de Tokio, en vez de insultarse se deshacen pidiendo disculpas y atribuyéndose los dos la falta. Sin embargo, denunciarán enseguida el caso a un agente.
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.. El ceremonial japonés tiene a su servicio un idioma que jamás un extranjero conseguirá llegar a conocer en toda su sutileza. El idioma escrito es diferente del hablado, y éste se divide en dos importantes ramas: la masculina y la femenina. Así como entre nosotros los artículos y los adjetivos indican el sexo de lo que se dice, en el Japón sucede lo mismo además con los verbos y los substantivos. Por este motivo es muy conveniente tener un profesor del mismo sexo; de lo contrario se está expuesto a hablar como una jovencita, como suele ocurrirles a los estadounidenses.
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.. Un día yo pregunté a un japonés cómo se decía «buenos días», y él me contestó:
.. «Buenos días», ¿a quién?
.. «Buenos días» a cualquiera dije yo.
.. Es que aquí los «buenos días» no son iguales para todos. Tenemos unos «buenos días» para los padres, otros para los hijos, para un pariente lejano, para un alto personaje, para los sirvientes... Existe otro para un amigo que no se haya visto en mucho tiempo, y hasta para el fontanero que arregla los grifos.
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.. A pesar de haber pasado largas temporadas en el Japón, todavía no sé cómo he de decir «Buenos días». Quizá habría sido mejor preguntar lo que se debe contestar a una señorita cuando nos dice «moi koko».
James de Coquet.
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QUINCE CONSEJOS
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.. Después de haber «subido» a una casa japonesa, es decir, de haber pasado desde el nivel de la entrada al de las esterillas, no basta con descalzarse. Hay que colocar, además, de los zapatos en dirección a la salida. Con ello evitará que lo hagan las personas de la casa cuando  usted se despida.
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.. En invierno, tenga usted la precaución de no usar calcetines de lana, y si visita los templos lleve otro par de recambio. Se les helarán los pies, y con ellos el entusiasmo.
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.. Si desea usted “dejar nada más una tarjeta”, debe saber que los japoneses se hacen visitas desde la entrada de la casa. Abren la vidriera y dicen en voz alta: Y Gomen kusai (¡Usted perdone!). Lo repiten tantas veces como sea necesario y cuando aparece alguien traspasan el umbral. Se dicen de pie unas cuantas palabras amables y se retiran. Si el que recibió la visita está ocupado o no tiene todavía la casa en orden, agradecerá la rapidez.
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.. No haga usted visitas largas en invierno. Sería obligarles a que le trajeran un brasero... o a que pusieran en un rincón de la cocina una escoba con las ramas hacia arriba. No hay visita que resista el arte mágico de la escoba.
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.. Cuando le reciban en una casa japonesa con alguna etiqueta le enseñarán el kakémoni colgado en la escoba de honor. Admire esta obra de arte como merece y después tome asiento en el almohadón que le han preparado. Sus invitantes quedarán sorprendidos de sus conocimientos artísticos. (No examine con aire de crítico el modo de colocar las flores en un jarrón. Respete este pequeño secreto de la técnica de su anfitrión).
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.. No se arriesgue nunca a ofrecer flores arregladas al estilo japonés; ofrezca un ramo al estilo europeo. Les proporcionará placer y evitará complicaciones imprevistas. Puede usted ofrecer además bombones y dulces; la manera de envolverlos será a sus ojos de gran importancia. Es muy recomendable hacer un pequeño obsequio cada vez que se recibe una invitación.
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.. Antes de exponer el asunto que le lleva a visitar a una persona empiece por hablar del tiempo, evitando los asuntos personales.
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.. Si le dice amablemente “Assobini irashai” (venga usted a vernos) no vaya usted hasta que no le insistan de nuevo. Si ha de hacer una visita de pésame, envíe unas flores o cierta cantidad de dinero, con arreglo a sus medios. Servirá para quemar incienso en honor del difunto.
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.. Si da usted una propina a la sirvienta de la casa donde fue invitado, désela en un sobre; nunca en la mano.
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.. Si fuera usted a habitar en una casa japonesa, antes de entrar pídales un poco de sal y échesela encima antes de pasar el umbral. Así quedará simbólicamente purificado.
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.. Después de un entierro no se visita nunca a la familia.
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.. Si asiste a un banquete, prepárese a beber varias copas de aguardiente de arroz con las personas que le agasajan. Se bebe, en señal de amistad, en la misma copa con los amigos.
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.. Si está usted entre personas de la alta sociedad, no haga cumplidos a las señoras; apreciarán su discreción.
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.. Si le invitan a una comida en compañía de geishas dígales muchos cumplidos; de lo contrario pensarían sus anfitriones que no habían sabido distraerle; pero no se exceda en sus galanterías, porque se creerán obligados a ofrecérselas... y esto le saldría bastante caro.
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.. Debe usted saber que a fin de año se hace regalos a todas las personas que nos han atendido. Se hacen también entre julio y agosto, para el Obon, fiesta en honor de los difuntos. En estas dos ocasiones las gratificaciones son muy generosas, y a los sirvientes se les regalan trajes nuevos.
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.. Procure admirar ente sus amigos todo lo del Japón. Para ellos es el primer país del mundo. Dígales que hará todo lo posible para regresar, pero demuestre su entusiasmo por su propio país. Le apreciarán más todavía. Si ha tenido ocasión de hacer buenas amistades no se extrañe de ver lágrimas en los ojos de sus amigos el día de su partida. Cuando y esté en su país, envíeles su felicitación de año Nuevo. Con esto les probará que su amistad es duradera.
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.. Con estos consejos ya se podrá caminar sin tropiezo por este bello país, tan lleno de misterio y admirables leyendas. Lo que nunca debe perder de vista el occidental es que se trata de un pueblo que nada tiene que ver con el suyo, con una historia más bien sagrada que profana, y con usos y costumbres totalmente diversos. Algunas veces hasta contrarios a los occidentales, como ocurre cuando se comunica una desgracia familiar, que se hace con la sonrisa en los labios, o al indagar por los hijos o mujer de algún japonés, que contesta: «Mis tontos chiquillos, o mi tonta esposa están muy bien».
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.. De todas suertes, lo mejor es observar cuidadosamente las costumbres y no proceder nunca con criterios de países europeos, de tan distinta psicología. La propia lengua debe estudiarse con suma precaución, pues con harta frecuencia varían los giros dirigiéndose a persona femenina o masculina.
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.. Para penetrar ambas cosas, lengua y costumbres, es preciso enfrentarse con ellas en actitud amorosa, y no desdeñándolas como si se tratase de antiguallas ajenas al mundo actual. Son producto de milenios y de una historia rica en leyendas y tradiciones, conservada con mayor pureza que en los países occidentales. Por el Japón, al igual que por todo el Oriente, no pasó el Renacimiento con sus anhelos de profanación y paganismo (*). Por eso, los aires que se respiran son, en no pocos aspectos, casi medievales, y a su unísono es la mentalidad de las gentes.
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.. No es eso primitivismo, sino permanencia en la vida y tradiciones; vinculación del hoy con el ayer. Contemplándolas de esa forma, no le será difícil al occidental captarlas y hasta plegarse a ellas.
Kikou Yamata.
«Saber vivir internacional», publicado bajo la dirección de Pierre Daninos y Doré Ogrizek.
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(*) El autor de esas líneas se equivoca de medio a medio al decir que el Renacimiento occidental tuvo anhelos de profanación. Fue todo lo contrario: una verdadera explosión de talento artístico superior, jamás igualado en ninguna otra época.—Sherlock.

martes, 10 de abril de 2012

Estuve en una escuela de terrorismo en Cuba.

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Estuve en una 
escuela de terrorismo 
en Cuba
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Por Juan de Dios Marín
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«Poco se sabe acerca de la agresiva intervención del castrocomunismo contra el sistema democrático y la paz interior de las veinte repúblicas iberoamericanas. Por esa razón es tan importante la aventura que corrió este joven compatriota mío. Su relato ha sido confirmado en sus partes esenciales por la Organización de los Estados Americanos, cuyas investigaciones dieron por resultado la expulsión de la Cuba de Castro del sistema interamericano».
Raúl Leoni, expresidente de Venezuela.
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.. En octubre de 1960 ingresé como estudiante en la primera de las “escuelas de terrorismo” que Fidel Castro estableció en Cuba. El objetivo de éstas consiste en entrenar a jóvenes revolucionarios, procedentes de las veinte repúblicas iberoamericanas, en el sabotaje, la subversión y la guerra de guerrillas. Yo era uno de tres venezolanos que en mi grupo asistíamos al centro de entrenamiento de Tarara, situado en una propiedad costera confiscada por el Estado, a unos dieciséis kilómetros al este de La Habana. En la actualidad están funcionando activamente nueve escuelas similares. En ellas unos 1.500 alumnos siguen cursos que duran de dos a cuatro meses y cada año se gradúan de cinco a seis mil revolucionarios comunistas.
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.. El superintendente e instructor-jefe de la escuela de Tarara era el general Alberto Bayo, el manco veterano de la guerra civil española, quien adiestró en Méjico a los ochenta hombres que componían la guerrilla de Castro antes de su desembarco en Cuba en 1956. Nuestros instructores eran principalmente checos y rusos, auxiliados por cubanos. Vestíamos pantalones de dril azul, comíamos alimentos bastos y trabajábamos dieciséis horas por día, durante los siete días de la semana. No se nos pagaba nada, pero nos daban cupones que podíamos cambiar por cigarrillos, hojas de afeitar, jabón y otros artículos que escaseaban.
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.. Se nos vigilaba constantemente. Dos muchachos que se habían estado quejando desaparecieron. Después nos enteramos de que los habían fusilado.
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.. Libros de texto para terroristas.En Tarara nuestro libro de texto más importante era Ciento cincuenta preguntas a un guerrillero, escrito por el mismo general Bayo. A base diagramas y cuidadosas descripciones el manual de Bayo enseñaba cómo fabricar diversas clases de bombas incendiarias o de tiempo, trampas explosivas, minas, bazucas y “torpedos bangalore”. Aprendimos a construir todo esto en las condiciones propias de una campaña, y en los más de los casos con materiales corrientes fáciles de conseguir. Construíamos bombas con tallos de caña de azúcar, y bombas que parecían naranjas. La mechas las hacíamos con cajas de cerillas o fósforos, los conmutadores eléctricos con pinzas de tendedero y ratoneras de resorte. Se nos enseñó a robar dinamita y mecha explosiva para los casos de sabotaje de mayor importancia. Aprendimos las técnicas especiales para dinamitar puentes, líneas eléctricas, oleoductos, comisarías de policía e inclusive el edificio de un congreso nacional. Yo como venezolano leí este capítulo con gran interés, pues recordaba que el 4 de agosto de 1959 una muchedumbre, dirigida por los rojos, trató de destruir el Capitolio de Caracas.
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.. Para cortar las comunicaciones se nos enseñó a tirar un ancla de barco, provista de seis garfios y atada al extremo de una cuerda, sobre las líneas de teléfonos o telégrafos y después alejarnos en un camión al que iría atado el otro extremo de la cuerda. Aprendimos a montar faros de automóvil accionados por baterías sobre un caballete, que se coloca en una curva de algún camino carretero, y encendiendo los faros en el momento en que se aproxima un automóvil enemigo, hacer que el conductor, deslumbrado, se desvíe y se estrelle.
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.. El general Bayo ponía especial énfasis en la guerra de guerrillas y en la táctica terrorista en las ciudades. Se nos enseñaba cómo había que provocar una huelga, cómo incitar a una multitud callejera al clamar a gritos contra la “brutalidad policíaca”. Estudiábamos esquemas que indicaban la forma de dirigir a una turba, como si se tratase de una unidad militar táctica. Se nos daban ejemplos, tomados de motines ocurridos realmente, como el famoso “bogotazo” de 1948, que fue organizado por los comunistas. Como resultado de esa orgía de asesinatos, incendios y anarquía habida en Bogotá, que duró tres días, el centro de la capital de Colombia quedó convertido en ruinas: 128 edificios fueron destruídos y murieron 4.000 personas. En un tris estuvo que no se produjera un golpe de estado comunista.
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.. Después de dos meses de duros trabajos físicos en la escuela de Tarara, se me destinó a estudiar en una escuela superior en Minas del Frío, cerca del viejo cuartel general de las guerrillas de Castro en la sierra Maestra. La escuela, dirigida por el general español Enrique Líster, proporcionaba entrenamiento de campaña en el uso de armamento pesado, tanques, cañones antiaéreos y otras armas. También enseñaba las formas del chantaje político, la manera de robar bancos, asaltar a los pagadores, sabotear industrias, destruir los recursos naturales, fomentar huelgas, asesinar policías; en resumen, cómo provocar la caída de un gobierno.
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.. Yo debía recibir un adiestramiento de este tipo durante cuatro meses, para prepararme a dirigir una unidad de combate táctico, dentro del grupo de terroristas venezolanos llamado “Fuerzas armadas de liberación nacional” (FALN). Castro quería apoderarse de Venezuela y aprovechar sus enormes resursos en hierro y en petróleo para la dominación comunista de las demás repúblicas americanas.
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.. Situación peligrosa.Durante un breve período de descanso que pasé en La Habana, antes de ir a la segunda escuela, tuve algún tiempo para reflexionar. Estaba muy claro que mi situación era extraordinariamente peligrosa. Muchos de los demás alumnos eran ideológicamente comunistas. La mayoría de ellos habían sido miembros de los “grupos de estudios” o de las “sociedades de amigos” establecidas entre dos naciones y que los comunistas controlan en los países de Iberoamérica. Otros habían sido miembros de células marxistas en los gobiernos, universidades, sindicatos, ligas campesinas, asociaciones de maestros, o en la prensa, la radio y la televisión. Casi todos demostraban ser leales primordialmente a la Rusia soviética.
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.. En cuanto a mí la cosa era muy diferente: yo no era comunista y antes de llegar a Cuba no sabía nada de esa doctrina; pero como muchos venezolanos reconocía que los comunistas habían sido enemigos declarados de los dictadores que gobernaron a mi país hasta 1958 y, como muchos estudiantes universitarios, los admiraba francamente. En Tarara, sin embargo, lo único que tenía yo en común con los demás estudiantes era que yo también era “un resentido”.
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.. Tenía 24 años, mi mujer me había abandonado (y por sobra de razones), y tanto mi familia como la suya estaban en contra de mí. Trabajaba yo como químico ayudante en una fábrica de jabones; estaba bien pagado, pero me aburría. De Cuba llegaban noticias de que allí se operaba una sensacional transformación, y cediendo a un impulso escribí a un amigo venezolano que vivía allá, para preguntarle qué probabilidades de trabajar había en la isla.
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.. Me llegó su contestación inmediatamente. Me enviaba una tarjeta de presentación para el director de una sociedad de amistad cubano-venezolana. Éste me aseguró que me conseguiría un puesto de técnico en Cuba, me entregó un billete de la Cubana de Aviación y me aconsejó que partiera sin dar explicaciones ni despedirme de nadie.
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.. En Cuba mi guía me llevó en seguida a la hostería Rosita, donde se alojaban unas doscientas personas más, procedentes de diversos países. Al cabo de unos días comprendí perfectamente que no había disponible ningún puesto de técnico. Se me arregló entonces una “beca especial” y con otras quince personas de las que se hospedaban en la hostería, salí pronto rumbo a Tarara.
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.. Un muro manchado de sangre.Durante los dos meses que duró nuestra estancia en Tarara, oímos rumores de las brutales represalias de Castro contra sus opositores o los sospechosos de serlo. Durante el tiempo que estuve en La Habana, antes de ir a la segunda escuela, pude ver por mí mismo que el miedo y la miseria imperaban en la ciudad. ¿Sería posible que colaborase yo con los hombres que habían convertido a Cuba en un Estado policíaco, para que hicieran lo mismo de Venezuela? ¡Jamás! Pero, ¿cómo escapar? A la más leve insinuación de malestar en aquel punto, me liquidarían. Esta fue la suerte que cupo por lo menos a otros seis de mis compatriotas, cuyos nombres ya ha dado a conocer el gobierno de Venezuela.
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.. Mi única esperanza residía en terminar el curso de cuatro meses en Minas del Frío, y después volver en secreto a Venezuela con el título de “oficial de las FALN”. Ya encontraría el modo de emplear contra los comunistas todo lo que había aprendido en las “academias del Dr. Castro”.
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.. Una de las primeras cosas que hicimos en Minas, fue llenar un largo cuestionario tocante a prominentes personajes de nuestro país. ¿Era jugador el senador A; tenía alguna amante; bebía demasiado; contraía grandes deudas? ¿Qué rumores habíamos oído sobre los vicios del juez B, o del comandante de policía C? ¿Era cierto que el líder sindicalista D o el periodista F practicaba el chantaje y se dejaba sobornar? Las respuestas de los estudiantes eran cotejadas en alguna parte y se trazaba un plan a fin de aplicar el chantaje a las víctimas y obligarlas a acatar los designios comunistas.
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.. En Minas éramos unas mil personas, la mayoría procedentes de Venezuela y Colombia. Como se contaba con que yo operase a su tiempo en las montañas del norte de Venezuela, recibí un adiestramiento especial en montañismo, el que se me dio en pico Turquino, el monte más alto de Cuba. Después se me incorporó a un grupo al que estaban preparando para asesinar al entonces presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt. Ya se había intentado asesinarlo el 24 de julio de 1960; Betancourt había resultado gravemente herido y muerto su primer ayudante.
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.. Al saber la existencia de esta nueva confabulación me estremecí de miedo; no podía pensar en otra cosa. Después de varios días de cautelosa preparación conseguí hacer saber la existencia de este proyecto al cónsul venezolano en La Habana, pero al dar tal paso desperté sospechas. Se me hizo objeto de estrecha vigilancia. Una noche, mientras revolvía el escritorio de la oficina del general Líster en busca de mayores detalles, me sorprendieron in fraganti, me dieron una paliza y me metieron en una celda a puntapiés.
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.. Los cinco meses siguientes fueron un infierno. Se me llevó de una prisión a otra, y así recorrí una docena de cárceles. En algunas permanecía incomunicado, en otras se me rodeaba de probables soplones. Era interrogado constantemente y se me aplicaba una técnica muy socorrida: ya era injuriado soezmente por unos, ya tratado amablemente por otros. Me golpeaban brutalmente, me privaban de todo alimento, y al fin me encerraron en una celda a vapor. En una de las cárceles pude observar a treinta estudiantes de Colombia, Ecuador y Perú, que iban a ser fusilados por haberse negado a proceder como agentes de Castro en contra de su patria. Estaba seguro de que este sería mi destino final. Nadie de mi familia sabía nada de mí; mi única esperanza estribaba en que el consulado de Venezuela tomara cartas en el asunto.
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.. El fracaso de bahía de Cochinos vino a aumentar mis amarguras, pues mis verdugos estaban seguros de que yo sabía algo acerca de ello. Para hacerme hablar me colocaron frente al muro de ejecuciones de la cárcel, que todavía estaba salpicado con la sangre fresca de las docenas de desdichados a quienes habían fusilado tras el intento de invasión. Me vi delante de seis cañones de fusil. Durante largos segundos después de la descarga, estuve demasiado aturdido para darme cuenta de que los soldados habían disparado sus rifles, pero sin balas. Se me necesitaba para continuar el interrogatorio.
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.. Cómo me escapé de Cuba.Para ganar tiempo empecé a fingir que sufría de ataques epilépticos. Afortunadamente el plan tuvo éxito y se me envió al hospital de la prisión. En ella encontré a un guardia que estuvo dispuesto a telefonear en mi nombre al consulado venezolano. Después de media hora y muchas discusiones, la cónsul, Josefina Hache, y el encargado de negocios, Francisco Quijada, obtuvieron permiso para visitarme. Su valor y persistencia me salvaron la vida.
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.. Después de muchas demoras lograron canjearme por un cubano preso en Venezuela y me consiguieron sitio en un avión de la KLM que salía hacia Caracas. Incluso entonces mi salvación no era cosa segura. Yo llevaba en la memoria demasiados detalles de la campaña cubana contra Venezuela. Dos personas a quienes reconocí como agentes secretos cubanos, tomaron el mismo avión.
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.. Durante el vuelo me dirigí a la cabina y convencí al piloto para que se comunicara con la torre del aeropuerto de Caracas y solicitase que se me diera protección. Cuando aterrizamos, di un suspiro de alivio: la policía secreta venezolana rodeaba el avión para conseguir que no me ocurriese nada y pudieran contarles lo que sabía.
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.. En Venezuela ingresé en la policía secreta y desde entonces he utilizado lo que aprendí en las escuelas de terrorismo para ayudar a reprimir la amenaza terrorista que se hacía más grave a medida que se aproximaban las elecciones de 1963. Un mes antes de las elecciones, la policía descubrió el envío de tres toneladas de armas castristas y se apropió de un plan preparado por las FALN para la ejecución de otro “bogotazo” en Caracas. Este plan incluía mapas y señalaba los objetivos principales: centros militares, el Ministerio de Defensa, y centrales telefónicas. Mostraba la distribución y empleo de las fuerzas y enumeraba los armamentos que se utilizarían para el ataque. Tomando como base estos documentos, así como la larga serie de asesinatos, secuestros y explosiones, obra de las FALN, el 25 de julio de 1964, la Organización de los Estados Americanos aprobó la imposición de sanciones contra Cuba.
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.. Las elecciones nacionales de Venezuela constituyeron uno de los acontencimientos más dramáticos e importantes en la historia de este país. Casi todos los votantes registrados (cerca de tres millones de personas en total) desafiaron a los terroristas y sus amenazas de bombardear y ametrallar las colas de votantes, y votaron. Este voto, al hacer posible que, por primera vez en Venezuela, un gobierno democráticamente elegido fuese sucedido pacíficamente por otro elegido de la misma manera, determinó la derrota más decisiva sufrida hasta entonces por el comunismo en este continente.
.. «Selecciones» del Reader’s Digest, tomo XLIX, núm. 290.
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.. N. B.—En relación con este tema, véase también:
Falsa promesa del socialismo.
La técnica roja del motín.
¿Vale la pena el socialismo?
El general Bayo, a la izquierda.

sábado, 7 de abril de 2012

Cómo conservar los huevos.

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Cómo conservar los huevos
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.. Los huevos más a propósito para ser conservados son los puestos desde la segunda quincena de julio a la primera de septiembre (1).
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.. 1. Según los estudios de Zoerkendoerfer sobre los microbios que producen la putrefacción de los huevos, resulta que el mejor modo de conservarlos consiste en barnizarlos: así se impide el desarrollo de estos microbios, que todos son aerobios, es decir, que necesitan para su desarrollo el oxígeno del aire.
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.. Se pueden barnizar los huevos con soluciones alcohólicas de resinas, de goma elástica (caucho) u otros barnices.
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.. 2. Cadet de Vaux propone sumergir los huevos en agua hirviendo durante veinte segundos. Esta inmersión ocasiona la coagulación de una ligera capa periférica de albúmina que constituye una envolvente protectora. Se embalan después con ceniza tamizada. Este procedimiento es excelente, pero hay que aplicarlo con mucho cuidado para que los huevos no se endurezcan.
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.. 3. El aserrín de madera, la arena fina, cal en polvo, salvado o carbón molido bastan para conservar los huevos durante algunos meses, especialmente en invierno. El aserrín debe ser de madera no resinosa, ni olorosa. El de encina es muy conveniente.
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.. 4. En Francia e Inglaterra se acostumbra endurecer los huevos, secarlos a temperatura elevada y reducirlos a polvo.
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.. 5. En Londres se usa una solución de ácido bórico o de bórax a 90°, en la que se sumergen los huevos unos segundos, secándolos después.
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.. 6. Prepárese una solución saturada de sal común y déjense sumergidos los huevos hasta que se depositen en el fondo; entonces estarán suficientemente impregnados de sal. Lávense, séquense y deposítense en cajas. Este método, excelente en los países secos, es de éxito dudoso en los húmedos.
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.. 7. Úntense los huevos con manteca de cerdo y pónganse en agua de cal, de modo que ésta los cubra por completo. Se forma primero un jabón calcáreo, insoluble, que obstruye los poros del cascarón; si penetra un exceso de cal, forma alrededor una película imputrescible de albuminato de cal. Los huevos preparados así se conservan durante años.
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.. 8. La inmersión en agua de cal es un buen procedimiento, pero después de algún tiempo penetra el agua e influye en el sabor del huevo. El doctor Kuber recomienda se dé al líquido la misma densidad que la albúmina, para evitar esta penetración.
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.. La densidad del agua de cal es de 1,029 y la de la albúmina de 1,042; agregando al agua de cal el 6 % de cal común, la densidad se eleva a 1,043. Los huevos sumergidos en este baño tienen al cabo de seis meses el mismo sabor que los frescos. De cuando en cuando hay que añadir a la solución un poco de lechada de cal, para conservarla alcalina y evitar el contacto del aire por la acción del ácido carbónico sobre la sal.
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.. 9. También se obtienen buenos resultados sumergiéndolos en aceite de oliva o en grasas líquidas.
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.. 10. Los huevos se conservan un mes en los frigoríficos, heladeras o neveras.
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.. 11. Colóquense los huevos sobre tablas en las que se han practicado agujeros de dimensiones suficientes para sostenerlos, en un local seco y bien ventilado.
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.. 12. Sumérjanse en silicato de potasio y pónganse a secar sobre un papel, teniendo la precaución de que no se toquen, porque cuando el silicato se ha secado y vitrificado, sería imposible separarlos. De este modo se conservan los huevos un año y más.
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.. 13. En vez del silicato de potasio se puede usar esta solución:

.. Agua .......................................... 1.000 gramos.
.. Silicato de sodio ........................... 100  ------
.. Carbonato de magnesio ................ 30  ------
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.. (1) En el hemisferio norte.
.. Mil y una recetas de artes y oficios. [Sin firma de autor].