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miércoles, 13 de abril de 2011

Hipnotismo en el supermercado.

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Hipnotismo 
en el supermercado
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LAS MUJERES ENTRAN EN ESTADO HIPNÓTICO AL ACERCARSE A LOS PRODUCTOS
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por Vance Packard
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.. El impulso de comprar alimentos de olor penetrante, como el queso, artículos atractivos a la vista, como los encurtidos o la ensalada de frutas que se ofrecen en botes de vidrio, y las golosinas, pasteles, emparedados y otros renglones que producen satisfacción personal, sobrepasa a todos los promedios, constituyendo el 90 por ciento de todas las compras. Otros investigadores han confirmado en general las cifras dadas por DuPont respecto a las compras impulsivas. La Folding Paper Associaton halló que dos tercios del total de las compras se realizan parcial o totalmente por impulso; el Progressive Grocer dio cifras semejantes a las de DuPont: siete de cada diez compras. Y la revista Printer Ink observó con felicidad muy poco disimulada que la lista de compras se había convertido en algo inusitado, cuando no inútil.
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.. James Vicary quiso averiguar la razón de tal incremento en las compras impulsivas. Sospechó que algo especial pasaba en la psicología de las mujeres que entraban en el supermercado. Columbró que quizás sufrieran un aumento de la tensión al enfrentarse con tantas posibilidades, por verse obligadas a realizar las compras de prisa. La mejor manera de descubrir lo que sucedía dentro de la compradora sería utilizar un galvanómetro o un detector de mentiras, lo cual era evidentemente poco práctico. Otro procedimiento casi tan ventajoso era usar una cámara cinematográfica oculta para registrar el promedio del parpadeo de las clientes mientras compraban. La rapidez del parpadeo es un índice bastante preciso de la tensión interna. Según el señor Vicary, la persona corriente parpadea normalmente alrededor de treinta y dos veces por minuto. Si se siente tensa lo hace con más frecuencia; bajo tensiones extremas llega a parpadear hasta cincuenta o sesenta veces por minuto. En cambio, si su estado es de completa placidez, su parpadeo puede reducirse a veinte veces o menos aún.
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.. Vicary instaló sus cámaras cinematográficas y comenzó a seguir a las damas a medida que entraban en las grandes tiendas. Los resultados le dejaron perplejo incluso a él. El parpadeo de las compradoras, en lugar de aumentar e indicar una tensión creciente, bajaba más y más, hasta llegar a un promedo anormal de catorce veces por minuto. Las damas habían caído en lo que Vicary llama un «trance hipnagógico»; es decir, habían llegado a la primera etapa de la hipnosis. Vicary dedujo que la principal razón de este trance es que en el supermercado, país de maravillas, están al alcance de la mano productos que en años anteriores sólo los reyes y reinas podían darse el lujo de adquirir. La teoría de Vicary es la siguiente: «Justamente en esta generación, cualquiera puede ser rey o reina y pasearse por estos almacenes en donde los productos claman a gritos "¡Cómprame, cómprame!"».
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.. Es interesante saber que muchas de dichas clientas estaban tan hipnotizadas que pasaban al lado de vecinas y viejas amistades sin notarlas o saludarlas. Algunas tenían los ojos un poco vidriosos. Estaban tan ensimismadas mientras recorrían los almacenes recogiendo al azar artículos de los estantes, que hasta tropezaban con cajas por no haberlas visto y ni siquiera reparaban en la cámara que las filmaba, aunque en algunos casos su cara pasara a un pie y medio del sitio en que funcionaba el murmurante motor. Cuando las amas de casa llenaban sus carritos se dirigían hacia la caja registradora, la frecuencia del parpadeo empezaba a aumentar hasta unas veinticinco veces por minuto. Luego, al oir el ruido de la caja registradora y la voz del cajero pidiendo el dinero, el parpadeo subía sobre lo normal, a unas cuarenta y cinco veces por minuto. En muchos casos sucedió que las mujeres no tenían suficiente dinero para pagar todas las lindas cosas que habían comprado. Teniendo en cuenta esta fuente de impulsos adquisitivos que es el supermercado, los psicólogos se han asociado con los peritos en mercadeo para convencer al ama de casa en comprar productos que no necesita o que inclusive puede no desear, hasta que los ve, incitadores, en los anaqueles.
«Los persuasores ocultos» («The Hidden Persuaders»), conocido generalmente en español como «Las formas ocultas de la publicidad», por Vance Packard.