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viernes, 24 de junio de 2011

Un instante que cambió mi vida. (Drama de la vida real).

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Un instante que cambió mi vida
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Drama de la vida real
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por William F. Brown
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.. Podría jurar que aquella noche era yo el único ser despierto en la aldea. A las diez, según costumbre de entonces, casi todos los vecinos habían apagado su lámpara; yo, pasada ya la medianoche, estaba aún muy lejos de dormirme, embelesado por la lectura de un libro. Era la obra de un moderno filósofo ateo que consideraba la vida como una especie de casa de locos, sin sentido ni esperanza. De pronto, cuando me hallaba más abstraído en la argumentación materialista, unos golpes en la puerta del porche me hicieron saltar asustado.
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.. El famoso cuervo que llamó a la puerta de Poe no pudo hacerlo con mayor insistencia que mi nocturno visitante. Acudí, quinqué en mano, y encontré en la escalerilla de entrada a una mujer de la vereda de abajo, una sencilla granjera de ojos y cabellos negros y rostro bronceado por el sol.
.. ¿Qué pasa, Jane? le pregunté. Ella y yo llevábamos en mismo apellido de Brown y éramos amigos. Hacía dos semanas, según supe por los vecinos, habían traído a su esposo del hospital después de una operación.
.. Mi marido... Cree que va a morirse, William.
.. ¿Ha recaído?
.. Ya sabe usted cómo es Tom... Tenía demasiada prisa por volver a arar el campo y se le ha abierto la incisión. Vendrá una ambulancia por él; llegará a casa dentro de un hora más o menos. Tom quiere hablar con usted antes de que se lo lleven.
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.. Aun bajo la hechicera influencia del libro, alucinado por la audacia y lógica del ateísmo, yo era la persona menos indicada para dar asistencia espiritual a un hombre próximo a morir; pero sabía perfectamente bien por qué Tomás Brown había enviado a su esposa con la misión de llevarme a su cabecera.
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.. Para él, yo era en el lugar lo que más se aproximaba a un sacerdote. Como todos los otros cuatrocientos vecinos, Tom creía que para septiembre yo iba a ingresar en el seminario y que más tarde o más temprano regresaría para abrir la primera iglesia de la aldea. Mi hermana mayor escatimó y ahorró para que así fuese, y yo le había prometido en su lecho de muerte que me haría sacerdote. Pero ahora estaba seguro de que nunca podría cumplir mi promesa. La universidad me había abierto los ojos; mis ideas se habían ido haciendo cada vez más escépticas hasta que acabé por comprender que había perdido mi último resto de fe. En septiembre dejaría la aldea para recorrer el resto del mundo, y tratar de abrirme paso a mi manera, todo lo cual me proporcionaría extraordinario deleite. ¿Qué podía yo, que no creía ya en la existencia del alma ni en su inmortalidad ni en Dios, decirle a Tomás Brown que estaba tendido en su lecho cara a cara con la muerte?
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.. Tal vez Tomás esté en lo cierto cuando piensa que va a morirse dijo acongojada la mujer. A usted no le importaría que sea tan tarde para ir a verle, ¿verdad?
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.. Habría sido cruel negarme o exponer mis opiniones allí, en el porche a la luz de la luna. Me puse en el bolsillo, porque me pareció lo más natural, la pequeña Biblia regalo de mi hermana en cuya guarda había escrito ella mi nombre de su puño y letra.
.. Me limitaré a leérsela dije para mis adentros; así no comprometeré mis convicciones.
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.. En silencio bajé con la mujer por el estrecho sendero que llevaba a su casa. En el prado de la vereda esperaba Michael, el hijo de Tom Brown. Era un mocetón con el cabello y los ojos negros de su madre. Me dijo que su padre quería hablarme sin testigos.
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.. Aunque la noche era húmeda y calurosa, el enfermo tiritaba bajo un montón de mantas, con el rostro pálido y sudoroso.
.. Reverendo... murmuró.
.. Tom contesté estrechando su temblorosa mano, usted sabe que no soy reverendo.
.. Oficialmente no; pero en su corazón ya lo es.
.. Me incliné hacia él para poder oír cuanto susurraba.
.. Tengo miedo. No maté a nadie, ni robé dinero; pero he sido duro con mi mujer y mi hijo y no me he acordado de Dios. Nunca recé. Nunca dí limosna. Ahora lo estoy pagando. Sé que no resistiré a otra operación y antes de que sea tarde quiero confesar que estoy arrepentido. Reverendo... tengo un terrible miedo de morir.
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.. El pobre hombre me inspiraba lástima, pero no le tenía compasión y hay un mundo de diferencia entre una y otra. No sufría con él; su terror me parecía degradante y en cierto modo me repugnaba. «El perro muere como perropensé; ¿por qué no puede el hombre morir como hombre?» Pero en su indigno pánico Tom necesitaba ayuda. Saqué la Biblia del bolsillo y empecé a leer:
.. «Él me ha enviado para consolar a los afligidos... para liberar a los que están lacerados... La muerte es una victoria... En la casa de mi Padre hay muchas mansiones... voy a preparar un sitio para ti... y Dios quitará todas la lágrimas; y ya no habrá muerte, ni aflicción, ni llanto, ni habrá más dolor».
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.. Seguí leyendo hasta que en la faz de Tom Brown hubo una expresión de profundo alivio
.. Reverendo, ¿podría usted hacerme otro favor? me preguntó ansioso. ¿Podría prestarme ese libro? Quisiera llevarlo conmigo.
.. ¡Seguro! le respondí. Para mí ya no es de ninguna utilidad.
.. Una hora después Tom Brown iba camino del hospital.
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.. Regresé a casa y pronto caí en un sueño sin sueños. Indiferente al mundo quedé tendido en el lecho, completamente ajeno a que la muerte de Tom Brown  y todo el resto de mi vida iban a quedar ligados brevemente en fantástica asociación. Bastante después de levantarse el sol, me despertó otra llamada a la puerta; era el joven Michael Brown, pálido y desgreñado.
.. Papá murió al darle el éter dijo abruptamente. Se sentó en el sofá, dio vueltas a la gorra y añadió con ansiedad propia de sus 17 años:
... Llevó la Biblia de usted a la sala de operaciones. ¿Nos permitirá usted que le enterremos con ella?... ¡Gracias, William! Lo traerán a casa esta noche y mamá ha pensado que...
.. Un momento, Michael dije. Yo no puedo celebrar servicios.
.. El joven levantó la mano con expresión de confianza.
.. No se negará usted porque todavía no esté ordenado dijo. Todo el mundo se da cuenta.
.. Oiga, Michael (Le puse la mano en el hombro. Sólo le llevaba tres años). No me voy a ordenar. Ya no creo en la religión.
.. ¿Ni siquiera cuando está uno en desgracia necesita de nadie?
.. El hombre debe ser bastante fuerte para resistir solo en el mundo.
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.. Me di cuenta con desagrado de que mis palabras tenían el tono oratorio y dogmático que tanto detesto.
.. ¿Y cree usted que todo ha terminado para papá? ¿Que ya no le veremos más?
.. Tu padre está ya libre de todo sufrimiento y eso es algo de lo cual debemos alegrarnos repuse levantándome del sofá.
.. Pero Michael no se levantó. Continuó sentado, confuso y herido.
.. ¿Qué vamos a hacer? preguntó, dirigiéndose más a sí mismo que a mí. Los demás no somos tan fuertes como usted. Cuando tenemos una pena queremos que alguien nos anime y aconseje, no que nos rechace.
.. Pero repuse este pueblo tiene sus directores espirituales. ¿Por qué no acudir al viejo doctor Taylor? Siempre ha ayudado mucho a todos. Y el maestro del colegio...
.. Es cierto, reverendo interrumpió Michael. Son buenos e inteligentes de veras; pero tienen demasiado que hacer. Necesitamos de alguien que no tenga otra ocupación que nos conforte y mantenga en el buen camino. Su hermana de usted nos dijo que podíamos contar con usted... y también usted mismo nos lo dijo. ¿Cómo puede volverse atrás ahora?
.. Se levantó y vino hacia mí con los ojos como brasas.
.. ¡Usted tiene que celebrar algún servicio por mi padre! No me importa lo que piense o deje de pensar. No puedo ir a decirle a mi madre...
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.. Hubiera llegado a golpearme; estoy seguro de ello... y en aquel momento no me habría importado. Michael Brown había hecho estallar un volcán dentro de mí; un conflicto entre la emoción y el pensamiento, entre el corazón y la cabeza.
.. Dile a tu mamá que está bien le interrumpí. Será mejor que no le hables de lo que pienso.
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.. Y con la conciencia atormentada vi marchar al joven alto y cuadrado de hombros.
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.. Al comienzo de nuestra calle se alzaba una capilla de madera que dos años antes yo había ayudado a construir y que tiempo después pinté. A veces algún sacerdote de la ciudad que estaba de vacaciones en las cercanías oficiaba allí. Aquella tarde de junio ascendí a las gradas del púlpito; el féretro abierto en medio de la nave, mi Biblia entre las entrelazadas manos del muerto, y los deudos y vecinos en frente de mí.
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.. ¿Qué iba a decirles? Mi corazón se conmovía por la pena de todos, pero mi obstinado cerebro consideraba insensata aquella ceremonia. Estaba resuelto a mostrarme compasivo y consolador, pero no quería que mis palabras fuesen alimento del miedo, falso estímulo de infundadas esperanzas; quería consolarlos, pero no engañarlos. Casi pedí ayuda a Dios para no hacerles pensar que creía en Él.
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.. Amados hermanos empecé: nos hemos congregado esta tarde para rendir el último tributo a la persona cuyo cuerpo yace aquí tendido en los brazos de la muerte; al hombre que hace tanto conocíamos; al vecino cuya desaparición es una pérdida para todos.
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.. Hice una pausa, consciente del gran conflicto que había dentro de mí y de la gran angustia que atormentaba mi corazón. En aquel instante de titubeo dejé caer la mirada sobre la reluciente placa metálica del ataúd y sentí como si mi cerebro tambaleara... El nombre de la placa era William F. Brown... ¡Mi propio nombre!
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.. Una especie de vértigo se apoderó de mí; la nave de la iglesia, los asistentes al duelo, el féretro mismo empezaron a oscilar y fundirse en una especie de niebla. Durante un instante de pánico tuve la espantosa convicción de que era mi cuerpo el que allí yacía mientras que mi alma, como un fantasma, contemplaba mi propio funeral. Y sentí un miedo horrible... tan horrible como el que había sentido el pobre Tom cuando me pidió ayuda. En aquel pavoroso instante se desplomó mi soberbia y mis dudas se disolvieron junto con mi presunción. Ahora también necesitaba ayuda; necesitaba confianza; necesitaba a Dios.
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.. Por un momento permanecí allí conmovido y mudo. No supe hasta después, que el dueño de la funeraria, buscando el nombre de pila para ponerlo en la placa de Brown, vio el mío en la guarda de la Biblia y dio por hecho que era el del muerto. Pero en ese instante no traté de resolver el misterio; la solemnidad de muerte me abrumaba, y me consumía la necesidad de ánimo; la sencilla mortal necesidad de algún consuelo.
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.. Recobré la voz y empecé a hablar vacilando:
.. Se nos ha enseñado que el hombre fue hecho con un alma inmortal. Nunca ha habido nadie capaz de probar que eso no sea cierto. Debemos refugiarnos en la fe y creer esta consoladora verdad; porque se ha dicho que «quien cree sigue viviendo aunque haya muerto».
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.. Poco después, junto a la abierta tumba, vi cómo el sol arrancaba destellos a la placa metálica donde estaba mi nombre cuando bajaron el ataúd a la sepultura.
.. William me dijo la viuda cuando regresábamos a la casa, sus palabras me han dado consuelo. Usted está seguro, ¿no es cierto?
.. Jane, nunca estuve tan seguro.
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.. En septiembre salí para el seminario. El resto de mi vida he sido cura de pueblos pequeños, y doy gracias a Dios por no haber sido ninguna otra cosa. Ahora soy párroco. Y ninguna parte de mi tarea practico con mayor convicción que la de consolar a los afligidos; porque, aún hoy en día, lo mismo que aquella tarde lejana del funeral de Tom Brown, me siento como uno que murió y se levantó de la tumba.
.. «Selecciones» del Reader’s Digest, tomo XX, núm. 116.

lunes, 20 de junio de 2011

Holanda (parte II).

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HOLANDA (parte II)
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CÓMO SON SUS HABITANTES Y CÓMO COMPORTARSE EN ESE PAÍS
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por Antoine Schmitz
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.. En este país donde se aprecia tanto la vida en familia y las amistades, se reúnen para pasar las veladas tomando justos una buena taza de té, en cómodos divanes, mullidas alfombras y corridos los pesados cortinajes; la conversación no puede ofrecer el mismo interés que en los países latinos. El holandés es silencioso. En algunas ocasiones, si está un poco bebido, se muestra excesivamente alegre, pero generalmente habla poco. En las reuniones familiares suelen leer todos. En los Países Bajos se lee enormemente, sobre todo novelas inglesas y estadounidenses, y algunos libros franceses y alemanes. El mayor deleite para un holandés es el estar cómodamente sentado en una butaca, durante un buen rato, fumando tranquilamente su pipa, sin hacer otra cosa. Goza de estos momentos de tranquilidad sin que ningún mal pensamiento al parecer venga a turbarle. ¡Es un hombre feliz!
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.. El holandés viaja mucho, e incluso los campesinos suelen tener el espíritu abierto. No tiene las mezquindades de carácter que es frecuente encontrar en la gente que no ha salido de su patria chica, y que por eso cree vivir en el centro del mundo. Casi no hay un holandés que no haya salido de su tierra y que no esté relacionado con parientes alemanes o ingleses, o tenga alguna vieja tía en Francia o primos más o menos lejanos en Bélgica. Las personas acaudaladas pasan las vacaciones en el extranjero. Por este motivo de conocer otros países, su orgullo nacional no es infundado.
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.. Lo que no se debe decir.Hay dos cuestiones acerca de las cuales los holandeses carecen de objetividad: con respecto a sus hermanos del Benelux, los belgas, y a los católicos. No le diga usted jamás a un holandés que es flamenco; le molestaría enormemente. Para un holandés de buena raza, es decir, originario de las provincias situadas al norte del Rin y el Mosa, todo lo que hay al sur de estos dos ríos es vulgar e inferior. El holandés del Brabante septentrional si bien en menos grado que los belgas no se salva de este concepto. Para el holandés el belga es una especie de meridional. Lo encuentra algo descuidado, algo sucio, muy hablador, demasiado entrometido y poco serio en los negocios.
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.. Una desconfianza y un desdén del mismo orden siente hacia los católicos, a pesar de que constituyen la tercera parte de la población de los Países Bajos. Por lo demás, las prácticas religiosas son tan importantes entre los católicos como entre los protestantes. El país es profundamente religioso y entre los calvinistas hay todavía gran número de gente que observa el descanso dominical de manera tan estricta que no sale de casa en todo el día, ni admite que se pueda ir a un espectáculo o subir a un tranvía.
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.. Es cierto que la gente joven ya no se doblega a este género de austeridad. En Holanda hay una multitud de niños y gente joven que forman el núcleo más vivo y alegre del país. La juventud lo llena todo, y los tranvías van repletos de niños y de jóvenes que gritan y cantan.
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.. Flirteos, matrimonios y modas.Los jóvenes disfrutan aquí poco más o menos que las mismas libertades que en Alemania, Francia o Inglaterra.
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Centro de Amsterdam, la capital de Holanda.

.. Sin embargo, a pesar de ser un país más bien de carácter nórdico, no tiene Holanda libertad de costumbres tan completa como existe, por ejemplo, en Escandinavia. Reina entre la juventud una buena camaradería y la mayor parte de las escuelas e institutos son mixtos. Este sistema de educación da buenos resultados, y hay que reconocer que los jóvenes son menos osados que en Francia. En las escuelas mixtas, la amistad entre las muchachas y los muchachos es algo sencillo y espontáneo. El contacto permanente en el colegio ofrece la ventaja de que ellos sean más educados y ellas más sencillas y naturales con respecto a los hombres.
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.. La joven holandesa no es nada coqueta, en el mal sentido de la palabra; como consecuencia de la educación mixta, los matrimonios son precoces  y en edades casi iguales. Suele suceder que algunos que frecuentaron juntos las clases del Instituto se casen dos o tres años después, cuando él encuentra una posición.
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.. En cuestiones de amor el holandés es bastante sentimental. El matrimonio de conveniencia era antes muy frecuente y hoy muchísimo menos. Los matrimonios rápidos originan una infinidad de divorcios, y como tienen muchos hijos y se casan dos o tres veces se forma una verdadera confusión de nombres.
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Otra calle del centro de Amsterdam.
.. Si la joven holandesa no es coqueta en el amor, tampoco lo es en el modo de vestir. La  mujer que practica deportes es encantadora, y la mujer de la buena sociedad, que se viste en París, suele ser muy elegante; pero la generalidad más bien carece de elegancia. En cambio tienen gran imaginación para combinar los colores. Un sombrero gris perla con un velo de color malva; un traje de noche, negro, con un chaquetón azul; unas medias grises con zapatos amarillos...; todo es posible, y abundan las sorpresas. En las tiendas de modas es donde se ven los atuendos más raros. Además, esta falta de elegancia llama más la atención, por ser la mujer holandesa, en general, bastante alta y fuerte y no muy graciosa.
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.. Se aseguran los entierros al nacer.El abigarrado gusto en el vestir tan frecuente en las mujeres, ofrece gran contraste con la elegancia y sobriedad de los hombres. Visten a la inglesa, con impecable distinción, incluso entre la gente del pueblo (*).
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.. Lo mismo en el hombre que en la mujer, existe en Holanda un cuidado especial por las formas externas. Cualidad admirable, ya que entre las personas más pobres se nota cierta dignidad. En general, la clase media gasta aquí más que en Francia en vestir y en adornar sus casas, y son innumerables los seguros de entierro; hay quien está pagando toda su vida. Así ocurre que cuando viene al mundo un bebé se presenta un empleado de seguros de la funeraria.
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.. Para el holandés es incomprensible el desorden en la casa y el vestir que suele verse en los países latinos.
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Uno de los muchos canales que atraviesan Amsterdam.
.. En resumen: si quiere usted crearse simpatías en Holanda, absténgase de hacer todo lo que sea excesivo... gesticulaciones, inexactitudes, bromas o chistes frívolos. Precure hablar lentamente, sea discreto y demuestre ser persona recta y seria.
.. Antoine Schmitz en «Saber vivir internacional», publicado por Pierre Daninos y Doré Ogrizek.
.. (*) N. B.—Esto era así hace algunos años, pero actualmente el mal gusto en el vestir es generalizado en Holanda, igual que en el resto del mundo; aunque a simple vista sea difícil poder distinguir a un inglés de un holandés por la forma de vestir, vayan bien vestidos o no. —Sherlock.

viernes, 17 de junio de 2011

El Coliseo y Annabel Lee, por Edgar Allan Poe.



 «El Coliseo» y «Annabel Lee», de Edgar Allan Poe (Estados Unidos, 1809 –1849), el más importante escritor de ese país, y uno de los mas grandes de la Literatura universal.
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                                                           El Coliseo
¡Eres símbolo constante de la fiel y antigua Roma!
¡Excelente relicario de sublime admiración,
que a esta época legaron aquellos tiempos ya idos
cuya pompa y poderío parecen ensoñación!
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Tras largo peregrinaje y ardiente sed de tu ciencia,
me humillo con reverencia en las sombras de tu historia,
y transformada mi alma sacia su sed de belleza
contemplando tus grandezas, tus tristezas y tu gloria.
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¡Oh, profunda inmensidad, tiempo y recuerdo de antaño,
desolación y silencio, noche grandiosa, admirable!
Al percibiros comprendo vuestra mágica pureza
en la perenne realeza de vuestra fuerza indomable.
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Vuestros dulces sortilegios son mejores para mí
que los que el rey de Judea hiciera en Gethsemaní.
Ni la encantada Caldea jamás consiguió arrancar
a las estrellas prodigios cual vense en este lugar.
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Donde un héroe cayera, hoy cáese una columna...
y, donde el águila escénica envuelta en oro brilló,
hoy el vampiro revuela al llegar la medianoche
y en fantástico aquelarre este lugar convirtió.
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Aquí do las cabelleras de las matronas romanas
balanceaban al viento el rubio de sus colores,
hoy sólo se balancean el cardo y la débil caña...
han cesado aquellos días de sublimes esplendores.
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Y, donde el rey poderoso su trono de oro tenía,
ágil y obscuro lagarto viene siempre a recorrer;
y hacia su casa marmórea cual espectro se desliza
a los pálidos reflejos de la luna en su crecer.
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Más yo pregunto: esos muros, esas inertes arcadas
junto a zócalos de musgo hoy de hiedra revestidas,
esos relieves tan vagos, esos frisos tan ruinosos,
esas cornisas tronchadas y piedras enmohecidas,
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¿Es esto cuanto dejaron las horas y tiempos idos?;
¿es lo único que resta de su fama colosal?;
¿es cuanto a mí y al Destino aquella época ha legado,
de su firme poderío y su obra escultural?
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«Eso no es todo responden en aquel lugar los ecos;
Voces graves y proféticas hay en nuestro corazón;
y toda ruina recuerda las ideas de los sabios
semejantes a los himnos que al Sol dedicó Memnón».
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»Aún reinamos poderosas en los más grandes señores;
asentamos nuestro imperio en las almas gigantescas...
no; no somos impotentes...; queda nuestro poderío,
nuestra gloria y nuestro nombre, aunque pálida nos veas».
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»Las mil y una maravillas que estáticas nos circundan ,
y recuerdan nuestra estirpe, nuestra gala y nuestra historia,
se han prendido a nuestros flancos... y su admirable vestido
nos envuelve entre su manto más fulgente que la gloria».
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                                 Annabel Lee
Hace ya muchos años, muchos años,
Allá en un reino junto al mar turquí,
Vivía una muchacha, cuyo nombre
Os daré a conocer: Annabel Lee,
La cual gozaba con la idea
De ser amada y de vivir por mí.
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Yo era un chiquillo y ella era una chiquilla
En ese reino junto al mar turquí;
Mas ¡con qué amor inmenso nos queríamos
Yo y mi bella amiguita Annabel Lee!
Con un amor que hasta los serafines
Nos envidiaban, a ella como a mí.
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Y esa fue la razón de que hace tiempo,
En ese reino junto al mar turquí,
Soplara el viento de una nube helando
A mi bella adorada Annabel Lee;
Que sus padres de origen noble fueran
A buscarla, quitáranmela a mí,
Y fueran a enterrarla en un sepulcro,
Allá en un reino junto al mar turquí.
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Ángeles, menos faustos en el cielo
Nos envidiaban, a ella como a mí,
Y esa fue la razón todos lo saben
En ese reino junto al mar turquí,
Por la cual salió el viento de esa nube
Que heló y mató a mi bella Annabel Lee.
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Pero fue más inmenso el amor nuestro,
Que el de aquellos, más graves que yo fuí;
Que el de aquellos, más listos que yo fuí,
Y ni los serafines en el cielo,
Ni los demonios en el mar turquí,
Podrán mi alma separar del alma
De mi bella adorada Annabel Lee.
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Que no brilla la luna sin traerme
Los sueños de la bella Annabel Lee,
Y las estrellas no aparecen nunca
Sin la mirada fiel de Annabel Lee;
Y así durante el flujo y el reflujo
Duermo junto a mi esposa Annabel Lee,
En el triste sepulcro abandonado,
En nuestra tumba, allá en el mar turquí.
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....................................Edgar Allan Poe.
Traducción de editorial Claridad; Obras completas; 1.ª edición: 1944.
Buenos Aires. (No se menciona el nombre del traductor).

jueves, 16 de junio de 2011

Holanda (parte I).

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HOLANDA (parte I)
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CÓMO SON SUS HABITANTES Y CÓMO COMPORTARSE EN ESE PAÍS
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por Antoine Schmitz
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.. Si tiene usted ocasión de encontrarse entre holandeses, evite mostrarse demasiado amable. Este consejo sirve para todos aquellos que para establecer cierta intimidad con su interlocutor tienen la costumbre de decir amabilidades no sentidas, en muchos casos o hace proposiciones que si fuesen aceptadas les desagradarían. La excesiva amabilidad inspira desconfianza al holandés; le choca y le molesta y se alejará de usted con cierto desdén. Pocas palabras, pocos gestos y apretones de mano. Sea usted con él algo frío; será el mejor modo de ganar su confianza y de inspirársela.
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.. Las costumbres anglosajonas han dejado huellas en los Países Bajos. El té ha adquirido la supremacía que tiene el café con leche en Alemania, Bélgica y Luxemburgo. La gente del pueblo trata de vestir a la inglesa y tomar té, pero la diplomacia y la marina de guerra son los dos sectores de la sociedad más influídos por Inglaterra.
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.. Conociendo al hombre y sus gustos es más fácil llegar a comprender su comportamiento externo. El holandés no tiene la rigidez del alemán, que siempre parece que se ha tragado un paraguas. Tiene más bien la digna frialdad inglesa, aunque en la gente del pueblo resulta un poco excesiva. El holandés más que amable es correcto. No quiere prometer ni que le prometan. La desconfianza y la lentitud de espíritu son características en el holandés. El mismo hombre que con su familia y sus hijos es tan cordial, pondrá a cierta distancia al extranjero que ve por primera vez, y tendrá que pasar bastante tiempo antes de que las relaciones adquieran alguna intimidad entre ellos; pero una vez roto el hielo y establecida la confianza, la amistad será duradera. El holandés es persona con la cual se puede contar siempre.
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.. Aunque frío y reservado es, al mismo tiempo, sencillo y realista. No tiene vanidad. Cuando le saludan no espera oírse nombrar con el título de su profesión, «señor doctor», «señor ingeniero», etc., como se hace en Alemania; pero durante una conversación hay que decir siempre «el señor o la señorita tal...», nombrando el apellido. Solamente se puede omitir al hablar con una señora; se le dirá así sencillamente. Todo esto hay que observarlo estrictamente.
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.. Puntualidad al minuto y al céntimo.En Holanda, al contrario de lo que ocurre en Bélgica, no le tutearán a usted. El tuteo lo emplean sólo cuando media mucha intimidad, cuando entre ellos se llaman por el nombre de pila. Los niños no tutean nunca a sus padres ni a sus profesores, y muy raramente a los extranjeros. En cambio entre ellos, sobre todo entre los jóvenes, enseguida se tutean.
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.. La primera vez que le inviten a una casa holandesa llegue usted muy a punto, sobre todo si es francés. Los holandeses son muy puntuales. Cuando dicen una hora, tal hora ha de ser, y al minuto. No se arriesgue a llegar tarde si no quiere provocar una sonrisa entre dientes.
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.. Los holandeses no solamente tienen la costumbre de ser exactos, sino también la de llegar con unos minutos de anticipación. Ténganlo en cuenta los extranjeros cuando sean ellos los que inviten. Si la invitación era para las ocho, es fácil que lleguen a las ocho menos cinco. La exactitud es uno de los elementos esenciales de la educación holandesa.
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.. Esa misma exactitud la observan en todo lo que tiene relación con el dinero. El holandés cuenta hasta el céntimo. Dicen algunos que es la consecuencia de ser un pueblo acostumbrado al comercio, y por lo tanto, interesado; pero esto es pensar mal. El holandés suele ser generoso, pero exacto en las cuentas. Si tiene usted que arreglar alguna cuenta con él, hágalo con extrema precisión.
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.. Al muy respetable señor X.Al redactar el sobre de una carta, ponga mucha atención. Sería un grave descuido el que no pusiera delante del apellido las iniciales del nombre.
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.. Los que quisieran redactar un sobre creo que no habrá muchos extranjeros que sepan escribir este difícil idioma tendrían que aplicar un código de extrañas expresiones para indicar la profesión de la persona a quien va dirigido. Si se trata de un burgués, de un ingeniero, un abogado, un juez, un general o un ministro, se pondrá según el caso, «Al muy noble señor X» o «Al muy noble y respetado señor...» o «Al muy noble y muy estimado señor...» Entre todas estas anticuadas fórmulas, los mismos holandeses tienen que reflexionar para encontrar la calificación exacta que corresponde. En cambio, la terminación de las cartas no ofrece dificultades; siempre será la misma Hoogachtend, que corresponderá, más o menos, a «con todo respecto» o «con toda mi consideración». En los países latinos y otros muchos germanos la vida social se desenvuelve con frecuencia en los lugares públicos: cafés, salas de té, restaurantes, etc. En cambio en Holanda se concentra en la casa. Hay pocos pueblos que amen y cuiden tanto sus hogares como el holandés, y tiene éste un arte especial para arreglar con poco una habitación bonita y confortable. Para expresar la agradable expresión que se siente en un hogar así de acogedor emplean la palabra gezellig, equivalente al gemütlich alemán y que no tiene traducción.
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.. Como consecuencia de esto se hacen y se reciben numerosas visitas, y aunque parezca extraño se puede ir de improviso a una casa lo mismo a las once de la mañana que a las cuatro de la tarde o a las ocho de la noche, aunque no haya mucha intimidad. El holandés es hospitalario, y le agradará que llame usted a su puerta. Será para él una prueba de amistad. Si va por la mañana le ofrecerán una taza de café, y si son las cuatro de la tarde le servirán el té. Tienen organizada la vida de manera que los hombres terminan de trabajar a las cinco o a las seis de la tarde. La cena tiene lugar a las seis y media, lo que permite unas largas y agradables veladas. Si va usted después de cenar le ofrecerán una taza de té, galletas y dulces.
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.. Es muy celebrado en todas las familias el día del cumpleaños, y no sólo se festeja a los hijos y a los padres, sino también a los primos, a los tíos y a los amigos. En los Países Bajos son numerosas las familias con cinco o seis hijos, y es preciso llevar muy bien las listas con las fechas de los nacimientos. Tienen una fiesta por semana, y en gran número de casas, para no olvidar los días memorables, cuelgan en el cuarto de estar un calendario especial en el que están señaladas las fechas de los cumpleaños que hay que felicitar. La persona festejada no sólo recibe regalos de sus amigos, sino que también ella los ofrece. En las oficinas, el jefe obsequia a sus empleados con pastas y dulces y los niños llevan al colegio bombones a sus condiscípulos. Con tantas solemnidades, cada vez es más alto el presupuesto.
Antoine Schmitz en «Saber vivir internacional», publicada por Pierre Daninos y Doré Ogrizek.
N. B.—Véase la 2.ª y última parte de este artículo: Holanda, parte II.