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jueves, 20 de octubre de 2011

El arte de olvidar.

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El arte de olvidar
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por Prentice Mulford
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.. La química del porvenir reconocerá que es la mente una verdadera substancia, como hoy son tenidos por substancias los ácidos, los óxidos y todos los demás principios químicos.
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.. No existe vacío alguno entre lo que llamamos el mundo material y el mundo mental o espiritual. Ambos están constituídos por substancias o elementos en grado distinto de sutileza, fundiéndose imperceptiblemente el uno con el otro. En realidad, la materia no es más que una forma visible para nosotros de los sutiles elementos a que damos el nombre de mentales.
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.. Nuestro invisible e impalpable espíritu hace fluir continuamente de nosotros un elemento de fuerza tan real como la corriente de agua que nuestros ojos materiales ven o como la corriente eléctrica que nuestros ojos no ven. Estas corrientes mentales se combinan con otras corrientes mentales y de tales combinaciones salen nuevas cualidades mentales, así como de combinaciones de varios principios químicos se forman principios o elementos nuevos, o con propiedades nuevas.
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.. Si arrojamos fuera elementos espirituales de odio, de pena o de dolor, habremos puesto en acción fuerzas dañosas para nuestra inteligencia y para nuestro cuerpo. El poder de olvidar no es otro cosa que el poder de arrojar muy lejos de nosotros los elementos mentales desagradables y perniciosos, poniendo en lugar suyo los que hayan de aprovecharnos para vivir sin dolor.
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.. Hemos de saber que el carácter de nuestra mente influirá siempre, favorable o desfavorablemente, sobre nuestros afectos y sobre nuestros negocios, ejerciendo determinada influencia sobre los demás, como que es un elemento que producirá sentimientos agradables o desagradables en los otros, despertando en ellos gran recelo o una fuerte confianza.
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.. El estado de inteligencia que prevalece en nosotros, o sea el carácter de nuestra mente, es el que conforma nuestro cuerpo y acaba por darle sus rasgos distintivos, haciéndonos odiosos o amables, repulsivos o atrayentes para los demás. Nuestra mente o espíritu es el que forma nuestro modo de andar, nuestro modo de movernos y nos da los ademanes y gestos que nos son propios. El más insignificante movimiento del menor de nuestros músculos obedece a un movimiento de inteligencia, a un deseo del espíritu. Una inteligencia determinada, determina siempre un especial modo de andar. Una inteligencia siempre débil, vacilante e insegura, determinará en el indivuduo una marcha igualmente insegura y vacilante. La mente es la que une en un solo conjunto todos los músculos del cuerpo y es también el elemento espiritual que encierra cada uno de ellos.
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.. Contemplad a un individuo, hombre o mujer, de esos siempre descontentos, sombríos o melancólicos, o solamente de los que decimos que tienen gran genio, y veréis en su rostro las huellas de la acción de esta fuerza oculta de su mente, modelando y constituyendo la expresión singular con que les conocemos. Son muchas las personas que no gozan nunca de buena salud, porque esta fuerza acciona en ellas lo mismo que un veneno y da origen a varias formas de enfermedad. Un pensamiento muy persistente dirigido a determinado propósito u objetivo, especialmente si este propósito ha de ser en beneficio de los demás tanto como en el propio beneficio, dará a todos nuestros nervios una fuerza extraordinaria, y no es en realidad más que un sano egoísmo esta acción que ha de beneficiar a los demás tanto como a nosotros mismos. Desde el punto de vista mental o espiritual, y en este mundo presente, todos nosotros constituímos una sola unidad, y no somos más que fuerzas que accionan las unas contra las otras, para el bien o para el mal, llenando esto que nuestra ignorancia llama el «vacío del espacio». Estas fuerzas son como nervios que se extienden de hombre a hombre, de existencia a existencia. En este sentido, pues, todas las formas de vida están unidas y fuertemente relacionadas, de manera que bien podemos decir que todos nosotros no somos sino los miembros de un cuerpo único. Un mal pensamiento o una acción mala, es como una pulsación de dolor que conmueve hasta el fin de la humanidad a millares de millares de seres organizados. Un pensamiento bueno o una acción benévola causa, pero en sentido agradable, los mismos efectos. Es, pues, ley de la naturaleza, que la ciencia ha demostrado, que no podemos hacer a nuestro prójimo un bien real ni causarle dolor alguno sin que nosotros mismos no participemos también de este mismo dolor o beneficio.
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.. La pesadumbre que causa una pérdida, sea ella de seres queridos o de bienes materiales, debilita mucho la inteligencia y el cuerpo, y nuestro dolor tampoco sirve de nada al amigo o pariente por quien lloramos, sino que más bien le hacemos perjuicio, pues nuestros pensamientos tristes llegan hasta las personas que han pasado ya a otras condiciones de existencia, y son fuente de dolor para ellas.
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.. Una hora de irritación o de mal humor, haya sido expresado o no con palabras, gasta una parte de nuestras fuerzas, sin beneficio para nosotros ni para los demás, creándonos tal vez, por el contrario, grandes enemigos. Directa o indirectamente, es indudable que perjudica siempre nuestros negocios. Las agrias miradas y las palabras duras alejan de nosotros a la gente de buenas costumbres. La irritación o el odio contra los demás son también elementos que contribuyen a la formación de nuestra inteligencia. Todas las fuerzas de nuestrra mente pueden ser empleadas para nuestro gusto y en provecho propio, del mismo modo que en el plano actual de nuestra existencia podemos contribuir, en una reunión de personas de buena voluntad, con las fuerzas de nuestro cuerpo, a procurarnos alegres distracciones y comodidad.
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.. De manera que hacernos capaces de arrojar fuera de nosotros mismos «olvidar» un pensamiento o una fuerza que ha de perjudicarnos, es un medio importantísimo para ganar fuerza corporal y claridad de inteligencia, y esta fuerza corporal y esta claridad de inteligencia son prendas seguras de éxito en toda clase de empresas. Es un medio también para fortalecer nuestra mente, y no hemos de olvidar que las fuerzas de nuestra mente accionan sobre otros seres, aunque se hallen muchos millones de leguas distantes, con ventajas o con desventajas para nosotros, con lo cual podemos afirmar que disponemos ya de una fuerza nueva, diferente y aparte de las que son propias del cuerpo; fuerza que está siempre en acción, obrando sobre nosotros mismos y sobre los demás, y aun afirmamos que es la fuerza que está más en acción en todo momento. Pero hoy usamos de ella sin saberlo, inconscientemente, y por tanto a ciegas, hundiéndonos así en el lodazal del infortunio y del error. Sabiamente y con plena conciencia empleada, esta fuerza nos proporcionaría todos los bienes imaginables.
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.. Esta fuerza es nuestro propio pensamiento, y toda idea que surja de él es de capital importancia para nuestra salud y para el buen éxito real de nuestras empresas. Una fortuna ganada a costa de la salud no puede considerarse como un verdadero triunfo.
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.. Toda inteligencia se educa a sí misma, en general, de un modo inconsciente, según el peculiar carácter o las cualidades propias del espíritu, y una vez ya hecha esta educación, es imposible cambiarla inmediatamente; también podemos, de modo inconsciente, haber educado nuestra inteligencia en estado de peligrosa turbación para nuestro espíritu. Y así nunca hemos de dedicarnos a esta obra en estado de inquietud, temiendo una fuerte pérdida o con el recelo de que esto o aquello no suceda como deseamos, todo lo cual son fuerzas destructoras que malgastan nuestras energías, nos disponen mal para los negocios y nos causan pérdidas materiales y aun también pérdidas de amigos.
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.. El aprender a olvidar es tan necesario y tan beneficioso como el aprender a recordar. Pensamos durante el día en muchas cosas que sería mucho más provechoso para nosotros tener completamente olvidadas. Ser capaz de olvidar o saber olvidar, es lo mismo que saber arrojar fuera de nosotros las fuerzas invisibles que nos han de causar perjuicio, conviertiéndolas en otro orden de fuerzas que nos pueden ser útiles.
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.. Pidamos persistentemente, y con firme voluntad, aquella condición de carácter que notemos en nosotros decaída o muy débil, y la sentiremos pronto aumentada y fortalecida. Pidamos, por ejemplo, mayor paciencia, mayor decisión o más claridad de juicio, más valor o más confianza en nosotros mismos, y veremos acrecentar estas cualidades en nosotros. Todas estas cualidades están constituídas por elementos reales, aunque forman parte de lo más sutil, de lo que no puede ser descubierto y reconocido por la química de la naturaleza.
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.. El hombre que está descorazonado, desesperanzado, o bien triste y quejoso, es que inconscientemente ha atraído hacia sí los elementos de estas condiciones de vida, apropiándoselas, debido a que su inconsciente mental está pésimamente educado. La inteligencia es de naturaleza magnética y por esto atrae hacia sí toda la fuerza mental en que se fija y la hace penetrar en sí misma. Despertemos en nosotros la idea de miedo, y el miedo aumentará en nosotros hasta el grado sumo. Dejemos de resistir a la tendencia al miedo, no hagamos esfuerzo alguno para arrojar de nosotros el miedo, y es lo mismo que abrirle la puerta para que penetre en nosotros; esto es, hemos «pedido» el miedo. Fijemos nuestra inteligencia en la idea del valor, y entonces nos veremos imaginativamente valerosos, y más valerosos seremos en realidad cuánto más tenazmente fijemos esta idea en nuestra inteligencia. Esta vez hemos «pedido» el valor, y el valor ha venido a nosotros.
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.. No tiene límite el mundo invisible para proporcionarnos toda clase de cualidades mentales. Con las palabras «pedid, y recibiréis», Jesucristo quiso decir que toda inteligencia que necesite de alguna cualidad, la pida continuamente y llegará a adquirirla. Pidamos, pues, con discernimiento y obtendremos siempre lo mejor.
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.. Cada segundo que empleamos en una sabia petición, nos dará un incremento de poder, que nunca es poder perdido para nosotros. Con este esfuerzo ganamos constantemente energías que podemos ir almacenando, pues no la hemos de gastar en mucho tiempo. Lo que necesitamos en todas nuestras empresas no es sino mayor poder, para alcanzar buenos resultados y llevar adelante nuestra fortuna; poder para realizar en torno de nosotros todo aquello que nos ha de favorecer y ha de favorecer a nuestros amigos, pues nosotros no podremos dar a comer a los demás, si nosotros mismos no tenemos con qué alimentarnos. Este poder no es la misma cosa que reunir en la memoria las opiniones de otras muchas personas o una serie de hechos sacados de los libros, los cuales frecuentemente demuestran el tiempo que son puras ficciones. Todo hecho verdadero, en algún grado o plano de la existencia, ha sido llevado a cumplimiento por el poder del espíritu o por las invisibles fuerzas originadas en la inteligencia, obrando sobre otras inteligencias, ya próximas ya lejanas, pero de un modo tan real, como es real la fuerza de nuestro brazo al levantar una piedra.
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.. Un hombre puede ser un ignorante, y, sin embargo, arrojar fuera de su inteligencia determinadas fuerzas que ejerzan influencia sobre los demás, así estén cerca o lejos, en forma que ha de resultar beneficiosa para su fortuna; mientras que el hombre estudioso podrá trabajar con toda su energía para obtener tan solo una miserable pitanza, y es que en la ignorancia tiene el hombre muy grande poder mental. La inteligencia no ha de ser como un saco donde se meten hechos y más hechos; la inteligencia no es otra cosa que un poder de acción para alcanzar aquellos resultados que se deseen. Escribir libros no es sino una pequeña parte de la acción que puede ejercer la inteligencia. Los más grandes pensadores primero trazaron el plan de su acción y después accionaron; así lo han hecho Colón, Napoleón, Fulton, Morse, Edison y otros muchos que lograron remover y conmover el mundo; obrando de este mismo modo lograremos iguales resultados.
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.. Todo plan nuestro, o propósito, o deseo, que se relacione con un negocio o con un invento, es una positiva producción de invisibles elementos mentales, y recordemos que la mente es así como un imán. Empezamos por producir una fuerza que va dirigida a la consecución de nuestro deseo, y si persistimos con energía en el propósito hecho, iremos acumulando fuerzas sobre otras fuerzas, la cuales de este modo se irán fortaleciendo también cada vez más, obteniendo al fin resultados cada vez más favorables.
Prentice Mulford.
.. Cuando abandonamos un propósito antes de haberlo conseguido, lo que hacemos es detener la aproximación de las fuerzas que venían ya hacia nosotros y detener igualmente las que habíamos ya logrado atraer y reunir. El éxito, en todo negocio, depende de la perfecta aplicación de esta ley. La persistencia en un propósito es el mejor modo de atraernos fuerzas o elementos favorables al mismo, de modo que sea cada vez más fácil su realización en el mundo exterior.
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.. Cuando nuestro cuerpo se halla en el estado que llamamos «sueño», estas fuerzas, o sea nuestra mente, están en plena actividad, ejerciendo su influencia sobre otras inteligencias. Si nuestro último pensamiento antes de dormirnos ha sido de ansiedad, de recelo o de odio contra alguno, su acción tendrá para nosotros tan solo pésimos resultados; pero si nos sentimos alegres, confiados y nos dormimos en paz con todos los hombres, entonces nuestra mente o espíritu será el más fuerte y su acción tendrá para nosotros los mejores resultados. Si el sol se pone sobre nuestra ira o nuestra rabia, mientras durmamos nuestra encolerizada mente accionará sobre las demás en este estado y su acción solamente nos traerá perjuicio.
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.. Tenemos, pues, una gran necesidad de cultivar el poder de olvidar lo que puede causarnos daño en nuestra vida espiritual mientras nuestro cuerpo descansa, para cambiar aquellos elementos perjudiciales en otros que sean atrayentes de lo bueno.
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.. Hoy día son inmensa generalidad los que no piensan nunca en averiguar y comprobar el verdadero carácter de su espíritu. Dejan que su fuerza mental o inteligencia se guíe por sí misma, y cuando se les ocurre una idea que les perturba hondamente, no saben decir «No quiero pensar en ello». De este modo atraen inconscientemente hacia sí mismos elementos o influencias que les perjudican, y sus cuerpos enferman a causa de la clase de ideas y de pensamientos que consienten en su mente tener.
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.. Inmediatamente que hemos descubierto el daño que nos causa la persistencia de alguna idea perturbadora, empecemos a poner en acción el poder de arrojar fuera de nosotros esta idea, y cuanto más nos ejercitemos en resistir a estos perjudiciales pensamientos, iremos constantemente ganando más y más poder para la resistencia al mal. «Resiste el diablo dijo Cristo, y el diablo saldrá de tu cuerpo». No diremos que sea lo mismo que un «diablo» el hecho de hacer mal uso de las fuerzas mentales; pero no hay duda de que tiene aun mayor poder para afligirnos y torturarnos. Un estado de inteligencia triste o melancólico es para nosotros un verdadero demonio. Puede ser causa de enfermedad y puede hacernos perder a nuestros mejores amigos y aun originarnos importantes pérdidas materiales, debiendo tener presente que el dinero contribuye no poco a la satisfacción de nuestras necesidades y a nuestro mayor bienestar, pues sin dinero tampoco podríamos mejorar. El pecado que indudablemente se encierra en la «pasión del oro», no estriba precisamente en sí misma, sino en amar más el oro que las cosas necesarias que el oro nos proporciona.
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.. Para obtener el mayor éxito en un negocio cualquiera, para hacer los mayores adelantos en un arte o para lograr todo el resultado apetecible en un estudio determinado, es de absoluta necesidad que durante el día y en repetidas ocasiones, nos olvidemos de todo y concentremos todas nuestas fuerzas en aquel negocio, en aquel arte o en aquel estudio; y aun será bueno antes de entregarnos a ellos, dejar en el más completo reposo nuestra inteligencia, para reunir nuevas fuerzas con que emprender con mayor impulso el objetivo propuesto.
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.. Estarnos continuamente girando en torno de un mismo plan, estudio o especulación, el cual llegaremos o no a realizar, es lo mismo que malgastar las fuerzas de nuestro cerebro en hacer girar la rueda de un molino, con lo cual nos estamos diciendo siempre la misma cosa una y otra vez, desgastando nuestas fuerzas en la repetida construcción de una sola idea, labor completamente perdida, pues con la primera vez bastaba, ya que todas las demás no son sino duplicados de ella.
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.. Si nos sentimos siempre inclinados a pensar o hablar de un asunto o cuestión determinada y no procuramos olvidarla cuando es menester, poniéndola siempre sobre el tapete en toda ocasión y en todo lugar; si mentalmente o conversando no nos esforzamos en tomar el tono general de lo que se habla en torno de nosotros, o no mostramos nunca interés por lo que interesa a los demás; si hablamos siempre tan solo de lo que nos importa a nosotros, callando cuando se hable de otros asuntos, caemos en el peligro de convertirnos en simples y en verdaderos maniáticos, destruyendo de este modo nuestra propia reputación y nuestra fuerza.
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.. El que así obra, acaba por hacer predominar en él una sola y única idea sobre todas las demás, tal vez sin quererlo, pues no ha aprendido a olvidar en determinadas ocasiones su propósito, pretendiendo además que los otros se adapten a sus propias miras. Por esta sola razón ha perdido el poder de olvidar, y no puede ya arrojar fuera de su cerebro la única absorbente idea que ha venido albergando, y así cada vez lleva todavía más hacia dentro esta única idea, rodeándose a sí mismo, a fuerza de pensar y de hablar siempre de lo mismo, de una atmósfera o elemento mental tan verdadero y positivo como son los elementos que podemos ver y tocar.
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.. Otros sienten en torno suyo la idea o el pensamiento de otra persona, y lo sienten desagradablemente tal vez, y es que hay quienes son capaces de sentir el paso o el contacto del pensamiento ajeno con un «sentido» que es innominado tadavía. En este sentido, sin embargo, que no siempre nos explicamos ni ejercemos conscientemente, está el secreto de las favorables o desfavorables impresiones que nos causan a primera vista determinadas personas. De nuestra mente fluye constantemente una especie de viva corriente, lanzando al espacio elementos mentales que afectan a otros desfavorablemente o favorablemente para nosotros, según que sus respectivas cualidades concuerden mejor o peor y según también la agudeza de sensibilidad que tiene la mente con la cual choca la nuestra; y téngase en cuenta que podemos ser afectados por el pensamiento de otra persona, esté muy cerca o muy lejos de nosotros. Así, podemos decir que estamos hablando con los demás mientras está quieta nuestra lengua, y que fabricamos elementos de odio o de destrucción cuando nos hemos ya retirado solos en la quietud de nuestros dormitorios.
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.. Un maniático se convierte muchas veces en un mártir, o él, cuando menos, lo piensa así. No hay causa que exija indispensablemente el martirio, a menos que sea por ignorancia, pues nunca fue, en efecto, de absoluta necesidad. El martirio implica siempre carencia de raciocinio o de tacto para la proclamación de un principio cualquiera, nuevo en el mundo. Analizad al martirizado y siempre hallaréis en el mártir una fuerza o una idea que le obligó a obrar en una forma antagónica y ofensiva para alguien. Un hombre de mucha inteligencia, a fuerza de pensar siempre en una misma idea, ha acabado por quedar obsesionado por ella. El antagonismo que ha ido formando entre su pensar y el pensar de los demás, ha existido primeramente en su propia inteligencia. «Yo no vengo con la paz dijo Cristo, sino con la espada». Mas ahora han llegado ya en la historia de este mundo los tiempos en que la espada será para siempre envainada. Hay personas de mucha bondad que hacen ahora uso incoscientemente de la espada, cuando de ser más avisadas emplearía mejor sus fuerzas. Mentalmente, podemos usar y aun abusar de la espada de la represión o corrección y de la espada de la aversión o del aborrecimiento contra aquellos que no escuchan o no entienden lo que decimos, y también la espada del desmerecimiento o prejuicio contra aquellos que no se avienen a adaptar nuestros peculiares hábitos o costumbres. Toda discordia mental o espiritual que descubrimos en nosotros contra los demás, es una verdadera espada, pero espada de dos filos, pues al herir a los otros nos hiere también a nosotros mismos. Tal es el elemento mental que arrojamos fuera, tal es el que en cambio recibimos. La venida del imperio de la paz no puede ser sino por la reconciliación de todas las diferencias mentales, haciendo amigos de los enemigos, haciendo en los hombres más eficaz el bien que hay en ellos que el mal, destruyendo su inclinación a la chismografía y al mal hablar e introduciendo en su mente ideas o cuestiones mucho más agradables y más provechosas, así haciéndoles gustar de una vida que tiene leyes, generalmente desconocidas, leyes que dan salud, felicidad y fortuna sin injusticia y sin daño para los demás. El bueno es el mejor abogado o defensor de sí mismo, pues hallará siempre en su camino la sonrisa de la verdadera amistad, así como el malo o el pecador no hallará nunca sino daño y enfermedad. El hombre o la mujer más repulsivos, la criatura más llena de engaño, traición o falsedad, necesita de nuestra piedad y de nuestra ayuda para todo, pues los tales, dando origen continuamente a malos pensamientos, son también el origen de su propia pena y sus dolencias.
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.. En nosotros mismos podemos ver que formamos un mal concepto de una persona de la cual hemos recibido un ligero desaire o nos ha causado un daño o una injusticia, y sucede que tal concepto perdura en nosotros hora tras hora y aún quizá día tras día; y puede muy bien ser que nos llegue a fatigar esa idea, pero no sabemos, sin embargo, arrojarla fuera de nuestra mente, pues no tenemos en realidad defensa contra el asedio persistente de una de estas fastidiosas y perturbadoras ideas, que acaban por hacer presa en la mente, y lo que hace buena presa en la mente, hace también presa en el cuerpo.
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.. Esta es la causa de que salga de nosotros contra una persona determinada un pensamiento hostil o de oposición, que no siempre parece visiblemente justificado, y es que formamos de los demás el concepto que los demás formaron de nosotros, lo cual viene a determinar un verdadero oleaje de hostiles y contrarias ideas, lanzando y recibiendo todos mutuamente esta clase de invisibles elementos y sosteniendo esta guerra silenciosa entre fuerzas invisibles, guerra en la cual acaban por salir siempre ambos combatientes perjudicados. Esta lucha de opuestos deseos y de fuerzas opuestas, existe constantemente en torno de nosotros; lleno está de ella el espacio.
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.. Esforcémonos, pues, en olvidar los pensamientos enemigos, no arrojando fuera de nosotros más que ideas amistosas y de bondad, con lo cual hacemos un acto de verdadera protección de nosotros mismos, del mismo modo exactamente que podemos defendernos con las manos de un ataque corporal. La persistente idea de la amistad y de lo bueno aparta a un lado las ideas de maldad y las vuelve completamente inofensivas. La recomendación de Cristo de que hagamos bien a nuestros enemigos está perfectamente fundada en una ley natural. Y es que Cristo sabía que la idea o el elemento del bien acrecienta mucho nuestro poder y previene y desvía todo daño que nos pudieran causar los malos pensamientos.
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.. Pidamos el completo olvido de una persona o de una cosa, cuando esta persona o esta cosa pueda despertar en nosotros el dolor o la indignación. «Pedir» es un estado de la inteligencia que pone en acción fuerzas que han de darnos siempre el resultado apetecido. La petición es la base científica de la plegaria, que no es lo mismo que suplicar. Pidamos constantemente nuestra parte de fuerzas, fuera de los elementos que ya nos rodean y mediante ellas podremos dirigir a nuestra inteligencia por el camino de nuestras mejores y más nobles aspiraciones.
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.. No hay límite en las fuerzas que podemos adquirir continuamente para acrecentar cada día nuestro poder mental. Este poder es tal, que puede alejar de nosotros todo dolor procedente de alguna honda tristeza o de falta de bienes, o de falta de amigos, o de alguna situación desagradable de la existencia. Este mismo poder nos da todo elemento intelectual cuando se desarrolla favorablemente para la adquisición de bienes materiales o de buenos amigos. La inteligencia fuerte arroja fuera toda molestia, toda fatiga y todo malhumor, olvidándolos e interesándose en alguna otra cosa de mayor provecho. La inteligencia débil cae fácilmente en el cansancio, en el malhumor y acaba por ser esclava de él. Cuando tememos que nos sobrevenga algún infortunio, el cual no podemos en modo alguno evitar, nuestro cuerpo se debilita, nuestras energías se paralizan; pero podemos, pidiéndolo constantemente y sin fatiga, lograr que nos venga del exterior un poder y una fuerza que arroje fuera de nosotros el medroso y perturbador estado de nuestra inteligencia, siendo este poder siempre el mejor camino para llegar al triunfo. Pidamos constantemente esta fuerza, y ella aumentará más y más en nosotros, hasta que no conoceremos ya el acobardamiento. Un hombre o una mujer de veras valiente y sin miedo, puede realizar grandes maravillas.
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.. El que tal o cual individuo deje de adquirir este acrecentamiento del poder espiritual, no prueba que el tal poder no pueda ser por otros adquirido. Cosas aun más maravillosas han sucedido en el mundo. Hace treinta años que aquel que hubiera afirmado que la voz humana podía ser oída en Nueva York desde Filadelfia, habría sido tenido por loco; y hoy la maravilla del teléfono se ha convertido en una de las cosas más vulgares. Los poderes inmensos de nuestra mente una vez reconocidos, convertirá al teléfono en la cosa más baladí y aun inútil. Hombres y mujeres: cultivemos todos y hagamos uso continuamente de esta fuerza, y así podremos cumplir en este mundo maravillas tales como ni la más desenfrenada fantasía se ha atrevido nunca ni siquiera a sospechar.
.. «Nuestras fuerzas mentales», por Prentice Mulford. Primera traducción al español, hecha por Ramón Pomés. (Editorial Maucci, Barcelona).

martes, 6 de septiembre de 2011

La sinceridad.


La sinceridad
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por Samuel Smiles
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.. El deber se liga íntimamente a la franqueza de carácter, y el hombre de deber es sobre todo sincero en sus palabras y en sus acciones. Dice y hace lo que es bueno, de buen modo y oportunamente.
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.. Ninguna palabra se recomienda tan fuertemente a la aprobación de los hombres que piensan bien, como esta máxima de Lord Chesterfield: «Es la sinceridad lo que produce el éxito del caballero». Clarendon nos cita a Falkland, como uno de los hombres más nobles y más puros de su tiempo, y agrega: «Falkland era un adepto tan ardiente de la verdad que, más fácilmente se habría permitido robar que disimular».
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.. Una de las más bellas cosas que la señora Hutchinson ha podido decir de su marido, es que era profundamente sincero y hombre en quien se podía fiar. «Jamás hablaba contra su pensamiento; no prometía nada que no creyera poder complir, y cumplía todo lo que había prometido».
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.. El duque de Wellington (1) era un rígido admirador de la veracidad. La anécdota siguiente es un ejemplo evidente de ello. Estando afectado de sordera, consultó a un célebre especialista, quien, después de haber ensayado todos los remedios en vano, resolvió inyectar en el oído un cáustico violento. El dolor fue de los más agudos, pero el paciente lo soportó con su igualdad de humor habitual. Algunos días después, el médico de la familia vino por casualidad y encontró al duque con los carrillos purpúreos y los ojos inyectados de sangre; quiso levantarse y bamboleó como un hombre ebrio. El médico pidió permiso para verle el oído, y halló entonces que la inflamación era terrible y que corría riesgo, si no se detenía inmediatamente, de llegar al cerebro y causarle la muerte. Vigorosos remedios fueron aplicados inmediatamente, y la inflamación desapareció poco a poco; pero ese oído quedó completamente sordo. Cuando el especialista supo el peligro que había corrido el paciente, por la violencia del remedio que había usado, corrió a Aspley-House para expresar su pesar y mortificación; pero el duque le dijo sencillamente:
.. No hablemos más de eso, doctor; habéis querido obrar del mejor modo.
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.. El médico se desolaba, diciendo que sería para él la ruina, cuando se supiera que había expuesto a Su Gracia a un sufrimiento tan grande y a tan grande peligro.
.. Pero ninguna persona tiene derecho a saberlo le respondió Wellington. Guardadlo para vos, y estad seguro de que yo no diré una palabra.
.. Entonces, ¿me permitirá Vuestra Gracia visitarle como antes para mostrar al público que no me ha retirado su confianza?
.. No replicó el duque con bondad pero con firmeza; eso no se puede, porque sería una mentira.
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.. No quería mentir en acciones, como tampoco lo hacía en palabras (2).
Sir Arthur Wellesley, I duque de Wellington. Óleo pintado por sir Thomas Lawrence hacia 1820.
.. Encontramos en la vida de Blücher otro ejemplo de ese amor a la verdad y al deber. Mientras se apresuraba a marchar con su ejército por malos caminos en apoyo de Wellington, el 18 de junio de 1815, animaba a sus soldados con el gesto y la palabra.
.. ¡Adelante, muchachos, adelante!
.. ¡Es imposible! ¡Eso no se puede! respondían en torno suyo. Él los instaba cada vez más.
.. Muchachos, es necesario que avancemos; vosotros podréis decir que eso no se puede; sin embargo, es necesario que así sea: se lo he prometido a mi hermano Wellington; prometido, ¿entendéis? ¡Vosotros no querríais hacerme faltar a mi palabra!
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.. Y la palabra fue cumplida.
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.. La verdad es el verdadero vínculo de la sociedad, sin el cual cesaría de existir y caería en la anarquía y en el caos. Una casa no puede ser gobernada por la mentira; ni tampoco una nación. Se le preguntó una vez a sir Tomás Browne si los demonios mentían. «¡No! fue su contestación; porque entonces en infierno mismo no podría subsistir». No hay consideraciones que justifiquen el sacrificio de la verdad: debe reinar soberanamente en todas las circunstancias de la vida.
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.. De todos los defectos vergonzosos, la mentira es quizá el más vil. En ciertos casos es el fruto de la perversidad y del vicio, y en muchos otros el resultado de gran cobardía moral. Y sin embargo, algunas personas la tratan tan ligeramente que enseñan a sus sirvientes a mentir por ellos. No hay pues que sorprenderse cuando en esta triste escuela, los sirvientes se ponen a mentir por cuenta propia.
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.. Sir Harry Wotton describió a un embajador como «un hombre honrado enviado al extranjero para mentir en beneficio de su país», y esta definición, si bien en el pensamiento no fue más que una sátira, le atrajo el desagrado de Jacobo I cuando fue publicada, porque un adversario la citó como uno de los principios de la religión del rey. Y es sin embargo cierto, que Wotton tenía sobre el deber de un hombre honrado una opinión muy distinta, y nosotros encontramos claramente la prueba en algunas líneas que hemos citado al principio sobre el carácter de una vida feliz:
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Whose armour is his honest tought,
And simpre truth his utmost skill!
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[¡Que no tiene otra coraza que sus pensamientos honrados,
y en quien todo el arte consiste en ser verídico!]
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.. La mentira asume numerosas formas, tales como la diplomacia, las conveniencias, las restricciones mentales, o bajo un disfraz o bajo otro se la encuentra penetrando más o menos todas las clases de la sociedad. Algunas veces se esconde bajo el equívoco, los rodeos; expone o enreda los hechos de manera que hace nacer una falsa apreciación; es ese un género de mentira al que un francés llamó una vez «pasearse alrededor de la verdad». Hasta hay personas de espíritu estrecho y naturaleza deshonesta que se vanaglorian de su humildad jesuítica y su manera rastrera de eludir la verdad, y reservarse las puertas escapatorias para disimular sus verdaderas opiniones, y evitar las consecuencias que podrían tener para ellos el sostenerlas y profesarlas abiertamente. Instituciones o sistemas fundados en tales expedientes deben necesariamente ser huecos y falsos. «Por bien que haya sido vestida una mentira dice Jorge Herbert concluye siempre por ser descubierta». La mentira franca, aunque más atrevida y más viciosa, es quizá menos despreciable que ese género de sutileza y de equívoco.
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.. La falsedad se halla aun bajo muchas otras formas: en las reticencias y en las exageraciones; en los disfraces; en una pretendida oposición a las ideas de otros; en una apariencia de conformidad que engaña; haciendo promesas, o dejando que se crea en promesas que nunca se tiene la intención de cumplir; y algunas veces absteniéndose de decir la verdad cuando es nuestro deber decirla. Hay también personas que son todo aquello que se quiere, que dicen una cosa y obran de otro modo, como el señor Doblecara de Bunyan, engañándose a sí mismos, mientras creen engañar a sus semejantes; y que, no teniendo nada de sinceros, no inspiran confianza alguna y concluyen invariablemente mal, cuando no se hacen del todo impostores.
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.. Otros son falsos en sus pretensiones y asumen méritos que no poseen. El hombre sincero, por el contrario, suele ser modesto, y no hace ostentación de sí mismo, ni de sus actos. Cuando Pitt estaba ya enfermo del mal que le acabó, se recibió en Inglaterra la noticia de los grandes hechos de Wellington en la India.
.. Cuanto más oigo hablar de sus éxitos dijo Pitt, más admiro la modestia con que recibe los elogios que merece. Es el único hombre que he conocido que no se envanezca de lo que ha hecho, y que, sin embargo, tiene tantas razones para hacerlo.
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.. El profesor Tyndall ha dicho igualmente de Miguel Faraday, «que tenía horror a las pretensiones de cualquiera clase que fuesen, sea como hombre o como filósofo». El doctor Marshall Hall tenía el mismo espíritu; era sincero hasta el valor, verdadero hombre de deber y de energía. Uno de sus amigos más íntimos ha dicho de él, que todas las veces que encontraba falsedad o malos designios, los descubría diciendo: «Yo no quiero, ni puedo dar consentimiento a una mentira». Una vez que la cuestión del bien o del mal estaba decidida en su espíritu, seguía el bien, cualquiera que fuese el sacrificio o las dificultades que le costaran, y jamás entraron para nada en la balanza su propia conveniencia o su inclinación.
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.. No había virtud alguna que el doctor Arnold se esforzara más en hacer penetrar en el espíritu de los jóvenes que la virtud de la sinceridad, que consideraba la más noble, y que es en efecto la base de toda verdadera dignidad. La llamaba “la tranparencia moral” y la estimaba sobre toda otra cualidad. Cuando una mentira era descubierta, la trataba como una falta capital; pero cuando un discípulo afirmaba una cosa, la aceptaba con confianza. «Si tú lo dices, es bastante; yo debo creer en tu palabra». Manifestando esa confianza, habituaba a los jóvenes a la sinceridad, y llegaron a decirse: «Es una vergüenza mentir a Arnold; os cree siempre» (3).
.. «El carácter», por Samuel Smiles. Traducción española por Emilio Soulère.
.. (1) Sir Arthur Wesley (después “Wellesley”) fue el más grande prócer británico y uno de los héroes más ilustres de la Historia del mundo. De famila anglo-irlandesa. Gracias a su estrategia e intervención, logró, con la victoria de la batalla de Waterloo, acabar para siempre con la tiranía de Napoleón en toda Europa. Expulsó a este tirano y sus ejércitos de España. Por esta hazaña, las monarquías de España y Portugal le otorgaron varios títulos nobiliarios, entre ellos el de Grande de España. Es casi seguro que España hoy sería una colonia de Francia de no haber sido por la intervención de ese prócer en la Península Ibérica contra los ejércitos de Napoleón, y la tiranía de éste habría continuado muchísimos años más.
.. Fue muy admirado por casi todos los héroes nacionales hispanoamericanos, entre los cuales están Simón Bolívar y José de San Martín. Se dice que este último tenía siempre un retrato de Wellington sobre la cómoda que había en su dormitorio.—Sherlock.
.. (2) «Vida de Wellignton», por Greig. [Nota del autor].
.. (3). «Vida de Arnold», I, 94. [Nota del autor].

domingo, 4 de septiembre de 2011

Acné.

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ACNÉ
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Tratamiento propio; cuándo ir al médico; algunos consejos
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.. La más común de las dolencias de la piel, el acné, es el azote de los adolescentes, porque son ellos los que más sufren de este padecimiento. En su forma más leve puede ser que sólo se manifieste con granos y espinillas, aunque éstos llegan a ser angustiosos en una edad en la que la apariencia personal importa mucho. En los casos graves, los granos llegan a convertirse en quistes.
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.. El mejor tratamiento casero es el lavado regular con un jabón medicinal o una loción detergente y agua caliente. Controle usted su dieta para comprobar si el chocolate, las frutas secas, los dulces o las grasas empeoran la erupción. Si no mejora su estado o si los granos se vuelven quistes, consulte con su médico. Puede ser que le prescriba una loción, antibióticos o una preparación de vitamina A u hormonas.
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.. Lo que se debe y lo que no se debe hacer.Reciba usted la mayor cantidad posible de luz solar. Los baños de sol contribuyen a menudo a que desaparezca el acné.
.. Aplíquese cremas antisépticas y queratolíticas. Un farmacéutico podrá aconsejarle.
..  Consulte a su médico si hay quistes; si no se tratan adecuadamente pueden dejar cicatrices.
.. Lávese el cabello con frecuencia y llévelo corto. El cabello caído sobre el rostro puede aumentar el número de granos.
.. No utilice usted cosméticos aceitosos o grasos. Pida a su farmacéutico que le recomiende un cosmético sin grasa.
.. No apriete ni se hurgue los granos; empeorarán y pueden dejar cicatrices.
.. No se desespere si los granos no responden inmediatamente al tratamiento. Puede ser que se necesiten semanas o meses, y es improbable que el acné continúe empeorando indefinidamente: más pronto o más tarde mejorará.
.. «Cómo solucionar casi todo», publicado por el Reader’s Digest.

viernes, 26 de agosto de 2011

Falsa promesa del socialismo

Max Eatsman.
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FALSA PROMESA DEL SOCIALISMO
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Por Max Eatsman
Condensado de «Reflections on the Failure Socialism».
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Como exmilitante del socialismo revolucionario, Max Eastman habla con verdadero conocimiento de causa. Ha pasado años observando el socialismo en acción tanto en Europa como en América. Vivió en Rusia durante los primeros años de la revolución comunista. En el notable libro del cual se ha sacado este artículo demuestra que tanto el socialismo como el comunismo llevan al mismo fin inevitable: la dictadura. [Nota de la redacción de la revista].
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.. Casi todo el que se interese seriamente por la libertad, rechaza el comunismo; pero no son solamente los comunistas, sino también de modo más sutil los socialistas, quienes están lanzando al mundo libre por el camino que lleva a la dictadura.
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.. Muchos socialistas han abandonado la consigna del partido y adoptado el sistema de infiltrarse en otros partidos políticos. Estos socialistas burocráticos, como yo les llamo, creen que puede crearse una sociedad más libre, ordenada y próspera por medio de una organización estatal que se adueñe de todos los medios importantes de producción y rija la economía nacional de acuerdo con un plan.
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.. Esta teoría de que un plan ha de traer una era de justicia y felicidad generales es tentadora pero falsa.
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.. Una organización estatal que proyecte y rija los negocios de un país, necesita tener la autoridad de un director de empresa; esto es, la autoridad para decir a los que toman parte activa en el negocio a dónde tienen que ir y lo que tienen que hacer, así como para prescindir de los insubordinados, si lo hay. En otras palabras, ha de ser una organización estatal autoritaria. Tal vez no quiera serlo, pero, si no lo es, la economía se hundirá en el caos.
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.. Muchos hombres serenos y prudentes han previsto esta conclusión en los ciento y pico de años que han transcurrido desde que se planteó la idea de una economía socializada. Y la experiencia real de las economías regidas por el Estado, que han surgido una tras otra en las últimas décadas, debería bastar, en mi opinión, para inculcar en las cabezas de los más optimistas un hecho tan sencillo. Es un hecho que difícilmente puede pasar inadvertido para nadie que observe el funcionamiento de una gran fábrica, banco, almacén o empresa de cualquier índole donde trabajen muchas personas: tiene que haber un jefe y su autoridad tiene que ser reconocida o impuesta.
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.. Además, si el negocio es vasto y complejo, la autoridad del jefe tiene que ser continua. No es posible destituirlo de su cargo de cuando en cuando, arrumbar o destruir sus planes y  poner en su lugar a otro que tenga ideas diferentes sobre lo que haya que hacerse y cómo deba de hacerse. La mera idea de plan implica continuidad de dirección. Por eso mismo, la idea de que una elección periódica de jefe y personal directivo es compatible con una economía nacional planeada adolece de falta de lógica y de imaginación. Las elecciones falsificadas de los países totalitarios, las votaciones con un solo partido y una sola lista de candidatos, no son meras artimañas de un dictador cínico, sino que son intrínsecas de la economía estatal planeada. Todo régimen socialista cabal, tanto si lo implantan los bolcheviques como los socialistas o los comtemporizadores liberales, significará elecciones amañadas o inexistencia de elecciones.
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.. La humanidad está en posición de elegir entre dos sistemas económicos, solamente entre dos. Podemos escoger el sistema en el cual la cantidad y clase de artículos que se produzcan  estén determinadas esencialmente por el mecanismo impersonal del mercado, que emite decretos en forma de fluctuaciones de precios.  Y podemos escoger el sistema en el cual estén determinadas las órdenes emanadas de una autoridad personal apoyada por fuerzas armadas. Esta es la diferencia entre la economía del mercado y el colectivismo... entre la libertad y la tiranía.
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.. Cuando alguien compra algo en el mercado libre, está emitiendo su voto como ciudadano de la economía nacional. Está haciendo una elección que influye en los precios y, en consecuencia, participa en la decisión de lo que la economía ha de hacer o no hacer. Su elección puede resultar anulada por las de otros que compren más; esto es inevitable; pero, al dejar las grandes decisiones económicas en las manos de todos como consumidores, el mercado hace posible la libertad en la compleja sociedad industrial. Es lo único que la hace posible.
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.. No hay conflicto entre la libertad condicionada de este modo y la consideración humanitaria por parte del Estado a los que fracasan completamente en la lucha de la competencia. No es necesario que nadie pase hambre; no es necesario que nadie quede desamparado para mantener la soberanía del mercado. El principio de la responsabilidad colectiva para con los realmente necesitados, puede subsistir sin violar el principio de la competencia; pero no tenemos para qué engañarnos con la idea de que la libertad es compatible en la sociedad humana con la igualdad económica.
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.. Estoy seguro de que la mayoría de los simpatizantes del socialismo no se dan cuenta de esto. Ansiosos de hacer bien y obsesionados por el supuesto poder del Estado para hacerlo, están destruyendo en nombre del bienestar social los cimientos mismos de la libertad.
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.. El gran error del socialismo fue creer que podía llegarse a la paz fraternal por el acomodo de todos los intereses en pugna, de todas las luchas de casta y de clase. Eso podría ocurrir en el cielo, pero en la tierra los hombres se dividirán siempre en grupos con intereses antagónicos. La tarea que tenemos que realizar no es suprimir estas agrupaciones ni tratar de reconciliarlas, sino mantenerlas en estado de equilibrio, sin permitir que ninguna prepondere sobre las demás. Nuestro primer propósito debe ser el de asegurarnos que ningún grupo ni el proletariado, ni los capitalistas, ni los terratenientes, ni los banqueros, ni el ejército, ni la iglesia, ni el mismo gobierno tenga poder exclusivo. Nuestras libertades dependen del éxito de este esfuerzo. Solamente cuando cada agrupación poderosa pueda competir libremente con las otras, puede la sociedad, en conjunto, ser libre. La libertad es el circo donde luchan las diversas fuerzas sociales.
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.. Los últimos noventa años de la historia de los Estados Unidos ofrecen excelente ejemplo de cómo el desarrollo de los acontecimientos requiere flexibilidad en quienes luchan por la libertad. Durante veinte de esos años se luchó contra el «capitalismo», contra «Wall Street», contra los «grandes negocios». Aquel enemigo quedó derrotado y se ganó la batalla. Hacia 1930 el Gobierno de los Estados Unidos empezó a dictar su voluntad a financieros y capitanes de industria, en vez de preguntarles lo que había que hacer.
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.. Pero los socialistas burocráticos de hoy, en vez de ver y determinar la nueva amenaza de superpoder, que se halla ahora en Washington y no en Wall Street, siguen combatiendo al enemigo derrotado y robusteciendo al poder victorioso. El objetivo, repito, es impedir el dominio de la sociedad por ningún grupo.
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.. Ya es más que hora de que reconozcamos francamente que el socialismo fue un error. Una hipótesis que resultó equivocada (digo yo en aras de mi amor propio). Pero llamémosle como queramos, desembaracemos de él nuestro pensamiento. Tenemos que discurrir la manera de consagrarnos a un porvenir mejor para la humanidad: un porvenir en que haya más libertad y menos tiranía.♦
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Véase también "Estuve en una escuela de terrorismo en Cuba", «La primera democracia víctima del comunismo», «Comunistas: cómo causan disturbios; o la técnica roja del motín», y «¿A quién aprovecha la ganancia del capital?». Búsquense en el índice (columna derecha).
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.. Los embajadores tienen que asistir a todas las recepciones y el torbellino social es una de las tareas más pesadas. Antes de que el apreciado embajador francés Henri Bonnet se retirara a vivir tranquilamente en París, un nuevo enviado que acababa de llegar fue a visitarlo para pedirle consejo sobre las quisicosas de la vida de Washington.
.. —La cosa más importante —le dijo Bonnet— es aprender la técnica necesaria para asistir a ese fenómeno de Washington: el cóctel en masa. Entre usted y pase por la línea de recibo. Al mismo tiempo fíjese bien dónde hay una puerta lateral al fondo. Acepte la primera bebida que le ofrezcan: whisky, martini, zumo de tomate, cualquier cosa. Beba un sorbo, deposite su copa en la maceta de flores que le quede más a mano y escápese.
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Caricaturas
.. El marido a la mujer en un viaje de automóvil: «¿Quieres fastidiarme un poquito? Estoy empezando a dormirme».—B. Y.
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.. Una mujer de armas tomar (separada de su marido) a su abogado: «Y advierta a mi marido que si deja de pagarme la pensión convenida un solo mes, volveré a tomar posesión de él».—G. L.
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.. El paciente (impaciente) al médico: «¡Sí; lo sé, doctor! Claro que el aguardiente no me cura el catarro... pero los médicos tampoco».
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La mujer, al marido: «Claro que gasto más de lo que tú ganas, querido... ¿pues no había de tener confianza en ti?»—D. T.
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.. Un invitado a otro en un cóctel literario: «La película que acaban de hacer de su libro, le ha dado una idea para una nueva novela».—T. S. R.
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.. El subastador: «¡Vendido! ... a la señora a quien su marido le está tapando la boca».
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.. Locutor de radio: «Ahora, estimados oyentes, las noticias de lo que sucedió mientras se estaban transmitiendo los anuncios».
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.. La jovencita a su amiga: «Quiero a don N. por lo que es... Es vicepresidente de una compañía de acero».—Kate Ossan en The Saturday Evening Post.
.. «Selecciones» del Reader’s Digest, tomo XXXI, núm. 182. (Artículo, anécdota y caricaturas).

martes, 23 de agosto de 2011

El miedo o El espectro del umbral

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El miedo
o
El espectro del umbral
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por William W. Atkinson
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.. Muchos de vosotros habréis leído la novela ocultista de Edward Bulwer Lytton titulada “Zanoni”, y recordaréis al “espectro del umbral”, aquel monstruo aterrante que hacía frente al neófito Glyndon, en la cámara secreta del maestro Mejnour, y del cual Lytton nos dice lo siguiente: «Entre los guardianes del umbral hay uno que soprepasa en odio y malignidad a toda su tribu y que tiene unos ojos que han paralizado aun a los más valientes, incrementando su poder sobre el espíritu, en proporción precisa al terror sentido por éste».
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.. En otro capítulo, Glyndon trata de penetrar los misterios de la cámara secreta y encuentra al horrendo guardián del portal a quien nos describe así: «... la puerta se obscureció con un objeto indistinguible a primera vista, pero que bastó para cambiar misteriosamente en horror indecible el goce que había experimentado antes. Este objeto se diseñó por grados ante su vista. Era una cabeza humana, cubierta con un velo obscuro, por entre el cual relumbraban con brillo infernal unos ojos de fuego que helaban hasta la médula de sus huesos. No se distinguía nada de su rostro, sino esos demoníacos ojos intolerables... Parecía arrastrarse como un enorme reptil deforme, y poniéndose en pie al fin cubrió la mesa que contenía el volumen místico, fijando otra vez sus ojos por entre el denso velo sobre el temerario indagador... Sujetándose éste en estado casi agónico contra la muralla, con los pelos de punta y los ojos desencajados, contempló aun la visión aterradora. Ella habló, y él comprendió sus palabras más bien con el alma que con los oídos. Las palabras fueron éstas: “Has entrado a la región sin límites. Yo soy el Espectro del Umbral”, etc.»
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.. Aquellas personas familiarizadas con los símbolos y las figuras del ocultismo, reconocen en el “espectro del umbral” de Lytton, que el enemigo del progreso del hombre, aquella figura aterrante que está siempre ante las puertas de la libertad, es el miedo. El miedo es el primer y gran enemigo que debe vencer la persona que desea salir de la esclavitud y obtener la libertad. La puerta de la libertad está siempre a la vista, pero el que desea obtenerla, da unos cuantos pasos hacia ella y se amedrenta a la vista del maligno Espectro del umbral, que es el temor. Lytton nos lo ha retratado en su más horripilante forma, porque la palabra no puede describir todo el horror de este monstruo.
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.. El miedo se sitúa siempre en el camino de todo progreso, de todo avance. Es necesario vencerlo. Él es la base de todo fracaso humano; de todas sus penas y de las llamadas “fatalidades”. El miedo de las razas las mantiene cautivas y el miedo individual hace del hombre un esclavo. Sólo cuando el miedo fuere vencido podrán avanzar realmente los individuos y los pueblos. Este enemigo debe ser doblegado para podernos libertar y ello puede hacerlo toda persona que lo encare con calma y energía. Mira al miedo rectamente a los ojos y éstos se bajarán y retractarán ante ti. Afirma el “yo soy” y sabe con toda la energía de tu alma que nadie en el mundo puede injuriar tu Yo verdadero, y el miedo huirá temiendo que tú le doblegues y encadenes, puesto que conoce el poder del Yo consciente. Cuando un hombre permite que el temor entre en su corazón, él atrae hacia sí a todo aquello que teme. El miedo es un imán poderoso que ejerce una atracción irresistible. Además de esto, paraliza las fuerzas y las energías del hombre, impidiéndole hacer lo que le habría resultado fácil de haber estado libre de dicho monstruo.
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.. El hombre obtiene éxitos en proporción al miedo que sea capaz de desafiar. Mostradme un hombre de éxito y yo a mi vez os probaré que aquel hombre ha desafiado y vuelto la espalda al temor.
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.. Toma de ejemplo tu propia vida. ¡Cuántas veces se te habrán ofrecido oportunidades que no has sabido aprovechar, sencillamente porque has temido! Has tenido casi cerca el éxito completo, y en el último momento, cuando el premio estaba tal vez a la vista, has escondido la mano y retrocedido. ¿Por qué? Sencillamente porque el miedo ha entrado en tu corazón y te ha hecho perder la presencia de ánimo. Cuando el microbio del miedo entra al organismo, el cuerpo entero se paraliza.
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.. El miedo es el padre de todo el enjambre de pensamientos negativos que hace permanecer esclava a la humanidad. De su seno nacen la ansiedad, los celos, el odio, malicia, envidia, falta de caridad, intolerancia, condenación, rabia, fanatismo, y un sinnúmero más de defectos pertenecientes a su misma ralea detestable. Tú dudas de esto, pero veamos. Nunca sientes ansiedad por algo, sino cuando le temes; los celos son consecuencia del miedo; el odio está siempre unido al miedo y de él emana. No puedes odiar una cosa que es impotente para herirte. La envidia tiene también allí su origen. El fanatismo, la intolerancia, la vituperación, etc., nacen todos del miedo. La persecución comienza solo cuando se teme al objeto, y un análisis prolijo te demostrará que la rabia tiene su origen en un vago sentimiento de temor a la cosa que la origina. Lo que no se teme, provoca diversión y risa antes que rabia. Analiza íntimamente lo dicho y hallarás que todos estos pensamientos negativos y malsanos tienen una semejanza muy cercana de familia con su padre el miedo, y si te pones en trabajo activo para abolirlo con voluntad, toda su legión de hijos morirá por falta de nutrición.
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.. El miedo ha hipnotizado a las razas humanas durante siglos, y sus efectos han sido tan notables antes igual que ahora. Nosotros nos hemos amamantado con temor en el regazo materno. Aún antes de nacer hemos tenido ya esta maldición sobre nosotros. Ha sido la sugestión continua de nuestra niñez y los infinitos “peros”, “¿no teme usted?”, “qué dirán” y demás frases de temor, han sido nuestros compañeros constantes. ¡Hemos sido enseñados a temer a todo cuanto existe en el universo, sea ello cielo, tierra, río o mar! Los cocos de la niñez y los temores de los hombres son de la misma especie. Se nos ha dicho que los duendes nos cazarán si no hacemos tal o cual cosa. Hacia donde miremos veremos la sugestión del miedo que nos está nutriendo continuamente y toda persona que conozca el poder de la sugestión repetida, podrá comprender el significado inmenso que ella envuelve para la humanidad. Los valientes soldados del Nuevo Pensamiento, la gente que no teme, y todos los pensadores optimistas, hacen cuento pueden para difundir este hilo de agua cristalina de vida, en medio del agua cenagosa y estancada de pesimismo que el mundo se ha empeñado en acumular, y son muchos ya los que se adhieren al delgado hilo; pero aún el charco es enorme. El miedo no ayudará nunca a hacer nada bueno; es un pensamiento negativo que ha ido arrastrando su forma viscosa durante siglos, tratando de engullirse todo aquello que prometía algún bien a la humanidad. El miedo es el mayor enemigo del progreso, y el enemigo jurado de la libertad. El grito “¡Tengo miedo!” se ha oído siempre y solo cuando un hombre o mujer o un grupo de ambos se han atrevido a burlarse de él en su cara, se ha hecho un descubrimiento audaz que ha traído como consecuencia un paso de progreso en la marcha de la humanidad. Dejad que alguien quiera inculcar una idea o teoría nueva en beneficio del mundo para adelantar en cualquier plan razonable; que quiera enseñar la verdad en una forma nueva que salga del camino trillado, y le veréis ensordecido por gritos de protesta, disgusto y adversión, cachorros todos hijos del miedo, que despiertan un eco formidable de gruñidos en toda la jauría de tímidos a su alcance. ¡El miedo es la maldición de la raza!
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.. El sér que se deja dominar por el temor es un verdadero esclavo, y ha de recordarse que jamás ha existido un amo más cruel. Según sea la proporción de temor que embargue al individuo, así será la altura de lodo que impida su marcha hacia el éxito, y la parte más triste y al mismo tiempo cómica del asunto, es que en todo momento tiene el hombre el poder suficiente para reaccionar y librarse de este amo comedido, dándole un revés en pleno rostro que le haga huir despavoridamente.
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.. El hombre es lo mismo que un elefante muy joven que aún no ha reconocido su fuerza. Cuando comprende lo que es, cuál es su sitio en el universo y llega a la convicción de que nada puede herirle, desaparece el temor y se divorcia de él para siempre. Antes de que llegue a este grado, el miedo irá perdiendo su influencia, en relación con el reconocimiento del individuo con la verdad anteriormente mencionada.
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.. No sólo en el caso de avance mental o espiritual debe el hombre desterrar el temor, sino en el avance de la vida diaria. Cuando el hombre comprenda que el miedo es una especie de fuego fatuo, o espantapájaros de fabricación casera, en lugar el monstruo fiero imaginario que coartaba sus energías, andará rectamente hacia él y lo arrancará del poste donde había sido colocado para asustarle. Verá que las cosas que ocurren, nunca son tan malas como las que se temen; que el miedo es una cosa peor que la cosa por la cual se temía; que así como la anticipación de algo deseado es mayor que la realidad, así también la anticipación de una cosa temida es peor que la realidad de ella; que la mayoría de las cosas temidas no llegan a suceder, y, en fin, que si ellas vienen, los acontecimientos se rodearán de modo que el hecho pueda soportarse mejor que como se temía. Dios no solo templa el viento para la oveja esquilada, sino que templa a la oveja esquilada para el viento.
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.. También se convence el hombre de que el temor hacia alguna cosa le hace atraerla, mientras que una actitud mental confiada, disipa al fin las dificultades. Job decía: «Todo aquello que temo viene hacia mí».
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.. Alguien ha dicho y yo lo repetía siempre: «No hay nada de qué temer sino al mismo miedo»; pues bien; hoy voy aun más lejos y digo: no hay razón para temer ni aun al miedo, porque a pesar de su apariencia externa aterradora, su construcción es muy endeble. Es solo hojalata que asemeja hierro, y unos cuantos remezones lo abollarán completamente. Es un fraude; un perro amarillo que imita al león; mírale de frente, ríete de él en su propio rostro y no te dejes intimidar por su forma engañosa, pues él se bamboleará si lo manejas con coraje y confianza. Todos los pensamientos negativos son alfeñiques comparados con los pensamientos contrarios positivos. ¿Quieres saber cómo librarte del miedo? Escucha: no hagas caso de su presencia y mantén ante ti y contigo siempre ideales de valor y confianza. Confianza en el gran plan del cual eres una parte. Confianza en tu fuerza como una parte del Todo. Confianza en el trabajo de la Ley y en tu habilidad para trabajar de acuerdo con ella. Confianza en tu destino. Confianza en tu reconocimiento en la Realidad del Todo y la ilusión de la separación. Valor y confianza nacida del reconocimiento de la Ley de Atracción y del poder de la fuerza del Pensamiento. Valor y confianza, en fin, en tu conocimiento de que siempre los pensamientos positivos y vencen y dominan a los negativos.
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.. Muchos dicen frecuentemente que los principios del Nuevo Pensamiento no están a su alcance, que no pueden comprenderlos y que necesitan algo que sea práctico para el uso de la vida diaria. Pues bien; he aquí ese algo para dichas personas: la teoría de abolir el miedo hará de ellas gente nueva, dándoles una paz mental de la cual jamás han tenido antes la menor idea. Les hará gozar de dulce sueño después de las horas de labor; de una mente tranquila en las horas de trabajo, y como su marcha será más equilibrada y rítmica, evitarán con ello la fricción, y la confianza les hará estimar casa cosa en su justo valor. A medida que esto ocurra, se irán haciendo hombres mejores y se prepararán para la comprensión de verdades cada vez más elevadas.
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.. Tú, estudiante, que estás en el portal de la «Cámara secreta», deseando penetrar en ella con el fin de obtener la sabiduría, la libertad y el poder, no desmayes a la vista del «Espectro del Umbral». Él está allí únicamente de ocasión; ríete de él en su rostro; mírale en los ojos y te convencerás de que es una verdadera patraña. Hazlo a un lado y entra directamente al templo de la sabiduría. Después de éste hay otros aun que también pasarás a su turno. Deja el espectro imaginario para los tímidos mortales que tienen miedo a las ánimas. Un corazón débil jamás ha conquistado a una mujer hermosa ni nada digno en este mundo. La suerte con todos sus bienes es el patrimonio de los valientes. Haz a un lado tu grito de “no puedo” o tu ridículo “tengo miedo”, y dí, en cambio, con firmeza: “¡Yo quiero y yo puedo!”, entrando de lleno al campo de la verdad. El espectro del umbral desaparecerá de tu camino, puesto que solo ha existido en tu mente.
.. «La Ley del Nuevo Pensamiento».
.. Véase también: 
La Ley de atracción.
Los pensamientos son cosas.