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jueves, 26 de mayo de 2011

Ingeniosidad gramatical que resuelve la disputa de las tres gracias.

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Ingeniosidad gramatical que resuelve la disputa de las tres gracias
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.. Cuenta la leyenda que habiendo surgido una disputa entre Juno, Minerva y Venus acerca de cuál de ellas era la más hermosa, las tres gracias convinieron en dar una manzana a Eris, a fin de que ésta se la entregase a la más bella. Después de contemplar los encantos de las tres, y sin poder decidir en justicia la que era más merecedora del premio, Eris trató de resolver el problema arrojando la manzana al aire, al mismo tiempo que decía:
.. ¡Para la más hermosa!
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.. Problema parecido fue el que tuvo que confrontar un gallardo poeta moderno, que frecuentando la casa de una familia amiga, se vio objeto del amor de tres hermanas, y no queriendo decidirse por ninguna, pero tampoco desairarlas en sus pretensiones, les entregó la siguiente décima a fin de que le pusieran la puntuación que cada una creyese conveniente. La décima decía así:
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Tres bellas que bellas son
Me han exigido las tres
Que diga de ellas cuál es
La que ama mi corazón
Si obedecer es razón
Digo que amo a Soledad
No a Julia cuya bondad
Persona humana no tiene
No aspira mi amor a Irene
Que no es poca su beldad.
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.. Correspondiendo a Soledad, por ser la mayor, poner primeramente la puntuación, una vez puesta se la leyó a sus hermanas, afirmando al mismo tiempo que la décima era una declaración formal de amor para ella. Juzgue el lector si no tenía razón, pues la décima decía así:
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Tres bellas, que bellas son,
Me han exigido las tres,
Que diga de ellas cuál es
La que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
Digo que amo a Soledad;
No a Julia, cuya bondad
Persona humana no tiene;
No aspira mi amor a Irene,
Que no es poca su beldad.
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.. Siento mucho desvanecer tu ilusión, hermana mía dijo Julia. Y leyó la décima con la siguiente puntuación, aunque con el mismo texto:
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Tres bellas, que bellas son,
Me han exigido las tres,
Que diga de ellas cuál es
La que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
Digo que, ¿amo a soledad?
¡No! A Julia, cuya bondad
Persona humana no tiene.
¡No aspira mi amor a Irene,
Que no es poca su beldad!
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.. Las dos estáis engañadas concluyó Irene, y el amor propio ofusca vuestro entendimiento. La declaración es para mí; y si lo dudáis, leed:
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Tres bellas, que bellas son,
Me han exigido las tres,
Que diga de ellas cuál es
La que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
Digo que, ¿amo a Soledad?
¡No! ¿A Julia, cuya bondad
Persona humana no tiene?
¡No! Aspira mi amor a Irene,
Que no es poca su beldad.
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.. Al igual que Eris no resolvió el problema de las tres gracias arrojando la manzana al aire para que la recogiese la más hermosa, las tres hermanas tampoco pudieron  resolver por sí mismas  el suyo, y cansadas de disputar, decidieron pedir al joven poeta que colocara la correcta puntuación a la décima a fin de definir claramente cuál de ellas era la preferida. El poeta, por su parte, se la colocó en la siguiente forma:
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Tres bellas, que bellas son,
Me han exigido las tres,
Que diga de ellas cuál es
La que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
Digo que, ¿amo a Soledad?
No. ¿A Julia, cuya bondad
Persona humana no tiene?
No. ¿Aspira mi amor a Irene?
¡Que no! Es poca su beldad.
Enciclopedia «Jackson».

martes, 10 de mayo de 2011

Arenas movedizas

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Arenas movedizas, mortífera celada de la Naturaleza
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Esta horripilante trampa es extraordinariamente peligrosa, pero los investigadores han  descubierto que el hombre puede salvarse de ella.
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Por Max Gunther
Condensado de “True, the Man's Magazine”
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Arenas movedizas de la bahía de Morecambe, Inglaterra.
.. Las bajas y pantanosas tierras al sur del enorme lago Okeechobee, en la Florida, Estados Unidos, están cuajadas de exótica vida silvestre subtropical; son un paraíso para el naturalista. Cierta mañana de verano, dos estudiantes universitarios, Jack Pickett y Fred Stahl, se echaron sus pesados morrales al hombro y se metieron en la espesa maleza en busca de plantas parásitas. Al pisar el banco arenoso de un arroyuelo casi seco, Pickett, que iba delante, gritó de pronto:
.. ¡No sigas! ¡Esto está muy blando!
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.. Había pisado un suelo que parecía formado por arena seca, calcinada por el sol; pero aquella aterronada superficie se desmenuzó extrañamente bajo sus pies y Jack se hundió hasta los tobillos. A duras penas, avanzó unos cuantos pasos tratando de salir a terreno firme; pero a cada paso se hundía cada vez más, y la extraña arena blancuzca le llegó presto a la rodillas.
.. Horrorizado, gritó:
.. ¡Es arena movediza! ¡Ayúdame!
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.. Stahl sabía que no adelantaría nada con meterse él mismo en las arenas movedizas para salvar a su amigo. Entonces quedarían los dos atrapados, y en muchos kilómetros a la redonda nadie había que pudiera acudir en su auxilio. Así pues, corrió a la espesura en busca de una larga rama de árbol.
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.. Pickett continuaba forcejeando. Con tremendo esfuerzo logró sacar una pierna de la pavorosa trampa; pero la otra se le hundió hasta la cadera. La arena que le rodeaba temblaba como un monstruoso tazón de gelatina. El joven perdió el equilibrio y cayó lentamente hacia delante, sobre el pecho.
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.. Stahl, que volvía corriendo con una rama de árbol, le gritó:
.. ¡Quítate el morral!
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.. El peso de la mochila iba hundiendo inexorablemente a Pickett en las arenas movedizas, pero la hebilla estaba a la altura de su pecho, sumergida, y el muchacho no podía meter las manos entre el cieno para desengancharla. Hizo un esfuerzo para mantener alta la cabeza, pero la arena le subió rápidamente hasta la barbilla. Con la arena ya a punto de cubrirle la boca y la nariz, exhaló un último grito de terror. Ya sólo sus ojos quedaban al descubierto, abiertos de espanto.
.. ¡Agárrate a la rama! le instó Stahl.
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.. Pickett trató de sacar las manos del cieno que lo tragaba, pero con el movimiento sólo consiguió que la cabeza se le hundiera aun más. Stahl, frenético, apoyando la rama en una roca, la metió en la arena por debajo del pecho de Pickett para tratar de levantarle; pero la rama se partió.
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.. Ya no se veía otra cosa que la suela de una bota y el morral del estudiante, y ambas cosas iban hundiéndose rápidamente. Impotente, Stahl se sentó en la piedra con la cara hundida entre las manos. Cuando levantó la vista ya no quedaba allí más que una llana extensión de arena aparentemente seca.
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.. Cerca de Bearden, Arkansas (E. U. A.), un grupo de cazadores que marchaban por la orilla del río Ouachita se detuvieron repentinamente, espantados, al salir de una densa espesura. En un llano trecho de arena aparecía la cabeza de un hombre, al parecer sin cuerpo, con los ojos vueltos hacia el cielo. Los cazadores se dirigieron hacia ella, pero de pronto se detuvieron, dándose cuenta de la situación. Se hallaban ante un banco de arenas movedizas. El hombre aquel se había hundido hasta el cuello y había muerto de inanición.
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.. Las arenas movedizas son uno de los azotes más antiguos y espeluznantes del hombre. Ser tragado por ellas es una forma de muerte peculiarmente espantosa, cuya macabra fascinación han explotado con deleite autores de novelas y películas. De hecho, las arenas movedizas han sido elemento tan considerable de increíbles consejas que es difícil distinguir entre la realidad y la imaginación.
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.. ¿Cuál es la realidad?
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.. Aunque las arenas movedizas son cosa común y existen en muchas partes del mundo, poco se sabía sobre ellas antes de la segunda guerra mundial. Según la teoría más popular, las arenas movedizas se componían de granos de arena redondeados. Éstos, según la teoría, obran, a diferencia de los granos irregulares que forman la arena ordinaria, como minúsculos cojinetes de bolas, y giran unos contra otros en sentido opuesto, con lo cual hacen que cualquier cuerpo pesado (un hombre, por ejemplo) se hunda rápidamente entre ellas. Otra teoría afirmaba que los granos de las arenas movedizas están lubricados con lodo o alguna otra substancia resbalosa que los hace desplazarse bajo cualquier peso. Pero nadie sabía cosa alguna con certidumbre.
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.. Entonces, en 1944 a 1945, durante la invasión aliada de Alemania, país cuyo terreno, en un cuatro por ciento aproximadamente, es bajo y pantanoso, el ejército estadounidense descubrió que necesitaba aprender mucho más acerca de la forma de mover tropas sobre terrenos inestables.
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.. Un episodio ocurrido en abril de 1945 ilustra los problemas del ejército estadounidense. Cuando aviones nazis de bombardeo atacaron un convoy de aprovisionamiento cerca de Weimar, el conductor del primer vehículo, cabo Roger Jonas, se apartó inmediatamente de la carretera y se metió en lo que parecía una pradera arenosa. Sintió que su camión daba una sacudida y trató de abrir la portezuela, pero descubrió que ésta se había atascado. Asomando la cabeza por la ventanilla, vio horrorizado que el camión iba sumergiéndose lentamente en la pradera, como un buque que zozobra. La arena alcanzaba ya a cubrir la mitad de la portezuela.
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.. Saliendo por la ventanilla, Jonas se encaramó al techo de la cabina del camión. En pocos minutos la arena ya subía por el parabrisas. En los intervalos de silencio entre las explosiones de las bombas, el cabo podía oír un extraño ruido de succión, como el que haría un hombre que sorbiera sopa. La arena llegó al techo de la cabina y Jonas se montó sobre la lona que cubría la carga. En seguida, paralizado por el terror, vio que la cabina desaparecía y que las arenas ascendían hacia él. Finalmente dio un salto en dirección al camino, se sumergió hasta las rodillas, cayó hacia delante y se asió febrilmente a un manojo de hierba del terraplén de la carretera. Afortunadamente, la hierba resistió y el cabo tiró hasta salir a rastras de la trampa que amenazaba con tragarle. Cuando terminó el ataque aéreo, su camión había desaparecido.
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.. El interés del ejército dio pie a diversos estudios científicos de las arenas movedizas. Uno de ellos fue el hecho por el Dr. Ernest Rice Smith, profesor de geología. Rice Smith pasó días enteros estudiando un banco de arenas movedizas que había en un pastizal, no lejos de la universidad donde daba clases. El banco, próximo a un arroyuelo, tenía la superficie moteada de un verde amarillento a causa del limo que en él crecía. Cuando el profesor tiraba allí una piedra, la arena temblaba en forma horripilante y parecía cobrar vida.
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.. ¿Por qué esta arena era diferente de cualquiera otra? El profesor recogió un cubo de ella y más tarde examinó muestras al microscopio. Los granos resultaron ser iguales que cualesquiera otros; algunos redondeados, pero la mayoría irregulares. Esto descartaba, pues, la teoría de los granos redondeados. La idea de los granos lubricados tampoco parecía resistir el examen. Aunque el geólogo mantuvo su cubo de arena humedecido y las verdes algas continuaban prosperando, la arena ya no era movediza. Era tan sólida como la de cualquier playa.
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.. Regresando a la pradera, Rice Smith habló con el dueño de la finca.
.. Pasa una cosa rara con esa arena le dijo el campesino. Unas veces es movediza y otras es firme. Vuelva usted por aquí en agosto y podrá bailar sobre ella.
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.. Agosto... el mes más seco del año. ¿Podría el agua ser la solución? Pero la arena húmeda ordinaria soporta un peso tan bien como la seca. La solución, razonaba Rice Smith, acaso estuviera no en la cantidad de agua, sino en su flujo. Si el agua está descansando inmóvil en la arena, ésta no es movediza; pero si el agua fluye a través de ella en alguna forma determinada...
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.. El profesor consultó a otros geólogos y descubrió que muchos de ellos ya venían haciendo iguales conjeturas. Para resolver la cuestión, Rice Smith y otros hombres de ciencia construyeron dispositivos de experimentación en los cuales se pudiera hacer fluir agua a través de arena en diversas formas.
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.. Uno de los modelos más ingeniosos fue construído por el profesor Jorj Osterberg, de la universidad del Noroeste (E. U. A.). Era un gran tanque lleno de arena ordinaria y provisto de mangueras dispuestas de forma tal que se pudiera hacer al agua entrar por la parte superior y salir por abajo, o viceversa. Para completar el experimento había un muñeco de material plástico, “Willie”, lleno de perdigones que le daban más o menos la gravedad propia del hombre; es decir, que podía flotar con la parte superior de la cabeza a flor de agua. Cuando la arena del tanque del

Equipo de rescate para las arenas movedizas de la bahía de Morecambe

profesor Osterberg estaba seca, Willie podía sostenerse de pie en la superficie o estar tendido sobre esta sin apenas dejar señal en ella. Cuando se echaba agua por arriba, Willie no se hundía; pero cuando se introducía agua desde el fondo y se la hacía fluir a través de la arena, Willie se hundía hasta el cuello (si hubiera estado cargado con un morral, se habría sumergido del todo). Los investigadores descubrieron que la ascensión del agua, como cuando procede de un manantial, separa ligeramente los granos y hace que la masa de arena se hinche. En tal caso cada grano descansa, o flota parcialmente, sobre una especie de cojinete de agua en lugar de apoyarse en otros granos.
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.. Algunas clases de arenas movedizas obran con más rapidez que otras. Cuanto más fina es la arena, menos corriente de agua se necesita para hacerla movediza. Con arena fina y un rápido flujo ascendente del agua, el resultado es lo que los ingenieros de suelos llaman un estado “super-movedizo”. No se puede dar ni un paso en ella, aunque pueda permanecer tan firme como el cemento. Donde el agua fluye despacio, o los granos de arena son bastos, el resultado es una arena movediza lenta. Pueden darse en ella unos pasos, a veces los suficientes para escapar.
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.. Si se conserva la sangre fría, se puede flotar en arenas movedizas igual que se flota en el agua. Como las arenas movedizas obedecen las mismas leyes que rigen a los líquidos, un hombre se hundirá en ellas sólo hasta haber desplazado un peso de agua igual al de su propio cuerpo; al llegar a ese punto empezará a flotar. Y como las arenas movedizas son más pesadas que el agua, se puede flotar en ellas a más altura que en el agua.

.. Pero es preciso saber exactamente lo que se debe hacer.

.. El finado geológo Gerard Matthes solía decir a los cazadores y otras personas que se aventuran en parajes incultos: «Cualquiera que se aparte alguna vez del pavimento, debe estar enterado de lo que son las arenas movedizas». Matthes, destacado perito en arenas movedizas de la Oficina de estudios geológicos de los Estados Unidos, era ejemplo viviente de que es posible escaparse de la temblona trampa. Cierta vez, explorando un río en el estado de Colorado, cayó en un banco de arenas movedizas poco antes del mediodía. El sol se ponía cuando logró salir por fin a terreno firme. En ocho horas había recorrido una distancia de tres metros.

.. Matthes pudo libertarse porque sabía lo que son las arenas movedizas y lo que debe hacerse al caer en ellas.

.. 1. Nunca vayamos solos.Si fuéramos por zonas incultas debemos ir con alguien más, que podrá ayudarnos en caso de necesidad, o podremos nosotros ayudar a él.

.. 2. Tratemos de correr.Algunas clases de arenas movedizas son lo bastante firmes para permitirnos ensayar tal cosa... si lo hacemos aprisa. El golpe del pie apartará la arena de las piernas, y cada pie saldrá del hueco que ha hecho antes de que las piernas se hundan demasiado. Si se hunde uno con demasiada rapidez para correr... haga lo siguiente.

.. 3. Tendámonos de espaldas.El cuerpo flotará sobre la superficie de las arenas en lugar de quedar envuelto por éstas, y resultará más fácil moverse.

..4. Librémonos de todo peso inútil.Desembarazémonos de la escopeta. Sacudámonos el morral o mochila. Quitémonos la chaqueta gruesa si hay tiempo para ello.

.. 5. No tratemos de levantar los brazos.En el cine las víctimas cometen invariablemente esta equivocación. La facilidad de sustentación que los brazos proporcionan es indispensable. Es preciso dejarlos descansar sobre la superficie de las arenas movedizas.

.. 6. Pidamos socorro a gritos.Y, mientras llega, permanezcamos inmóviles.
.. Si nadie acude a prestar auxilio, hagamos lo siguiente.

.. 7. Rodemos lentamente sobre el propio cuerpo hasta llegar a tierra firme.O, volviéndonos boca abajo, demos brazadas de pecho lentamente.

.. 8. Hagamos todo movimiento lenta y cuidadosamente.Debemos dar a las arenas tiempo para fluir alrededor de nuestro cuerpo. Los movimientos precipitados causados por el pánico crean vacíos en los que podemos sumergirnos hasta la cabeza.

.. En estos tiempos en que cada día hay más gente que recorre lugares agrestes o navega cerca de costas con las cuales no está familiarizada, estos conocimientos pueden salvar muchas vidas. Una de ellas bien pudiera ser la del propio lector.
«Selecciones» del Reader’s Digest, tomo XLIX, núm. 242.